EL CONSENSO ACABADO

 

 Artículo de Arcadi Espada en “El Mundo” del 17.01.07

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

Entrevistado por Carlos Herrera, Mariano Rajoy acusó al presidente Zapatero de haber roto el consenso político español en torno a asuntos fundamentales, como la lucha contra el terrorismo, la memoria histórica sic y la organización territorial del Estado. Tal vez. Pero el problema profundo es que ha podido romperlo. Quizá no cuente con la hegemonía social que le permita imponer sin problemas su modelo político. Pero tiene el apoyo de cientos de miles de ciudadanos. Pocas veces este apoyo se ha manifestado de manera más contundente y hasta desgarradora que en las últimas semanas. Aún no estaban enterrados Estacio y Palate y muchos ciudadanos españoles, notables o no, decían que la negociación con los terroristas debía continuar. No eran votantes de la izquierda abertzale o de partidos marginales: eran votantes socialistas, de IU, de partidos nacionalistas, e incluso algún votante conservador. Gente con nómina y hacienda. Es probable que Zapatero sea un pésimo gobernante; pero piensa y habla en nombre de muchos españoles. El terrorismo, la memoria o la organización territorial no son asuntos menores. Todo lo contrario: vertebran la actividad política y moral de los ciudadanos. Y no hay acuerdo social sobre ellos. Al contrario: España está dividida en dos nítidas mitades.

Lo cierto es que, después de 30 años, los consensos de la Transición se han acabado. Los consensos fueron zurcidos, sustancialmente, por una generación que ya ha desaparecido. Hoy ocupan el poder (los poderes), gentes que, mayoritariamente, están entre los 40 y los 55 años. Se trata, aparentemente, de personas mucho más diversas, en cuanto a su origen social y a su formación cultural; para las que la Guerra Civil es más mito que mierda y cuya experiencia de la Transición se asocia, antes que al miedo, al alegre desorden de la calle y la escuela; que han sido educadas, por lo menos las más jóvenes, en la orgullosa y nefasta religión nacionalista; y en muchas de las que sufrieron los últimos años del franquismo hay, finalmente, una maceración de derrotas ideológicas y políticas que se resuelve, con cierto cómico desespero, en el escupitajo a la derecha. Hoy mandan en España (el país más posmodern de Europa) los hijos de la fragmentación. Y Zapatero y Rajoy (El Adolescente y el Notario) encarnan de manera bastante aproximada los arquetipos extremos, pero sólo los arquetipos, de una generación española que no encuentra su acuerdo básico.

(Coda: «Alguna vez he representado a la generación como una caravana dentro de la cual va el hombre prisionero, pero a la vez secretamente voluntario y satisfecho. Va en ella fiel a los poetas de su edad, a las ideas políticas de su tiempo, al tipo de mujer triunfante en su mocedad y hasta al modo de andar usado a los 25 años. De cuando en cuando se ve pasar otra caravana con su raro perfil extranjero: es la otra generación». (Ortega y Gasset, Idea de las generaciones, 1933.)