HIPNOSIS COLECTIVA

 

 Artículo de Florencio Domínguez en “El Correo” del 11.06.07

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

Con un breve comentario al final:

 

INEPCIA

 

Luis Bouza-Brey, 11-6-07, 10:00

 

Una de las razones de la supervivencia del terrorismo etarra a lo largo del tiempo es que ETA está permanentemente revisando lo que ha hecho y las consecuencias de sus decisiones, de manera que intenta identificar sus errores para no volver a cometerlos. Esto lo ha hecho con especial intensidad en lo que concierne a los procesos de negociación. Los demócratas no podemos renunciar a un ejercicio similar de autocrítica aunque, como escribía ayer el profesor Antonio Elorza, nos amenacen con convertirnos en estatuas de sal por mirar al pasado.

Del fracasado proceso de negociación con ETA lo primero que tenemos que revisar es su origen, ver si había condiciones para haberlo puesto en marcha o fue todo un ejercicio de voluntarismo. El Gobierno ha diagnosticado como causa oficial de la muerte del proceso la pretensión de ETA de plantear objetivos políticos, algo considerado inaceptable por el presidente. Si ese es el motivo de la ruptura, hay que pensar, entonces, que el proceso nunca debió haber comenzado porque ETA ha planteado siempre, desde antes de la tregua, en el comunicado de la tregua y en todas sus actuaciones posteriores, que su único objetivo era una negociación política, aunque fuera delegada en parte a través de Batasuna.

No ha habido un solo movimiento etarra que indicara que su objetivo, como exigió el Congreso para establecer contactos, fuera el abandono de las armas. Y el Gobierno ha sido consciente de eso, tanto que ha aceptado negociar de política fuera de las instituciones parlamentarias -salvo que los caseríos de agroturismo y las instalaciones de la Compañía de Jesús en Loyola puedan considerarse como tales- con la representación política de ETA. La tregua no se ha roto porque no hubiera negociación política, sino porque esas negociaciones no concluyeron con acuerdo, que es distinto.

Para justificar el inicio del diálogo con ETA se ha apelado numerosas veces a la ausencia de asesinatos, aunque la banda estuvo matando en los dos primeros años en los que Jesús Eguiguren habló con Batasuna. Al Gobierno le llegó la noticia de que ETA había decidido a finales de 2003 dejar de matar y eso le animó a negociar. Si fuera cierto, hubiera sido un éxito de la política de mano dura con el terrorismo en todos sus frentes que entonces se aplicaba, pero es bastante dudoso que ETA tomara esa decisión -en abril de 2004, por ejemplo, envió a un pistolero a Mallorca a matar al Rey- porque hasta dos años más tarde, en febrero de 2005, siguió intentando matar, aunque no consiguiera sus propósitos.

Los fundamentos para iniciar el proceso -no negociación política con ETA y disposición de la banda a abandonar las armas- no existieron. Existió todo lo más un proceso de hipnosis colectiva consistente en querer convertir la incapacidad para asesinar en mérito sobre el que basar el diálogo.

 

Breve comentario final:

 

INEPCIA

 

Luis Bouza-Brey, 11-6-07, 10:00

 

 

La urdimbre de la realidad es la que es, y le podemos llamar de una manera o de otra, pero es la que es. Y de eso se trata, de ponerle nombre a las cosas una vez que las conocemos en sus rasgos constitutivos. Pero aquí nuestros infantiles políticos funcionan al revés: como tienen el cerebro alterado por grandes dosis de fórmulas prefabricadas, se creen que poniendo una etiqueta bonita a la realidad, esta se va a ajustar a la estética de la fórmula. Y la cosa les funciona una temporadita, pero luego la realidad se les revuelve y se impone sobre las palabras, y las destroza, y lo que parecía bonito resulta ser una máscara que oculta tras ella los rasgos deformes de la cruda realidad.

 

Y ahora, la temporadita se acabó a todos los niveles, y las máscaras prefabricadas revientan en las múltiples posiciones del escenario, y toda la tramoya se viene abajo. La fealdad de la teocracia y el fundamentalismo islámico asoma por detrás del diálogo de civilizaciones y la paz universal; la fealdad del soberanismo insolidario asoma por detrás de las maragalladas y el talante del "aceptaré todo lo que venga de Barcelona"; la fealdad de los cayucos, las mafias y el descontrol, asoma por detrás del buenismo de la regularización; la fealdad de la guerra generalizada en las fronteras del islamismo asoma por detrás del pacifismo iluso; la fealdad  de la crisis inmobiliaria, el descrédito económico internacional, los chanchulletes económicos y la corrupción de los pactos internacionales, asoma por detrás de la política económica aparentemente exitosa; la fealdad del anacronismo extremista y nacionalista asoma por detrás de la máscara del izquierdismo "progre" y "rojo"; la fealdad del Tinell, la negociación con ETA, la mentira permanente, la felonía y la perversión, asoma por detrás del diálogo, el proceso y la paz.

 

 ¿Despertará del sueño prefabricado por nuestros tramoyistas la sociedad española? ¿Les hará abrir los ojos la sacudida espantosa del terrorismo y los gritos de los pigmeos nacionalistas? El estruendo será atronador, y el pueblo español tendrá un mal despertar. ¿Qué ocurrirá después? Pues, en primer lugar, descubrirá de nuevo que "el que con niños se acuesta meado se levanta", y luego "se armará la marimorena" y algunos "quedarán a la altura del betún" y "las cañas se volverán lanzas". Y los "falsos profetas" habremos perdido cuatro años de desesperanza y trabajo contracorriente inefectivo. Y habremos perdido la voz, de tanto desgañitarnos avisando a los monos ciegos, sordos y de sonido vacuo.

 

Nuestro país, España, está desguarnecido frente a la inepcia existente en sectores estratégicos de la sociedad. ¿Se producirá el despertar del sueño de cuento de hadas infantil? ¿Servirá el sobresalto de vacuna para el futuro? Ya veremos.