LA GRAN COALICIÓN Y LA INSENSATEZ NACIONAL
Artículo de José Javier Esparza en “El Semanal Digital” del 15.12.05
Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
15 de diciembre de 2005.
Peticiones del oyente:
- Por muy insostenible que sea la situación, ¿de verdad cree usted posible un
pacto PSOE-PP por la unidad de España, una gran coalición con la bendición
expresa del Rey? ¡Pero si el PSOE y el PP se odian! Respecto al Rey, parece muy
cómodo como está, ¿no? ¿Quién le ha contado a usted esa milonga?
Veamos…
Cuando un político notable o un empresario de fuste te llaman –o te hacen
llamar- para contarte –o hacerte llegar- tal o cual rumor de corte, uno siempre
tiene que pensar que lo hacen por puro interés personal o de grupo, es decir,
por un juego de poder. Ese interés puede tener tres objetivos: uno, poner en
marcha algo que sólo está latente; dos, empujar una realidad que ya existe,
acelerar los acontecimientos; tres, frustrar el movimiento, detener eso que está
en marcha.
En cualquiera de los tres casos, lo que interesa es que se sepa. El que recibe
la confidencia no puede excluir que se trate de una intoxicación, una
manipulación. Sin embargo, esto también forma parte del juego –de poder. El
rumor político se rige según leyes particulares. Me parece que era Marx quien
decía que el oro circula porque tiene valor, mientras que el dinero tiene valor
porque circula. Con el rumor político ocurre como con el dinero: no tiene valor
en sí –como ese papel, esa moneda-, es decir, no tiene valor de verdad, sino que
lo adquiere al circular, al correr de boca en boca –porque, al correr, se va
haciendo verdad. Naturalmente, para ello es preciso que el rumor sea verosímil
y, sobre todo, objetivamente factible. Eso es lo que permite distinguir, en los
mentideros, el buen paño. Y ése es el caso de la Gran Coalición.
Por más cortinas de humo que aplique la casta progre, la realidad objetiva de
España es ésta: tenemos el país en manos de unos grupos muy minoritarios y muy
radicalizados, abiertamente enemigos de la unidad nacional, que están sacando
petróleo de la minoría parlamentaria socialista; la debilidad política –e
intelectual- del Gobierno ZP ha convencido a esos grupos de que es el momento de
dar el empujón definitivo.
En una situación así, sería completamente lógico esperar que los (dos) grandes
partidos nacionales uniesen esfuerzos bajo el liderazgo institucional de la
Corona. Pero, sorprendentemente, en España la mayoría del personal considera –y
con buenas razones- que ese acuerdo es imposible, porque los dos polos de la
nación se odian, y que el pastoreo regio tampoco es más factible, porque el Rey
está demasiado cómodo con su actual situación. Pues bien: ahora reflexiónese
serenamente y dígase si acaso la hipótesis de una Gran Coalición constitucional
con la bendición del Rey no sería más lógica y sensata que el actual paisaje de
descomposición acelerada.
¿Qué pasa en España para que lo más lógico se dé por imposible?