EN PRESENCIA DE VIOLENCIA

 

 Editorial de   “El País” del 19/01/2005

 

Por su interés y relevancia, he seleccionado el editorial que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

Las esperanzas de quienes interpretaron el apoyo de Batasuna al plan Ibarretxe como garantía de "ausencia de violencia" por una temporada no se han confirmado. Horas antes de que estallara en Getxo un coche bomba preparado por ETA, el portavoz de Batasuna, Arnaldo Otegi, advertía ayer de que, "por el momento, no existe un proceso de paz".

La confirmación por vía de hecho de ese diagnóstico significa que la oferta de negociación presentada el viernes por ese mismo portavoz y avalada el domingo por ETA es compatible con los coches bomba. Es la respuesta de la banda a la cautelosa pero receptiva actitud del Gobierno ante la misiva de Otegi: para oírle es preciso que calle ETA. Pero ETA no está dispuesta, ni Otegi a distanciarse de lo que la banda decide.

ETA alertó de la explosión, pero eso no significa que quisiera evitar víctimas, según el consejero vasco de Interior, Javier Balza. El comunicante dio el nombre de una calle distinta, sólo transcurrieron 20 minutos entre el aviso y la explosión, y sobre todo, es imposible prever los efectos del estallido de una bomba de 40 kilos en plena calle.

No es un atentado como los del verano en la cornisa cantábrica, ni siquiera como los del puente de la Constitución en Madrid. ETA contaba ayer con la posibilidad de que hubiera víctimas. De hecho, un ertzaina resultó herido.

Atribuir otro significado más allá de ese mensaje de afirmación de su voluntad de no desistir resulta arriesgado. ETA no ha renunciado nunca a la violencia. Sólo lo hará si sus jefes llegan a la conclusión, como Pakito y los otros ex dirigentes presos, de que no sirve para hacer avanzar causa alguna.

La debilidad de ETA se debe en primer lugar a las detenciones a ambos lados de los Pirineos, pero también a la falta de objeto de la violencia una vez que se convenció de que ningún gobierno español negociaría concesiones políticas a cambio de su cese. Esa debilidad política, unida a la ilegalización del brazo político, hace en teoría verosímil la idea del abandono de las armas, como ocurrió en su momento en Irlanda.

Pero se trata de una hipótesis, no de una realidad constatable. Lo constatable es lo contrario: ETA ha seguido realizando atentados después del discurso de Otegi en Anoeta, en noviembre, en el que expresó su compromiso con los métodos políticos y democráticos.

Por tanto, conviene evitar euforias poco realistas. Si ETA está dispuesta a dejar la violencia no tardaríamos en enterarnos. Ayer expresó claramente que no lo está, sin que ello cogiera por sorpresa a Otegi.