5 REFORMAS IMPRESCINDIBLES

Artículo de David Ortega en “El Imparcial” del 09 de junio de 2010

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

Es evidente que en estos años algo hemos hecho mal para encontrarnos en la situación en que estamos. Ante ello, se pueden tirar balones fuera, buscar culpables, marear la perdiz o lamentarse. Ninguna de esas alternativas nos hará avanzar por la senda de la recuperación. Hemos de ser objetivos y serios, esto es, analizar la situación y ponernos manos a la obra sin mayor dilación ¿tenemos otra opción inteligente? A mi entender, hay 5 reformas de fondo básicas e ineludibles, si queremos construir una casa que tenga pilares sólidos y ser un país serio, para que nos tomen en serio.

Primera, sin duda la más importante, la reforma educativa, sin educación no hay base, no hay esqueleto que sustente al cuerpo. En educación hace falta mucha seriedad y honestidad moral. El principal peligro es la manipulación y el adoctrinamiento, venga de donde venga. La clave es educar en libertad a nuestros jóvenes, para que se dé “el libre desarrollo de su personalidad”, ahí se concreta la dignidad de la persona (art. 10.1 Constitución 1978). Tenemos que respetar a nuestra juventud, son el futuro. Para ello tiene que haber rigor y exigencia, no hay otro camino. La naturaleza humana es dinámica, podemos hacer mucho bien o mucho mal con la educación. Por tanto, mucha atención con este tema. Aparquemos las cuestiones ideológicas, y centrémonos en dar a nuestra juventud las mejores herramientas para que luego ellos elijan en libertad y con responsabilidad lo que consideren oportuno. Un fracaso escolar cercano al 30 % es inaceptable. Familia y educación lógicamente van estrechamente unidas. Un entorno familiar acogedor facilita enormemente el progreso educativo. Cualquier Estado sensato apoya a la institución familiar, pues redunda en beneficio de todos. Familia y educación son una inversión, como todas las importantes, a largo plazo.

Segunda, nuestra clase política. No me refiero a todos los políticos españoles, donde, lógicamente, hay personas muy válidas y admirables. Me refiero especialmente a las cúpulas directivas, a los círculos del poder político. El grado de corrupción y falta de preparación, técnica y moral, es inasumible y al final España, cómo no, se resiente. Ahí están los resultados. PSOE y PP generan una enorme desconfianza al votante español. Sólo veo dos caminos para avanzar, o los partidos presentes se someten a una profunda renovación formal y material -lo cual veo muy improbable- o se abren nuevos caminos, es decir, si no te gusta lo que hay, crea un partido político nuevo, diferente, que aprenda de los errores de los otros ya existentes.

Tercera, muy unida a la anterior, nuestro sistema electoral, que perpetua en el poder al PSOE y al PP. Esto se traduce en que ellos están tranquilos, pues hagan lo que hagan, el sistema prácticamente impide que otra fuerza política de ámbito nacional se pueda abrir paso. El propio Consejo de Estado ya ha señalado lo desigual de nuestro sistema electoral y cómo altera la limpieza o igualdad de oportunidades de nuestro régimen democrático para acceder al poder político. Nuestra democracia precisa de un sistema electoral diferente al que en su día aprobaron las últimas Cortes franquista, ya han pasado más de 30 años de la Ley para la reforma política de enero de 1977.

Cuarta, el desarrollo del Estado de las Autonomías. Nuevamente PSOE y PP han pensado más en llegar o mantenerse en el poder, que en el interés general de los españoles. Así, han cedido ante los partidos nacionalistas y el resultado es un Estado autonómico inviable, insostenible y profundamente ineficaz. La crisis está dejando al aire las vergüenzas de un sistema autonómico que en época de bonanza eran menos evidentes. En democracia prevalecen las mayorías sobre las minorías, el interés general sobre los particularismos y lo esencial -el Estado de Derecho, la jerarquía normativa, el principio de legalidad, los derechos humanos y la separación de poderes- no se discuten, al menos en un país serio.

Quinta y última, relacionada también con la tercera, la despolitización de las cajas de ahorro. No puede ser que más del 50% del poder financiero de España esté politizado. El espectáculo de Esperanza Aguirre y Ruiz Gallardón por el control de Caja Madrid es propio de un país de quinta. Así es muy difícil avanzar.

Evidentemente hay muchas otras cuestiones relevantes a atender, como la reforma de la justicia, la despolitización de instituciones claves como el Tribunal Constitucional o el Consejo General del Poder Judicial, la profunda y necesaria reforma de los sindicatos, de nuestro sistema productivo y de nuestro mercado laboral, pero estimo que las cinco indicadas son básicas y esenciales para que España pueda empezar a andar por el camino sensato y responsable.