POLI BUENO, POLI MALO

 

 Artículo de Florencio Domínguez en “El Correo” del 06/12/2004

 

Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

 

Bastó un juego equívoco de palabras en Anoeta para que nos lanzáramos todos a una carrera de análisis, interpretaciones y especulaciones. Ha bastado la vuelta al juego inequívoco de la presión terrorista para constatar que el paisaje de la izquierda abertzale es el que era y no el que los voluntarismos de oficio querían ver.

El optimismo, sin embargo, no se deja vencer con tanta facilidad, ni siquiera enfrentado a la crudeza de los hechos, y salta de una trinchera argumental a otra buscando explicaciones en las que quede a salvo la esperanza. ETA está dinamitando el proyecto de Batasuna, se dice dando por supuesto que hay un fondo de buena voluntad en Batasuna, una voluntad diferente a la de la banda. Pero nadie ha demostrado esas diferencias hasta el momento. No hay hechos que prueben la existencia del conflicto, ni siquiera hay palabras. Sospechamos que hay intereses encontrados, pero si éstos no se respaldan con actuaciones, no se traducen en conflicto interno.

Ocurre más bien al contrario: lo que hay es un proceso de realimentación mutua. ETA avala la propuesta de Batasuna con bombas y la existencia de los artefactos demuestra la oportunidad y la necesidad de aceptar lo que se dijo en Anoeta. No hay incoherencia alguna en el planteamiento.

Entre ETA y Batasuna existe el mismo antagonismo que entre el policía bueno y el policía malo de los interrogatorios de las películas. Los dos son amigos, trabajan para la misma empresa con el mismo objetivo y con una táctica acordada y ensayada muchas veces. Cuando alcanzan el éxito, se van a celebrarlo juntos al bar de la esquina y brindan a la salud del incauto que se ha derrotado en brazos del amable policía que le acaba de enviar a la cárcel.

En esta ocasión, el poli malo, ETA, y Batasuna, el poli bueno, por no ser no han sido ni originales, no se han molestado en inventar nada nuevo. En 1995, la 'Alternativa Democrática' de ETA, que contenía la idea del frente nacionalista para caminar hacia la independencia, requería, fundamentalmente, el entendimiento con el PNV. Para persuadir a este partido de que aceptara pactar con ellos, la izquierda abertzale se dedicó a quemar batzokis y acosar ertzainas. La lógica totalitaria de la violencia es bien sencilla y, sobre todo, conocida, pero a veces funciona. Funciona sobre todo cuando aquellos cuyos comportamientos se quiere cambiar por la fuerza se dejan enredar en los viejos debates de las últimas tres décadas creyendo que son nuevos y sin haber aprendido nada de los fracasos acumulados en este tiempo.