LENGUAS NACIONALISTAS

 

 Artículo de Edurne Uriarte  en  “ABC” del 15/03/05

 

Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

 

 

El debate sobre el uso de las lenguas en el Congreso, aparentemente menor, transmite un simbolismo inquietante, tan inquietante como el mensaje de esas lenguas convertidas en instrumentos de combate político por los nacionalistas, hasta ahora en sus regiones, y ahora en el mismísimo Congreso de Diputados. No hay ningún avance en la integración de los nacionalistas, como prometía Zapatero, pero sí una creciente imposición de sus exigencias de confrontación que discurre paralela al debilitamiento de los elementos de cohesión del conjunto de la nación. Ahora le toca al español, la única lengua de comunicación de todos los españoles y la lengua oficial del Estado según la Constitución. El presidente está dispuesto a poner en entredicho uno y otro carácter porque acepta, una vez más, la exigencia de diferenciación y ruptura de los nacionalistas.

Zapatero desconoce incluso el significado de las lenguas para los nacionalismos. Ni siquiera advierte que su decisión de apoyo del uso de lenguas autonómicas en el Congreso es frontalmente contradictoria con su afirmación de que las lenguas están para entenderse y no para dividir y confrontar. Porque el uso de las lenguas que los nacionalistas propugnan es el de la confrontación y la división.

El PNV o ERC no utilizan el euskera y el catalán en el Congreso para profundizar el entendimiento con el resto de españoles. Lo hacen para diferenciarse, para exhibir «su» identidad, y para fomentar la división de «su» nación respecto a esa otra nación española que se expresa en español. Sus palabras en euskera o catalán en el estrado son mensajes de reivindicación nacionalista. El contenido es indiferente; importa el idioma politizado y separador.

Y es que la lengua es el rasgo étnico supremo de los nacionalismos, especialmente del vasco; adquiere incluso tintes sagrados porque es el único elemento claramente distintivo del pueblo vasco, catalán o gallego respecto del pueblo español. La sacralidad es máxima en el nacionalismo vasco por el carácter marcadamente étnico de un nacionalismo que Sabino Arana fundamentó en la existencia de una raza vasca. Pero la incorrección actual del concepto de raza, la imposibilidad de diferenciar en la práctica a la supuesta raza vasca de otras y la necesidad de integración nacionalista de los inmigrantes han llevado a sustituir la raza por la lengua.

El euskera, y en menor medida el gallego y el catalán, constituyen la raza actual de los nacionalistas, la esencia de la diferencia cultural que sostiene la reivindicación de la nación y del Estado. Por eso son convertidas en lenguas de diferenciación y de reivindicación antes que de comunicación o de integración.

La batalla del Congreso de Diputados no tiene nada que ver con la comunicación; se trata de la enésima confrontación de los nacionalismos con la nación española y con la opinión de gran mayoría de los españoles. Y nuevamente también, el punto de vista de la minoría parece a punto de imponerse.