MENTIRA Y PRECIO POLÍTICO

 

 Artículo de Edurne Uriarte en “ABC” del 11.07.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

 

¿Puede mantener su legitimidad un Gobierno que ha mentido en un asunto de Estado crucial y que ha pactado un precio político con los terroristas? La respuesta la darán los españoles. Hasta que la conozcamos, hay dos hechos gravísimos que ahora son incontestables: la mentira y el pacto secreto con ETA en torno a unas contrapartidas políticas. Lo acaba de desvelar ETA a través de su órgano oficioso, «Gara». Como siempre, ETA acaba contándolo todo.

Resulta que lo que las fuentes gubernamentales negaban reiteradamente y calificaban de histeria de la derecha e incluso de deseos de impedir la paz corresponde exactamente a la realidad. Y lo más probable es que, además de la revelación de los propios terroristas, exista hasta documento escrito. El precio político ha dejado de ser una fantasía de malpensados y antigubernamentales o una ambigua y vaga promesa de futuro que los socialistas habrían insinuado a ETA para engañarla. Esa supuesta alucinación de los irreductibles resistentes a ETA, afectados, los pobres, por tantos años de movilización antiterrorista, figura en un pacto secreto realizado entre el Gobierno y ETA justo un mes antes de la tregua.

Para todos esos despistados, ingenuos o sectarios que el pasado día 29 de junio no quisieron enterarse de que «el respeto a la libre decisión de los vascos» al que se refería Zapatero es la exigencia esencial de ETA, «Gara» nos explica el origen de esa frase. Estaba en el acuerdo alcanzado con el Gobierno en febrero. Y Zapatero no la articula el día 29 por casualidad, sino porque era parte del compromiso, la parte esencial para ETA. Y se acordó un mes antes de la declaración de tregua, y no hace dos semanas. El precio político tiene una extremada gravedad en cualquiera de las dos fechas. Pero el conocimiento de que fue pactado hace seis meses añade agravantes a la mentira. Porque ya no caben excusas con eso de los juicios de intenciones malsanos que nos atribuían a algunos los portavoces gubernamentales. Hablamos de hechos que ya se han producido.

Y esos hechos revelan que todo el discurso gubernamental sobre el «proceso de paz» es falso, que el Gobierno no ha contado la verdad a los ciudadanos. No hay una ETA derrotada que renuncia a la violencia y un Gobierno que exige, verifica y actúa a continuación con generosidad. El proceso es exactamente al revés. Hay un Gobierno que ofrece previamente pagos políticos a ETA y una ETA que deja de matar a cambio de esa oferta. Y si el precio del «derecho de decisión» es ya un atentado contra las reglas democráticas, los restantes compromisos gubernamentales no le van a la zaga: paralización de las detenciones, «vista gorda» frente a las actividades del brazo político e inclusión de Navarra en los acuerdos.

Supongo que, a pesar de la acumulación de las evidencias, todavía quedan a estas horas algunos de esos del «pero debo creer a mi presidente». Espero que le pidan al menos algunas explicaciones.