Tras casi dos
años de éxitos, la marcha de Mikel Buesa y la
amenaza de expulsión a militantes críticos con Rosa Díez
desata una crisis interna en Unión, Progreso y Democracia
Informe
de Antonio Santos Bilbao en “El
Correo” del 12 de julio de 2009
Amenaza
tormenta en el edén de Rosa Díez. Cuando aún no se han cumplido dos años de la
fundación de Unión, Progreso y Democracia -soplará las velas el próximo 29 de
septiembre-, la abrupta marcha de uno de sus fundadores, Mikel Buesa, la renuncia del hasta hace poco coordinador del
partido en Andalucía y la apertura de expedientes disciplinarios a una quincena
de militantes por criticar abiertamente a la actual dirección política ha
abierto la caja de los truenos en una formación que hasta el momento sólo
paladeaba el éxito.
Pocos
partidos hoy día pueden soñar con una trayectoria como la que ha protagonizado
UPD desde su conformación en 2007. De cuatro elecciones en las que ha debutado,
ha logrado representación en tres. Rosa Díez, líder de la formación, abrió en
el Congreso de los Diputados la estela que luego siguieron Gorka Maneiro como parlamentario vasco y Francisco Sosa Wagner en
las recientes europeas. Sólo Galicia se les ha resistido, de momento. De la
nada ha pasado a tener cierto peso político y reflejo en los medios de
comunicación.
Cuando
todo parecía un remanso de paz, la resaca post-electoral ha sacado a flote las
primeras divergencias serias que, según todos sus protagonistas, llevan larvándose «muchos meses». Mientras para unos las
discrepancias obedecen al «pernicioso afán» del equipo directivo de Díez por
«dominar a la militancia» y «eliminar la más mínima disidencia», desde el
aparato se resta trascendencia a los problemas y se subraya que «sólo» afectan
a una veintena de personas de los más de 6.000 afiliados.
«Van
de víctimas, pero los expedientados han conspirado desde dentro contra UPD. Y
eso no lo vamos a consentir», asegura Carlos Martínez Gorriarán,
fundador de estas siglas junto al filósofo Fernando Savater.
El catedrático de la UPV niega incluso que se trate de una crisis y reconoce
que el equipo directivo se siente «aliviado» por la marcha de «ciertas
personas» que, en su opinión, «se han equivocado de partido». Y subraya que la
irrupción de voces críticas al mismo tiempo en diferentes comunidades autónomas
es «una mera coincidencia» y fruto de la «sequía informativa del verano».
La
versión de los disidentes es bien distinta. Aseguran que han «callado» mientras
la maquinaria electoral estaba activa para «no perjudicar» y que si ahora
hablan, es por el temor a que «unos pocos» tomen las riendas de UPD y diluyan
un proyecto que, recalcan, nació con «vocación de no ser un partido como los
demás, donde unos pocos mandan y otros muchos obedecen». Entre quienes claman
por una mayor «libertad interna» figura Javier Carroquino,
ex coordinador en Aragón y uno de los afiliados con expediente de expulsión
abierto por mantener en funcionamiento, junto a otros compañeros, un blog en
Internet (estanoeslawebdeupyd.blogspot.com) en el que se censura abiertamente
la forma de actuar del equipo de Rosa Díez.
Congreso de noviembre
Este
militante acusa a la líder del partido y a su «más cercano colaborador»,
Martínez Gorriarán, de dirigir la formación con mano
dura, tener «el control absoluto», impedir «la comunicación entre afiliados» de
diferentes territorios y alentar «purgas» contra aquellos «que no son sumisos».
Lamenta, en este sentido, que la cúpula dirigente de UPD no quiera promover la
«pluralidad interna» y considera «excesivo» el castigo a quienes, como él, han
levantado la voz. Recuerda que la dirección del PSOE «nunca» impulsó la
expulsión de Díez a pesar de las declaraciones que la por entonces
europarlamentaria socialista lanzó contra José Luis Rodríguez Zapatero y su
Gobierno durante el proceso de paz. La apertura de expedientes obedece, en su
opinión, a un intento de la dirección de «allanar el camino» al congreso -el
primero de su corta historia- que Unión, Progreso y Democracia celebrará en
Madrid el 20 de noviembre.
Otro
de los disconformes, Mikel Buesa, abunda en la tesis
del «férreo» dominio que Díez y su equipo han establecido. Reconoce que mostró
ya sus primeras discrepancias hace «ocho meses» y que, en su caso, circunscribe
las críticas a la estructura de UPD en Madrid, aunque considera que «los males»
son extensibles a todas las ramificaciones de esta formación. De hecho, afirma
que ha habido revueltas en Andalucía, Valencia, Galicia, Cataluña y Castilla y
León.
Alerta,
en este sentido, de cómo «nuevos afiliados» que se han unido al proyecto «al
calor de los buenos resultados» han comenzado a «apartar» a algunos de los
fundadores por mera «ambición política». «Como en el resto de partidos donde
los burócratas hacen carrera, aunque no tengan muchas luces. UPD lo empezamos
gente que quería luchar por unas ideas y que no tenía ningún afán de tener un
cargo público». Buesa coincide con Carroquino a la hora de censurar el comportamiento en los
últimos meses de Rosa Díez. Ambos aseguran haber planteado a la líder sus
reproches y haber obtenido por respuesta un escueto «lo arreglamos tras las
europeas», que pasado el 7-J se ha traducido en un silencio absoluto.
Corruptelas municipales
Nada
que ver con la versión de Carlos Martínez Gorriarán.
Padre fundador de UPD, distingue entre el caso de Buesa
y el de Carroquino y los otros trece expedientados.
Del militante vasco asegura que la dirección «desconocía» su malestar y que
«nunca» se había quejado. Y describe gráficamente el por qué de su salida: «no
siempre se le puede hacer caso en todo a uno».
La
opinión sobre el militante aragonés es mucho más dura. Además de implicarle en
diferentes «corruptelas municipales» -expresión que ha llevado al aludido a
anunciar medidas legales contra Martínez Gorriarán-,
le acusa de haber impulsado, junto a sus compañeros de blog, una estructura
paralela, una especie de 'partido b', que «sólo» pretendía «la destrucción» de
UPD. «No somos nazarenos. En cualquier formación política se parte de un pacto
de lealtad interna y mutuo apoyo y estos militantes no la tienen», resume. Y sobre
la falta de libertad interna, anuncia: «en el congreso de noviembre vamos a
permitir que todos los afiliados puedan votar por internet la candidatura que
quieran. ¿En qué partido se ha visto eso?». La guerra parece haber comenzado.