EL BIENIO NECIO DE ZP
Artículo de José Javier Esparza en “El Semanal Digital” del 15.03.06
Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
Pocas veces un Gobierno con tan
corta mayoría ha tratado de cambiar tantas cosas, tan importantes y en tan poco
tiempo. Eso hay que reconocérselo a Rodríguez Zapatero. En apenas dos años –la
mitad de una legislatura convencional-, la España de ZP ha cuestionado la
definición de España como nación, ha alentado un proceso irreversible de
transformación del Estado de las Autonomías, ha envuelto la lucha contra el
terrorismo de ETA bajo las brumas de un incierto "proceso de paz", ha girado
ciento ochenta grados la política exterior española (no sólo la de Aznar;
también la de González), ha tratado incesantemente de expulsar de la vida
pública a la derecha, es decir, a la mitad del país; ha roto el acuerdo sobre la
"reconciliación nacional" con un intempestivo retorno a los tópicos de la II
República, ha promovido una radical transformación de valores sociales en
materias tan delicadas como la religión, la enseñanza, el aborto o la familia,
ha generado conflictos muy serios en el Ejército, en la Judicatura, en la
Iglesia, en los medios de comunicación…
No está mal para un Gobierno que llegó a la púrpura de manera completamente
imprevista, con un candidato bisoño, sin programa sólido, bajo los efectos
terribles del atentado del 11-M, tras la oposición de pancarta por la guerra de
Irak y el accidente del Prestige. Hace sólo dos años, José Luis Rodríguez
Zapatero no era más que un líder sin proyecto, destinado a sucumbir bajo la
mayoría social del centro-derecha, como antes Felipe, Borrell o Almunia. Nada en
el líder socialista presagiaba que un día iba a convertirse en el auténtico
dinamitero del sistema de 1978. Y sin embargo, ésa es exactamente su condición:
ZP ha protagonizado la ruptura de casi todos los grandes pactos de Estado, así
en el terreno autonómico como en la lucha contra el terrorismo, así en la
política exterior como en la reconciliación de las dos Españas. Todo eso, que
conformaba el "espíritu de 1978", se ha desplomado de un día para otro. Bajo la
cobertura publicitaria del "talante" y del "diálogo", la realidad del
zapaterismo está siendo la de un permanente ejercicio de conflicto y división.
A vista de pájaro, el aspecto que cobra el proyecto de ZP es el de un auténtico
cambio de régimen; un cambio encaminado a fijar el poder en torno al socialismo
y los nacionalismos periféricos, contra la otra mitad del país. Es una
transformación de dimensiones históricas; demasiado anchas, ciertamente, para un
Gobierno que ha usado y abusado de la banalidad y la demagogia como horizonte
doctrinal. Éste es otro rasgo singular del zapaterismo: el alcance dramático de
sus ambiciones contrasta vivamente con la levedad grotesca de su discurso, con
el vacío intelectual de sus políticas. Por eso este bienio merece muy justamente
el título de "necio": la ignorancia y la imprudencia son sus credenciales.