¿QUIÉN DEFINE EL CENTRO?

 

 Artículo de Edurne Uriarte en “ABC” del 31.01.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

Comienzo a perder la esperanza de que sea posible desmontar a corto plazo esa artimaña ideológica de la díada nacionalismo-progresismo. Porque ahora el trabajo se ha puesto aún más complicado con un nuevo emparejamiento que ha renovado el anterior, el del nacionalismo-centrismo. Si muchos intelectuales europeos necesitaron décadas para distinguir aberraciones incomparablemente más graves como los crímenes comunistas, tiemblo al pensar el tiempo que necesitaremos para descontaminar nuestra cultura política de esta ceguera doméstica, tan española, que confunde el nacionalismo con el centro y hasta con la profundización de la democracia.

En la España de Zapatero, los nacionalistas han establecido, y la izquierda, aceptado, que el centrismo está definido por aquello que quieren Carod Rovira, Mas o Ibarretxe. Que los centristas son los que se acercan a sus posiciones. Y que quienes discrepan del nacionalismo están instalados en el radicalismo y en la extrema derecha. Es el mensaje con el que el Gobierno está justificando su cesión «negociada» a los nacionalistas. Se trata de una burda adulteración de la democracia y de los contenidos que sostienen la fractura ideológica izquierda-derecha, pero funciona. Ha penetrado con tanta fuerza en la opinión pública que el principal obstáculo de muchos españoles que quieren oponerse al nuevo Estatuto catalán o a la futura negociación-cesión vasca es hacerlo sin parecer unos extremistas. Y el PP aún no ha sido capaz de darles una salida argumental, ni a ellos ni a algunos de sus afiliados.

Y no debería ser tan difícil. Sobre todo, porque en el resto del mundo nadie equipara, en primer lugar, la democracia con la descentralización. Ese eslogan «a más descentralización, más democracia», es un invento puramente zapateril, una circunstancia de nuestra historia reciente que el presidente ha convertido en un principio democrático. Y que tiene la misma utilidad que ese del patriotismo social; es decir, material para programas de humor.

Lo del centrismo definido por el grado de cercanía al nacionalismo es bastante más sofisticado, pero no menos falso. La división entre la izquierda y la derecha, y, por lo tanto, el lugar del centro, tampoco tienen nada que ver con el grado de nacionalismo en el resto del planeta. Como ya escribiera Norberto Bobbio, el único criterio válido para sostener la dicotomía izquierda-derecha es el de la igualdad. Ni siquiera vale la religión, ni la oposición entre tradición y modernidad, ni mucho menos la de la libertad-autoridad. Lo del nacionalismo como criterio del centrismo no está en su libro. Ni en ningún otro libro. Ni país. Este es un invento español, aunque no zapateril. Y muy tosco. Pero muy eficaz para acosar a la derecha. Sobre todo, por esa tendencia irrefrenable que tiene a declararse culpable cada vez que oye esa mágica palabra llamada centro.