¿NECESITAN
MILITANTES LOS DIRIGENTES DE UPYD?
Artículo de Elisa Jovellanos en su blog del 23 de junio de 2009
Por su interés
y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio
web
La
última generación de partidos políticos españoles no quiere demasiados
militantes en sus filas, son una molestia para los dirigentes. Con las
subvenciones y los recursos ajenos pueden ir tirando. Si el ex secretario de Ciutadans, Antonio Robles, llegó a decir que con 500
afiliados le sobraba para hacer su proyecto no nacionalista catalán; en UPyD, ningún dirigente se molesta porque los militantes
vayan solicitando la baja, al menos las deserciones masivas que se están
produciendo no merecen ni una reseña, ni un comentario en las páginas del
partido, mientras el proceso de depuración continúa.
La coartada democrática de su organización se desvanece por momentos, las
denuncias se multiplican en internet, los testimonios personales de ciudadanos
responsables que han visto quebradas sus ilusiones y esperanzas inundan la red.
En UPyD, el comportamiento de los dirigentes, que
saben que están vulnerando la legalidad vigente, porque ni cumplen la ley de
partidos, ni siquiera la Constitución Española, que además están vulnerando la
ley civil y posiblemente la penal en los expedientes, expulsiones,
destituciones y otras cacicadas, es notoriamente
singular.
Sólo
quieren que se queden en el partido los que asientan a todo lo que se dictamina
desde el Consejo de Dirección y estén dispuestos movilizar los votos con su
trabajo sin siquiera rechistar. La obediencia al líder es la virtud más
valorada, el silencio ante las arbitrariedades y la disciplina monacal también.
Los
pobres afiliados no quieren creerse que las siglas y los colores que han
defendido hasta ahora, más que un partido político representan un excelente
negocio para los designados dirigentes. No quieren creerse que el único motivo
que hay tras toda la parafernalia que se ha organizado es exclusivamente
económico. No se quieren resignar a ver que no cuentan para nada, y que nada
pueden hacer por cambiar el rumbo de la formación, salvo denunciarlo sin
interrupción.
En el pasado, los militantes eran necesarios, pero hoy son un estorbo; al
principio fueron requeridos en UPyD para arrancar con
el proyecto, para sacar al partido de la nada existencial. Ahora ya no son
imprescindibles, los 60.000 euros que representan las cuotas mensuales de los
militantes de UPyD, no son nada comparados con los
casi 900.000 que ingresará el partido por los votos obtenidos en las pasadas
Elecciones Europeas, más otras asignaciones y los sueldos del eurodiputado y
sus asesores. Si esto ocurre en partidos minúsculos, imagínense lo que ocurre
en los grandes. Y luego están las fundaciones de los partidos políticos, que
reciben millones de euros a cambio de nada. Como los sindicatos, títeres del
poder que disfrutamos en este país.
Los
militantes fueron importantes al principio, para difundir las ideas, ahora con
un programa de televisión o radio se logra expandir el mensaje mucho más
deprisa y a mucha más gente. Rosa Díez que es una experimentada política, sabe
que llamar “garrapata” a Sastre le dará numerosos titulares en los medios, que
tienen entre sus seguidores a los que consideran que el dramaturgo puede ser
realmente una garrapata.
Esa
es la realidad y no hay nada más. La estrategia ha sido urdida con sibilina
inteligencia. UPyD ya no necesita militantes, ni debates,
ni conflictos, ni democracia, ni libertad. Saben que muchos, por discreción,
como el 60 % de los miembros fundadores que ya no están en consejo político del
partido, se acabarán yendo sin decir nada, para evitar problemas. Otros dirán
algo, pero el tráfago de noticias cotidianas lo irá tapando deprisa.
Esta
es la realidad de los partidos políticos españoles, mensajes huecos en
formaciones vacías, en las que los cuatro de turno se repartirán los beneficios
de la inversión de tiempo que realizan en el asunto, para mejorar su posición
personal. Por eso no hay nada que hacer, UPyD se ha
convertido en una auténtica maquinaria electorales, un ecosistema formado por
dirigentes designados rodeados de obedientes seguidores, con una lealtad servil
a Rosa Díez. No busquen más, porque no lo hay.
Sin
embargo, Rosa Díez ha entrado en una espiral sin retorno, en la que dirá lo que
haya que decir, lo que resulte grato a los oídos de los posibles electores, lo
que atraiga más la atención sobre su persona y su partido. Pero realmente esas
palabras huecas no son más que la demostración de su vulnerabilidad, sin un
partido consolidado democráticamente que las apoye detrás, se quedan en un
brindis al sol, un acto de demagogia y propaganda, que el paso del tiempo, ese juez
inapelable, acabará mostrando. No tardará en llegar el día en que tras cada
titular arrancado a los diarios por Rosa Díez, algún periodista añada que eso
está muy bien, pero que el partido está hecho una mierda, y si no sabe arreglar
su propia formación, como va a pretender que puede mejorar este país.
A
este paso tendrán que llamar a los antiguos compañeros del PSOE, para que vayan
en las listas de UPyD en las próximas elecciones municipales, como sigan en
crisis van a sacar más concejales que militantes tienen, por eso los más
ambiciosos son los que se quedan callados, mientras los que realmente tienen
algo que aportar salen corriendo, porque nunca serán admitidos entre los
elegidos. Por eso las candidaturas alternativas que se presenten al próximo Congreso
no tienen nada que hacer. El partido de Rosa Díez es también la empresa de Rosa
Díez y sus empleados.
Esto es lo que puede ofrecer hoy por hoy, UPyD, una
legión de trepas obedientes y pelotas advenedizos, dispuestos a mejorar su
situación personal a costa de los demás, y las valientes palabras de Rosa Díez,
por supuesto, las que produzcan más titulares