NECESARIOS.
Artículo de Rosa Díez en su blog de ”¡Basta Ya!” del 12-8-09
Por su interés
y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio
web
La palabra más repetida de las personas que se acercan a nosotros a mostrarnos su simpatía o su confianza es esta: necesarios. Hay quienes lo expresan con enorme satisfacción por el hecho mismo de nuestro nacimiento; quienes nos hacen saber que lo estaban esperando; quienes nos confiesan que les hemos sacado de la abstención, del voto a regañadientes, del hastío; quienes nos aseguran que les hemos devuelto la ilusión... Y también existen quienes, sencillamente, constatan ante nosotros que somos necesarios. Que hacemos falta; y que por eso saludan nuestra irrupción en la vida política española.
En
los primeros destaca el componente emocional, de ilusión; los
segundos caracterizarían lo que podríamos denominar el pensamiento
crítico, el ejercicio del libre albedrío. No es que sean impulsos
incompatibles; a veces las emociones y la reflexión crítica se
encuentran en ambos grupos; pero el impulso primario para
considerarnos necesarios se percibe de forma indisimulada en el énfasis. Tampoco
es una cuestión de edad; aunque los más jóvenes están mayoritariamente en
el primero de los grupos , también encontramos en
él a personas de mi generación y de la anterior que han recuperado la ilusión
que tuvieron en los primeros años de la democracia. En el segundo grupo
predomina la gente que nunca dejó de votar, que terminó votando en blanco; que
casi siempre votó a una izquierda que quería más progresista y menos
sectaria y/o a una derecha que quería más liberal y más moderna.
Ambos
grupos piensan que en España hace falta un partido como el nuestro. Un partido
que ponga freno a los otros dos; con o sin emoción-- como declaraba Adolfo
Domínguez en una entrevista en el magazine de El Mundo el pasado
domingo--, muchos miles de españoles consideran que somos necesarios. Gracias a
nuestra aparición, muchos miles de ciudadanos han descubierto que no tienen por
qué resignarse a dejar las cosas como están; o a votar a quienes ya le han defraudado, a quienes ya le han demostrado que no
merecen su confianza. Justo lo que pensamos nosotros, los que promovimos este
partido, los que se incorporaron después, los que nos ayudan desde fuera,
los que seguimos en la brecha con más ganas que nunca.
Somos
la alternativa necesaria; no para nosotros, sino para nuestro país, por
muy pomposa que
pueda parecer la afirmación. Tanto que si no hubiéramos decidido nosotros
hacer este partido, una tercera opción nacional, progresista, abierta,
transversal, laica... alguien tendría que haberlo hecho. Porque ya no
podemos esperar que nadie venga a salvarnos desde fuera. Pongamos por caso nuestra integración en
la UE: la actual crisis económica , financiera y social que
sufrimos ha quebrado el paradigma al que nos aferramos durante los últimos
años, viniendo a demostrar que formar parte de la UE, por muy imprescindible
que resulte, no resuelve todos nuestros problemas. La gente de mi generación ha
tenido que comprobar que la re-garantía democrática que representa ser Europa no impide que tengamos que
resolver algunos de nuestros problemas por nosotros mismos. España es el hecho
diferencial de Europa
en la destrucción de empleo; España es el hecho diferencial en el tiempo que nos va a
costar salir de la crisis; España es el hecho diferencial en el coste social que
estamos pagando; España es el hecho diferencial de Europa en el crecimiento de la desigualdad,
en la disminución de la cohesión, en la desvertebración del
mercado... La normalización de España (perdónenme la palabreja) no pasa exclusivamente por
formar parte de Europa, sino que requiere que actuemos como Europeos ( o sea, con sentido de estado) en todos los
frentes. Eso es lo que nos falta.
Los
españoles hemos aprendido que el espacio de seguridad que Europa representa no
puede protegernos de las consecuencias de nuestras propias irresponsabilidades;
ser Europa no
puede evitar que paguemos la inacción de nuestros gobernantes, el
pasotismo de nuestra clase política. Estrasburgo no puede subsanar nuestros errores a la hora de
articular respuestas al terrorismo, o a la política lingüística que conculca
derechos, o a la dependencia partidaria de los estamentos de la Justicia. Estrasburgo
no puede evitar que el
Gobierno y sus socios nacionalistas e independentistas aprueben unos
Presupuestos Generales del Estado que falsifican las cuentas y no dan respuesta
a los problemas que viven los ciudadanos españoles. Estrasburgo no puede evitar que el
Gobierno Zapatero se someta al chantaje nacionalista y ponga en marcha un
sistema de financiación que anula toda capacidad del Ejecutivo nacional para
impulsar políticas comunes que garanticen la igualdad.
Los
españoles saben que la crisis que sufrimos es responsabilidad de los políticos
y de los poderes económicos y financieros. Los españoles creen que los
representantes de los ciudadanos se han convertido en clase y defienden intereses
propios, ajenos-- cuando no contradictorios-- con el interés general.
Los españoles creen que esa degeneración (que no es exclusivamente española: Berlusconi,
Inglaterra...) en España afecta a todos los ámbitos de la administración del
Estado, siendo especialmente visible en la Justicia. Los españoles son ya
conscientes de que el el desarrollo del Estado de las
Autonomías no sólo no ha colmado las reivindicaciones de los nacionalistas sino
que ha multiplicado los problemas por diecisiete, generando movimientos
reivindicativos e insolidarios como respuesta a una forma de gobernar que ha
venido favoreciendo al que más capacidad para amenazar ha
demostrado. Los españoles son plenamente conscientes de que las políticas
comunes se desdibujan en su adaptación territorial (las europeas, también), lo
que termina afectando de forma negativa la igualdad real entre todos los
ciudadanos.
En
este estado de opinión es en el que se celebraron los últimos comicios
europeos. Yo creo que la respuesta ciudadana (más allá de la enorme
abstención) nos ha proporcionado un dato de interés: mientras que el PSOE y el
PP quedaron en el 54% y el 65% de sus resultados de las últimas elecciones
generales, UPyD alcanzó el 148%. Yo creo que es la
expresión más directa del fenómeno al que me he estado refiriendo: la gente
parece estar dispuesta hacer algo más que quejarse. Creo que los ciudadanos son
plenamente conscientes de que en España es necesario un partido que ponga
freno a los desmanes de quienes se sienten cómodos sin que nada cambie. En
nosotros recae la responsabilidad de seguir consolidándonos como esa
alternativa necesaria.