TEXTO ÍNTEGRO DEL MENSAJE DE NAVIDAD
DEL REY
Publicado en
“El País” del 26 de diciembre de 2009
El formateado es mío (L. B.-B.)
El Rey reclama unidad a los políticos y pide la suma de voluntades para salir
de la crisis
¡Buenas noches! Mis primeras palabras en esta Nochebuena
me salen del corazón para expresar mi afecto y mi mayor felicitación a todos
los españoles. Quiero compartir con vosotros ideas y sentimientos sobre España,
sobre nuestro presente y nuestro futuro.
Unas ideas que buscan el bien de nuestro país, como
gran Nación europea de larga historia e inmenso patrimonio. Un país que no
puede comprenderse sin esa rica diversidad consustancial al mismo ser de
España. Con este espíritu, mis reflexiones de esta noche se dirigen a pediros
que, juntos, acometamos tres tareas fundamentales:
En primer lugar, superar tensiones y divisiones, sobre
la base de los principios y valores que alimentan lo mejor de nuestra
convivencia e inspiran nuestra Constitución.
En segundo lugar, sumar voluntades en torno a los
grandes temas de Estado, reforzando nuestra cohesión interna y nuestra
proyección exterior.
Y, finalmente, redoblar esfuerzos para que España
vuelva a crecer y a crear empleo. Cuanto antes, y de forma sostenible.
Vivimos tiempos complejos y difíciles. El Siglo XXI va
a cumplir su primera década. El mundo es más global en sus posibilidades
-gracias a las comunicaciones y a los avances tecnológicos-. Más global también
en sus desafíos -que desbordan las fronteras nacionales-. Desafíos que van
desde la lacra del terrorismo, la crisis económica o el cambio climático, hasta
las pandemias o el narcotráfico. Todos ellos requieren de la acción conjunta de
los Estados.
Es mucho lo que nos jugamos en los próximos años. El
futuro impone decisiones estratégicas de gran calado, tanto a nivel interno,
como a escala europea e internacional. Decisiones en materia económica y
financiera, energética, medioambiental, educativa o tecnológica. Todas ellas
esenciales para no perder el tren del progreso, defender el futuro de nuestro Planeta,
y asegurar el mejor porvenir a las nuevas generaciones.
Decisiones que deben tener visión anticipatoria y
estar a la altura de los retos planteados. Para afrontar estos retos, es
preciso desplegar nuestras mayores capacidades, con una
España sólida y cohesionada, en una Europa dinámica y solidaria.
Los tiempos actuales nos reclaman tesón y fortaleza.
Fortaleza como país que a todos nos proporciona libertad, estabilidad y
progreso.
Fortaleza como ciudadanos más preparados y
competentes, promoviendo la educación y la igualdad de oportunidades.
Fortaleza en el plano económico y social, con un
tejido productivo cada vez más innovador, competitivo y activo en el mundo,
capaz de mantener y elevar nuestro bienestar social.
Esa mayor fortaleza requiere el más amplio
entendimiento y solidaridad entre todos los españoles, entre todas y cada una
de nuestras Comunidades Autónomas. No nos podemos permitir que las legítimas
diferencias ideológicas resten energías al logro de los consensos que piden
nuestros ciudadanos.
Sabemos cuál es el camino a seguir. En las últimas
décadas hemos sido capaces de resolver grandes problemas, contando con el
esfuerzo de todos, la voluntad de acuerdo y el liderazgo responsable de
nuestros dirigentes políticos, económicos y sociales. La experiencia nos
demuestra que todos somos necesarios para culminar con éxito esa tarea.
Sirvamos al interés general. Para ello necesitamos
actuar con inteligencia y generosidad, y aplicar la fuerza de la unidad, del
diálogo y del compromiso, en el marco del respeto a nuestra Constitución.
La Constitución garantiza un amplio abanico de derechos
y libertades, fundamenta una avanzada articulación de nuestra rica diversidad
territorial, y nos dota de instituciones que son claves para la estabilidad y
convivencia democráticas, y el buen funcionamiento del conjunto de España. Unas
instituciones independientes para el mejor y más justo ejercicio de sus
responsabilidades, por lo que todos debemos preservar esa independencia en aras
de la confianza que los ciudadanos tienen depositada en ellas.
En 2009 la grave crisis económica ha llevado a que el
desempleo sea la principal preocupación de las familias españolas. Afecta a
varios millones de personas, angustiadas no sólo por la pérdida de ingresos,
sino por la falta de horizontes en sus vidas laborales y personales.
Las dificultades han afectado y afectan a muchos
trabajadores y empresas en los diferentes sectores productivos, desde la
agricultura y la pesca hasta la industria, pasando por la construcción y los
servicios. Volver a crecer es el reto más apremiante para poner fin al
desempleo, garantizando la más alta protección social a quienes lo padecen.
Debemos atender también las legítimas expectativas de nuestros jóvenes,
apoyarles e ilusionarles, pues en ello nos va el futuro.
Se han tomado medidas a escala internacional, europea
y nacional para detener la crisis y paliar sus efectos. Son muchos los
esfuerzos y sacrificios desplegados a todos los niveles. Pero queda mucho por
hacer, es preciso seguir adelante. Como ya dije el año pasado, la solución de
la crisis exige trabajar juntos en la misma dirección.
Es pues necesario seguir adoptando medidas, lograr acuerdos entre nuestras fuerzas políticas, económicas
y sociales, que permitan, por un lado, asegurar la mayor solidaridad y,
por otro, acometer las reformas precisas, a fin de lograr una pronta recuperación
en un clima de seguridad y confianza.
Urge asimismo -como vengo insistiendo desde hace
tiempo- sellar -hoy mejor que mañana- un gran acuerdo
nacional en materia de educación e incentivar aún más la innovación. Se
trata de dos factores fundamentales que, junto al trabajo sacrificado de todos,
permitirán aumentar nuestra competitividad y productividad y, por ello mismo,
nuestro progreso y bienestar.
Tampoco podemos escatimar esfuerzos a favor de la
igualdad de oportunidades, de los más pobres, vulnerables y desfavorecidos, ni
en la lucha contra la exclusión y la marginación social. A favor de quienes
viven problemas que a todos nos incumben, como la discapacidad, las graves
enfermedades, la drogadicción, o la inaceptable violencia de género.
En estas fechas tan entrañables, recuerdo con especial
emoción -junto a mi Familia- a todas las víctimas del terrorismo y a sus
familiares, que cuentan con nuestro apoyo, solidaridad y afecto, así como de
toda la sociedad española.
Acabar con el terrorismo -desde el imperio de la Ley,
la acción de la Justicia, la sacrificada entrega de las Fuerzas y Cuerpos de
Seguridad, y la cooperación internacional- es un objetivo de todos los
demócratas en defensa de la libertad y de los más elementales derechos humanos.
Los avances en la lucha contra el terrorismo nos
animan a redoblar esfuerzos. Se trata de una prioridad irrenunciable. Una lucha
que se extiende al terrorismo internacional, que tan inmenso dolor ya ha
causado, y que ha secuestrado de forma intolerable a varios compatriotas
-volcados en nuestra cooperación al desarrollo-, cuya libertad exigimos.
La paz y la seguridad de España no pueden desligarse
del resto del mundo. De ahí que quiera volver a subrayar el reconocimiento de
la sociedad española a quienes sirven a nuestro país en el exterior. Especial
mención merecen los miembros de nuestras Fuerzas Armadas que arriesgan sus
vidas en misiones internacionales, incluida la vigilancia frente a acciones
delictivas tan inaceptables como la piratería marítima.
Y es que nuestra seguridad, nuestro progreso y
bienestar, dependen cada vez más de una eficaz protección y promoción de
nuestros intereses en el mundo. Lo palpamos a diario. Por ello, importa
consensuar y coordinar al máximo el papel internacional de España.
En este marco, dentro de unos días España asumirá por
cuarta vez la Presidencia de la Unión Europea, en un momento en que la Unión
debe tomar medidas de vital importancia para su futuro. Tras la puesta en
marcha del Tratado de Lisboa, resulta prioritario lograr una Europa más unida,
dinámica y presente en el mundo.
Son muchos los retos y también las esperanzas que
marcan este fin de año. El porvenir al que aspiramos no llegará sólo. Tenemos
que moldearlo juntos desde ahora, con profunda confianza en España y en los
españoles, aplicando mucho sentido de Estado, tanto a
la hora de gobernar, como de ejercer la oposición.
Como he dicho tantas veces, la España de hoy es capaz
de grandes empresas. Con empeño y determinación, se puede ganar la batalla
contra la crisis y conseguir cuantos objetivos nos fijemos. Sigamos trabajando
para que prime la fraternidad sobre las desavenencias, la confianza sobre el
recelo, el bien colectivo sobre los egoísmos particulares, y para que la
honradez sea regla inexcusable de conducta.
La Corona tiene como norte el servicio a España y a
todos los españoles. Éste es y seguirá siendo mi compromiso diario con todos
vosotros. Una tarea con la que el Príncipe de Asturias también está plenamente
comprometido.
Para concluir, quiero reiterar -junto a la Reina y
toda mi Familia- nuestro afecto a todos los españoles y a cuantos extranjeros
residen en nuestra tierra.
Queremos expresaros los mejores deseos para el Año
Nuevo que esperamos lleno de felicidad para cada uno de vosotros y para
vuestras familias. ¡Que sea para todos un Año cargado de paz, concordia,
recuperación económica y más empleo! ¡Os lo deseo de todo corazón!
Buenas noches.