STOP
AL FASCISMO
Artículo
de Ainhoa
Peñaflorida en "El País del País Vasco" del 11-9-02
Con un muy breve comentario al final
EL TOTALITARISMO VASCO
Luis Bouza-Brey
He
tenido conciencia de vuelta al cole al oír los gritos de 'fascistas' y
'asesinos' dirigidos contra los ertzainas que
cumplían la orden judicial de cerrar las sedes de Batasuna. La verdad es que
sólo era la continuación de su campaña de primavera bajo el lema 'Stop al
fascismo'. Una campaña perfectamente compatible con la negativa de sus
concejales a gritarles ¡stop! a los fascistas que asolaron Santa Pola. Quizás les pasa como a aquel buscador de setas, que
se enfadaba con su compañero que acababa de encontrar un reloj entre las
hierbas: '¿Pero tú a qué estás? ¿A setas o a rolex'?
Los
de Otegi están a setas, ocupados en parar los tanques que 'Madrid' envía contra
'el pueblo'. Y, claro, no pueden distraerse con otras 'expresiones del
conflicto'. El lenguaje de sus camisetas soporta impasible el asesinato y su
propia concepción fascista de la vida social. Quienes pensamos que la actuación
de la Ertzaintza garzoniana
puede dificultar el ascenso fascista, debiéramos anotar que en esta vuelta al
cole es urgente repensar el fascismo y comprender su vigencia.
La
mejor referencia del fascismo sigue siendo el nazismo alemán. Porque Hitler
llegó al poder en unas elecciones democráticas, y en uno de los países más
desarrollados y cultos del mundo, de la mano de una mayoría de alemanes que ni
siquiera eran nazis. Y más tarde, con Hitler ya en el poder y aniquilada toda
posibilidad de oposición interior, el nazismo preparó la mayor destrucción de
vidas humanas de la historia, ante la pasividad increíblemente irresponsable de
los principales políticos democráticos de Europa.
La
violencia está en el núcleo inicial del fascismo, como estuvo en los orígenes
de ETA, incluso diez años antes de su primer asesinato. A diferencia de los
fascismos alemán, italiano o español de los años treinta, ETA nació en una
dictadura. Pero fue al llegar la democracia cuando se vio clara la falacia de
los primeros etarras, que creían (o deseaban creer) que la violencia sólo les
iba a servir para contrarrestar la violencia antidemocrática de la dictadura. Y
es que la violencia es más que nunca necesaria en democracia para quien se
empecina en vencer a los propios convecinos, cuando sabe que ya no le va a ser
posible convencerlos.
Aunque
la violencia por sí sola no basta para que surja el fascismo. En el caso de los
nazis, la violencia física encontró el mejor complemento en el lenguaje. Adolf
Hitler aportó su especial talento para transfigurar la violencia en un lenguaje
totalitario. Sus discursos empezaban hundiéndose en el victimismo para resurgir
luego como profecías terribles. Tales discursos hubiesen parecido patéticos o
cómicos. Pero no era para tomarlos a broma, porque la violencia real que los
nazis practicaban colmaba de sentido las palabras y los gestos más
histriónicos.
La
finalidad de todo ese montaje no es otro que el poder. Un poder político y
social sin límites. Sobre todo, sin límites morales. Es lo que los nazis
llamaban el triunfo de la voluntad. Si no puedes hacer que te amen, haz que te
tengan terror, como diría uno de esos maridos psicópatas. Y hacen de su
principal carencia una virtud, erigiéndose a sí mismos en encarnación de la
voluntad del pueblo. Vencer en tales condiciones exige eliminar, no sólo
física, sino sobre todo moralmente a cualquier adversario potencial. Aquí el
lenguaje viene a sumarse a la violencia y se convierte en fascista, al servicio
del poder totalitario.
El
poder no es sólo el fin de ese movimiento. Es también el medio que permite más
poder, mayor violencia y que su lenguaje llegue a silenciar cualquier otra voz.
Aquí radica uno de los mayores errores que suelen cometer muchos demócratas.
Creen que con el poder se moderan los fascistas. Cuando sucede lo contrario,
que cuanto más poder tienen, más quieren y mayores son sus posibilidades de
arrancarlo. Las metas del fascismo se mueven siempre hacia delante. No en vano
son ellos la voluntad de un pueblo en marcha.
El
lenguaje totalitario tiene una primera función de coartada para la violencia.
Pero, más aún, sirve de multiplicador de los efectos de la violencia física.
Matar a unos pocos para aterrorizar a miles. Y una función aún más importante,
legitimar a los criminales fascistas y deslegitimar, presentando como
criminales, a quienes se atreven a oponerse. Por desgracia, esto no sólo lo
hacen los fascistas. Partidos de historial democrático contribuyen a la
legitimación del fascismo de formas más sutiles y sin ningún peligro de caer
bajo el código penal.
Es
una alquimia del lenguaje capaz de trasmutar en oro acuñado el plomo de las
balas. De qué materiales se sirve ese lenguaje y qué operaciones aplica, será
el tema de la próxima crónica. Si Dios quiere, y la mujer de Rufino.
Muy breve comentario
EL TOTALITARISMO VASCO
Luis Bouza-Brey
Para aquellos que no lo entienden ---o que sí, pero que dicen que
no--- artículos como éste resultan útiles. Para ilustrar a unos y para
desenmascarar a otros.
El totalitarismo vasco y todos los que se aprovechan de él, por
activa o por pasiva, se apoya en tres pilares: la violencia, la impunidad, y la
"legitimidad" derivada de la perversión del sentido de la realidad.
Por eso es tan importante y positiva la ilegalización de Batasuna:
porque añade a la lucha contra la violencia de ETA el ataque a los otros dos
pilares del totalitarismo. Por una parte, desmantela un espacio de impunidad
para la organización del apoyo a la violencia de ETA y de la violencia "de
baja intensidad" ---kale borroka,
amenazas, chantajes, etc.---. Pero por otra parte, y esto es lo más
importante, la ilegalización de Batasuna rasga la espesa niebla de la mentira
construida en Euskadi durante todos estos años, por obra de la pasividad y las
falsas esperanzas de unos y de la incentivación ciega, torpe e interesada de
otros.
A Batasuna habría que recitarle la conocida poesía ---de Bécquer, o
Darío, ¿no?--- y decirle "¿y tú me preguntas qué es el conflicto? El
conflicto eres tú". Y eso es lo que hace la ilegalización: poner de
manifiesto que una democracia digna de su nombre no puede asimilar o tolerar ni
la violencia, ni la gran mentira construida por los totalitarios para pervertir
el sentido de la realidad durante todos estos largos años. Las víctimas
son víctimas y no verdugos; el "conflicto", en Euskadi, desapareció
hace años... el único que queda es el de los totalitarios con la democracia ;
los "patriotas" que mueren poniendo bombas son asesinos necios y
fanáticos; y toda esa niebla ideológica de un pueblo vasco oprimido por dos
Estados que necesita liberarse es una GRAN MANDANGA anacrónica, que se
mantiene a ras de suelo en Euskadi por obra de la violencia material y
espiritual de unos y el inmovilismo, el sectarismo y el cerrilismo de otros.
Por eso es tan importante que esta operación se lleve adelante,
porque será como una ráfaga de viento que hará disolverse esa niebla que empaña
las imágenes en Euskadi desde hace tanto tiempo, abriendo a la luz de la
democracia y la racionalidad una cultura política anacrónica y fundamentalista.
Y eso es tan fundamental que producirá efectos radicales sobre el
futuro, aunque ya está comenzando a producirlos ahora.
¿Quiénes no lo entienden? Los totalitarios, la "Santa
Compaña", que se mueve como pez en el agua entre esa densa niebla,
la sedicente izquierda delirante que siempre está en el lado equivocado
"del conflicto", y todo un conjunto de "progres" que siguen
viviendo en la pereza mental de los tropismos de la transición, con filias y
fobias heredadas y congeladas.
El momento es crucial, señores, hay que hablar claro y duro, aunque
sea con imágenes literarias. ¡Despertemos de una vez!