INGENUO... O RADICAL

 

 Artículo de Edurne Uriarte en “ABC” del 04.01.07

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. 

El formateado es mío (L. B.-B.)

 

La insistencia en la ingenuidad de Zapatero incluso después de su reacción al atentado del sábado revela que los auténticos ingenuos de esta historia son los numerosos analistas y los muchos españoles que se han agarrado a ella en contra de todas las evidencias sobre ETA y sobre el precio político del proceso. La ingenuidad aplicada al concepto de paz de Zapatero es tan errónea como el supuesto talante de uno de los políticos españoles más sectarios de los últimos años.

El problema de Zapatero respecto a ETA no es la confusión o el desconocimiento. Su responsabilidad es justamente la contraria, la del conocimiento de las condiciones de negociación y de los objetivos de ETA y la persistencia del diálogo a pesar de todo ello. Incluso después del atentado, Zapatero dejó las puertas abiertas a una futura reanudación del diálogo. El significado de sus palabras fue tan claro que ha resultado ridícula la pretensión socialista de atribuirle un mensaje de ruptura que tan sólo emitió Rubalcaba tres días después ante el escándalo causado por la rueda de prensa del sábado.

Todos, el Gobierno en primer término, hemos conocido desde la proclamación del alto el fuego que la negociación política era irrenunciable para ETA y que no tenía ninguna intención de abandonar la violencia hasta concluirla. La posibilidad misma del atentado del sábado estuvo anunciada en cada uno de los comunicados de presión emitidos desde entonces que jamás mostraron el menor indicio de un cambio significativo en ETA.

El empeño en la continuación del diálogo en estas condiciones y con esta banda no es producto de la ingenuidad de un pacifista o del error de cálculo de un optimista. Ni siquiera se trata de la incapacidad de análisis de un inepto sino de la concepción del terrorismo etarra del político de la «transición inacabada», inacabada respecto a los nacionalismos, la memoria histórica, o respecto a ETA.

Si la opinión pública le deja un resquicio, retomará el diálogo cuando el horror del último atentado se difumine en nuestra memoria. Zapatero no cree en la derrota de ETA sino en el diálogo con ETA. Y no tiene plan alternativo a su «proceso de paz».