POR QUÉ HAY MIEDO EN LA ESPAÑA REAL

 

 Artículo de José Javier Esparza en “El Semanal Digital” del 05.01.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.


Mientras los automóviles volvían a arder en París, la última noche del año dejaba en España un preocupante reguero de violencia: muertes, innumerables heridos en centenares de peleas. Pocos días antes, un marroquí con quince antecedentes había matado a un joven en una discoteca madrileña. Tampoco cesan los problemas con las bandas de hispanoamericanos.

Esto es sólo la punta del iceberg, lo que se ve, lo que los medios cuentan. Bajo la línea de flotación hay mucho más: todo lo que la gente te confía en la calle, todas esas cosas que pasan en la España real y que la España oficial prefiere ignorar. Por ejemplo, el escándalo provocado en Toledo por un musulmán que asistió a Misa, comulgó y escupió la forma (un joven español, a la salida, le zurró la badana). También por ejemplo, la indignación que recorre Valladolid por el brutal ataque de los Latin
Kings a una niña de quince años. En todas partes encuentras relatos de este género: basta acercar el oído a las esquinas. Hay miedo. Hay cabreo. Hay, sobre todo, sensación de desamparo. La gente de la España real, la que vive en los barrios, lejos de las zonas residenciales de la elite social y política, se siente indefensa, más aún: se siente ignorada, porque nadie cuenta lo que le pasa.

El silencio sobre esos episodios contrasta con la exposición permanente de otros tipos de violencia, como la violencia "doméstica" o "de género". Si la tele prestara a la violencia asociada a la inmigración la misma atención que a la violencia doméstica, nuestros telediarios parecerían la crónica del hundimiento del Imperio Romano. "No hay que crear alarma social", nos dicen. Pero, entonces, ¿por qué se crea en otros casos? Y por otro lado: ¿acaso no hay circunstancias que merecen, objetivamente, alarmar a la sociedad?

Hoy todos los medios políticos y periodísticos parecen de acuerdo en que la violencia doméstica merece alarmar: es bueno que la gente se alarme, para combatir mejor un fenómeno indeseable. ¿Por qué no se aplica la misma regla a las violencias asociadas con la inmigración? "Porque hay que prevenir reacciones racistas y xenófobas", responde el orden. Es verdad: que haya una delincuencia asociada a la inmigración no significa que los inmigrantes sean, en general, delincuentes. Y también es verdad que el racismo puede conducir al delito. Pero, en nuestras cárceles, casi un tercio de los reclusos son extranjeros; de los encarcelados en 2005, un 73% son inmigrantes. Los inmigrantes no son delincuentes, pero la mayoría de los delincuentes ya son inmigrantes.

La pregunta moral es la siguiente: ¿La prevención de un mal posible, hipotético, justifica que se silencie un mal activo, real? Y de manera complementaria: ¿reconocer la alarma social en este campo no contribuiría a combatir mejor el delito? La España real ya está alarmada. ¿Qué hace falta para alarmar a la España oficial?