LA RETÓRICA DE LA CLAUDICACIÓN

 

 Artículo de José Javier Esparza en “El Semanal Digital” del 17.01.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

 

La inmovilidad gubernamental ante la asamblea batasuna ha sido escandalosa. Pero más preocupante es la pasividad de tantos españoles, singularmente en los medios de comunicación, dispuestos a tolerar cualquier cesión en nombre de "la paz". ¿Cómo es posible que tantos millones de españoles que lloraron el asesinato de Miguel Ángel Blanco callen ahora, domesticados, ante la apoteosis de quienes corearon aquel crimen? ¿Qué está pasando?

La hegemonía mediática del Gobierno ZP ha impuesto en España una atmósfera propiamente ominosa. Lo que hoy estamos viviendo no es una ideología, porque carece de fondo doctrinal, ni tampoco una política, porque no posee coherencia interna, sino más bien una retórica: una catarata de discursos, imágenes, declaraciones y gestos que continuamente lanzan a la población el mensaje del apaciguamiento, del sosiego, conceptos sedantes para una España que, mientras se sosiega, se siega. Respiramos la retórica de la claudicación. Y cabría preguntarse si la aparente anuencia social a esta retórica no esconde en realidad, so coartada de paz, un deseo de suicidio colectivo. ¿Tanto nos aterra la presencia de un conflicto?

Ningún Estado es una balsa de aceite. Toda existencia política, por definición, implica polémica, conflicto, hacer frente a algún enemigo. La democracia española, desde 1978, ha tenido dos grietas cotidianas: el terrorismo etarra y la cuestión secesionista, ambas conectadas entre sí. Ningún gobierno, desde Suárez hasta Aznar, ha dejado de librar esos combates todos los días; nunca nadie dejó de ver que ahí estaban las dos amenazas mayores para el Estado tal y como quedó configurado en 1978. Así ha sido hasta hoy. Es hoy cuando, por primera vez, el Estado se propone resolver el conflicto por la singular vía de bajar los brazos.

Frente al problema de ETA, el Gobierno ZP ha decidido que no hay que acabar con el enemigo, sino apaciguarlo mediante cesiones políticas. Y frente al problema secesionista, el Gobierno ZP ha decidido que no hay que reforzar la unidad nacional, sino aflojarla cediendo campo a los asaltantes. La retórica de la claudicación presenta la retirada como un paso hacia el diálogo y la paz. Pero los beneficiarios han demostrado mil veces que no buscan paz y diálogo, sino aumentar su poder a costa de España. Así esta claudicación masiva se convierte, cabalmente, en una rendición en los dos frentes de conflicto de la España democrática.

¿Realmente está ZP tan ciego como para no ver que ETA y los separatismos, así reforzados, no harán sino aumentar la presión? Si no lo ve, es un incapaz. Y si lo ve, entonces sería algo mucho más grave. En cualquiera de los dos casos, el Gobierno ZP está significando una calamidad de la que tardaremos decenios en recuperarnos. Salvo que no deseemos recuperarnos; salvo que la sociedad española haya decidido, ella entera, entregarse, bajar los brazos, claudicar, sosegarse –dejarse segar.

Quizás haya que ir preparándose para un largo exilio interior.