EL PACTO DE SAN SEBASTIÁN

 

 Artículo de Arcadi Espada en “El Mundo” del 23.05.07

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

El llamamiento de un grupo de ciudadanos vascos para la constitución de una fuerza política que pueda competir en las próximas elecciones generales es una noticia importante. La iniciativa es una extensión del movimiento ciudadano que en Cataluña logró 90.000 votos y tres diputados, y tiene como razón última e inequívoca la degradación política española.

Ésta tiene el variado perfil de las navajitas multiuso. Está en los niveles de abstención de las últimas elecciones y referendos; en el proceso de reformas estatutarias, tan delirante que incluso uno de sus promotores principales, el expresidente Maragall, se ha encargado de desacreditarlo; en la negociación con los terroristas y la inmoral ausencia de una política de la claridad; en la ínfima calidad del debate político, que ha llevado a tantos ciudadanos a considerar como ilusoriamente propias las últimas elecciones francesas; en la corrupción del ladrillo, el lenguaje y la verdad, y en la incapacidad de la sociedad política de ofrecer a los ciudadanos un proyecto regeneracionista basado en la ambición de las cosas concretas (sean los trenes de alta velocidad, la extensión del uso de internet, la mejora de las condiciones ambientales en las castigadas ciudades españolas o la protección del sentido común urbanístico en el otrora campo y playa).

A todo ello se añaden las relaciones entre los dos principales partidos, cuyo eco guerracivilista hace imposible las experiencias transversales de Alemania o Francia y cuya insuficiencia electoral deja en manos de las minorías nacionalistas el sentido final de decisiones políticas trascendentales. En las bases del llamamiento vasco está también el avance de una iniciativa política audaz y radical: la reforma de la Constitución, orientada a lo que en la reunión del sábado en San Sebastián se llamó «el cierre federal».

Puede discutirse la propiedad del adjetivo (si España es o debe ser un Estado federal), pero no lo que supone (la igualdad de derechos de todos los ciudadanos y la igualdad de competencias autonómicas). Ni tampoco, a mi juicio, puede discutirse la necesidad de ese cierre, por más que algunos teóricos, bien engrasados por los nacionalismos, patrocinen las virtudes improbables de un Estado en redefinición permanente. Hace 30 años un pacto constitucional abrió el proceso de reorganización del Estado democrático. No parece una idea desaforada que otro pacto constitucional (¡un nuevo pacto de San Sebastián!) sancione ahora el cierre del proceso. Es de esperar que los dos grandes partidos, antes que contar irritadamente lo que les van a quitar, mediten sosegadamente en lo que les van a poner.

(Coda: «Como el día era desapacible, a las 45 personas que acudieron a la cita en San Sebastián no les costó demasiado dedicar la mañana del sábado a deliberar sobre la viabilidad de un nuevo partido político y la forma más adecuada de proceder». www.bastaya.org)