LA SITUACIÓN POLÍTICA EN EUSKADI: RAZONES PARA NEGOCIAR

 

 Artículo de FLORENCIO DOMÍNGUEZ    en “La Vanguardia” del  20/01/2005

 

Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)


El Acuerdo por las Libertades y contra el Terrorismo suscrito por el PSOE y el PP establece que en una sociedad democrática el diálogo corresponde a los representantes legítimos de los ciudadanos y se desarrolla a través de las reglas previstas en la Constitución y el Estatuto, "sin la presión de la violencia". Los dos grandes partidos se comprometieron a que la violencia no obtuviera, "en ningún caso, ventaja o rédito alguno", no en vano se partía del hecho de que PNV y EA habían intentado en 1998 poner un "precio político al abandono de la violencia", un precio que era la autodeterminación "para llegar a la independencia del País Vasco".

La política que al amparo de este pacto, que fue propuesto por el actual presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, se ha desarrollado durante los últimos cuatro años ha resultado eficaz para contener el terrorismo de ETA y llevar a esta banda a la peor situación de su historia. En las últimas fechas, sin embargo, las noticias sobre supuestos contactos con ETA y con su entorno o sobre la posibilidad de llevarlos a cabo recuerdan situaciones ya vividas en los años ochenta y principios de los noventa. Las declaraciones que se oyen estos días suenan igual que las que se oían en aquellas etapas pasadas en las que las políticas de contactos con ETA fracasaron estrepitosamente. Hay que preguntarse entonces qué razones puede haber para este revival inesperado. Hay tres posibles respuestas que, en abstracto, pueden ofrecerse.

La primera de ellas sería que el Gobierno hubiera decidido aceptar la idea de negociación que siempre han defendido los terroristas con la esperanza de que, en el regateo, rebajen sus pretensiones y se llegue a un acuerdo aceptable sobre sus exigencias políticas que ponga fin a la violencia. Sobra decir que supondría una evidente vulneración de los principios del Acuerdo por las Libertades, acuerdo que, en plena campaña electoral y en la Feria de Muestras de Bilbao como escenario, José Luis Rodríguez Zapatero se comprometió solemnemente a mantener vivo hasta la desaparición de ETA.

La segunda razón podría ser que el Gobierno tuviera información sobre la decisión de ETA de abandonar definitivamente las armas, al igual que el Gobierno británico supo de manera fehaciente de una decisión similar del IRA. En ese caso, el objetivo sería facilitar la salida del grupo terrorista, pero habría que tener garantías suficientes de la voluntad de la banda. No sería lo mismo intentar contactos sabiendo que el abandono de las armas es una decisión ya adoptada, que entrar en conversaciones con la esperanza de disuadir a los terroristas. La experiencia de muchos años de conversaciones con ETA y la propia del IRA nos demuestra que al grupo terrorista no se le convence en la mesa de diálogo. Se le derrota social, política y legalmente, pero no se le persuade.

La tercera respuesta sería que tras la decisión de conversar hubiera una estrategia política partidaria. El PSOE, por un lado, y la izquierda abertzale, por otro, podrían coincidir ocasionalmente en el objetivo de hacerle la pinza al lehendakari y a su plan. Los primeros facilitando la presencia electoral de Batasuna para intentar evitar una mayoría PNV-EA, los segundos pagando algún precio, como una tregua temporal, a cambio de salir de la marginación política y volver a la legalidad, aunque fuera con nombre de conveniencia.

Los riesgos de volver a la política de contactos con el terrorismo son muchos y no precisamente por los atentados que ETA pueda seguir cometiendo. Si ETA y su entorno de connivencias políticas vuelven a ser reconocidos como interlocutores políticos legítimos, en diez minutos pueden perderse las rentas de la lucha antiterrorista de los últimos años.