EL VERDADERO EXTREMISMO 

 

 Artículo de Edurne Uriarte en “ABC” del 26.09.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. 

 

Cuando expire el ultimátum de ETA, a mediados de octubre, sólo pueden pasar dos cosas: que el Gobierno complete su estrategia de cesión y forme la mesa de partidos o que ETA rompa la tregua. Pero lo que no va a ocurrir es eso con lo que el Gobierno ha manipulado a la opinión pública desde hace meses, la rendición de ETA a cambio de medidas de alivio para sus presos. Sin precio político, que es la falsedad con la que Zapatero ha sostenido la legitimidad de su proceso de negociación. La declaración etarra del sábado es la enésima confirmación de esa falsedad.

Que al final sea ETA la que pueda romper sólo significa que su precio político es mucho mayor que el esperado por el Gobierno. O pagadero en un plazo bastante menor del calculado, tan inmediato que hace imposible el mantenimiento de la manipulación. Pero no que esta negociación no haya estado montada desde el principio sobre un precio político, el de las dos mesas, una oferta que el Gobierno aún mantiene en pie a pesar de la reiteración del chantaje violento de los etarras. Y rompa quien rompa la negociación, la consecuencia de los pasos dados hasta ahora por el Gobierno no es que volvamos al punto de partida del proceso, como escribía ayer Carlos Martínez Gorriarán. El problema es mucho peor y es que ya hemos retrocedido varios años en la lucha antiterrorista.

Y no me refiero a la eficacia policial que no ha hecho más que mejorar. Me refiero a un instrumento al menos igual de importante para combatir el terrorismo que es el consenso ideológico y social en torno a la consideración del terrorismo como una actividad criminal rechazable sin matices y sin «causas» con el que no cabe ningún tipo de negociación. España tardó más de veinte años en construirlo, al menos hasta mediados de los noventa, tal era la fuerza de la legitimidad antifranquista con la que ETA pervivió en la democracia.

Eso es lo que Zapatero ha erosionado gravemente con su conversión de la lucha antiterrorista en un «proceso de paz». Y no estamos ante errores de cálculo de un Gobierno pragmático sino ante las consecuencias de la imposición de los postulados de la extrema izquierda en el tratamiento del terrorismo. Es irónico que Zapatero se dedique ahora a la denuncia de la extrema derecha cuando la única política extremista, pero de extrema izquierda, que el estado ha articulado en España es este «proceso de paz» que él ha diseñado y llevado adelante en sus fases iniciales. Hay meros ignorantes y frívolos que le han acompañado en esta operación, gentes desconocedoras de la dinámica terrorista o de la política vasca. Pero la inspiración política que ha metido a las instituciones políticas de nuestro país en este lamentable tira y afloja con los terroristas es de sustancia profundamente ideológica. De un extremismo de izquierdas que es el único realmente amenazador por el momento en España. Está en el propio gobierno, toma decisiones y se disfraza de pragmático y de pacifista.