PATRIOTISMO DESCREMADO, BAJO EN CALORÍAS

 

 Artículo de José Javier Esparza  en “El Semanal Digital” del 12.05.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

El formateado es mío (L. B.-B.)

 

Con un breve comentario al final:

 

 ¡CIUDADANOS, LA PATRIA ESTA EN PELIGRO! (L. B.-B., 12-5-06, 9:00)

 

Hay que alegrarse del éxito de crítica y público que está cosechando la plataforma Ciutadans per Catalunya. En una vida pública como la catalana, tan aherrojada, tiene mucho mérito lanzarse al ruedo contra el asfixiante nacionalismo local. Lo que resulta llamativo es que el principal apoyo de este grupo sea la (exigua) derecha mediática. A juzgar por estos medios, la Plataforma sería una sana erupción del mejor patriotismo español contra la hidra separatista. Y, en efecto, el discurso de la Plataforma no puede ser más nítidamente antiseparatista; sin embargo, ¿puede definirse lo suyo como "patriotismo español"?

En todo esto hay una confusión que conviene disolver. Como los nacionalismos periféricos se nos han presentado en forma invasiva y agobiante, con ánimo de regular hasta las etiquetas de la ropa interior, el desafío separatista se está confundiendo con un desafío a la libertad. Y es verdad que ambos desafíos concurren simultáneamente, pero hay que subrayar que ocupan planos distintos. La salvaguarda de los derechos individuales –por ejemplo, que yo pueda rotular el nombre de mi negocio en la lengua que me dé la gana- es una guerra, y la defensa de la unidad nacional –por ejemplo, que no haya más "realidad nacional" que España- es otra guerra distinta. La Plataforma está alineada sin sombra de duda con las libertades públicas, pero su discurso lo mismo podría servir para la nación española que para la francesa… o para una nación catalana respetuosa con la libertad de los individuos. Porque, en efecto, si nuestros nacionalismos no fueran tan opresivos, ¿habría nacido esa Plataforma?

Al fondo hay un problema de tipo filosófico-político.
Los medios que se han atribuido el monopolio del patriotismo están subordinando la idea de España a una determinada interpretación de la democracia; una interpretación que se reduce al molde del individualismo liberal y en la que provoca urticaria cualquier cosa que suene a comunidad, a sentimiento colectivo, a pertenencia. Ahora bien, ¿qué es el patriotismo sino un sentimiento colectivo, de comunidad, de pertenencia? Sin una dimensión comunitaria, el patriotismo puede servir para pasar por "políticamente correcto", pero será un patriotismo descremado, bajo en calorías.

Lo que necesitamos es otra cosa. Precisamente
el gran pecado de la España constitucional ha sido su incapacidad para construir un patriotismo adaptado a las instituciones democráticas y, viceversa, para edificar una democracia que no se manifieste como abominación del patriotismo. Nuestro país no ha sido capaz de conjugar las libertades individuales y la descentralización del Estado, que son las señas de la Constitución de 1978, con un mínimo sentimiento comunitario que permita a la gente reconocerse en su propio país. El resultado de esa carencia, treinta años después, lo tenemos a la vista: surgen "realidades nacionales" por todas partes mientras que declararse "patriota español" se convierte en algo sospechoso. Tan sospechoso que nadie osa dar el paso crucial: pensar democracia, comunidad y patria al mismo tiempo.

España neurótica.

 

Breve comentario final:

 

 ¡CIUDADANOS, LA PATRIA ESTA EN PELIGRO! (L. B.-B., 12-5-06, 9:00)

 

 

Los que no creen en nuestra Patria, basada en la ciudadanía, la pluralidad y la democracia, la quieren disolver. Desean convertirla en taifas monolíticas integristas que consoliden el privilegio, la desigualdad y la insolidaridad. Su objetivo es destruir nuestra comunidad moral y política, la España democrática, la Nación plural que representa el interés general  y nos hace iguales ante la ley emanada de nuestras instituciones representativas. Su meta es disolver la España plural y el Estado democrático que nos une, violando la Constitución que la protege.

 

Desean sustituirla por una red de caciques que se autoerigen en intérpretes iluminados de Divinidades Nacionales rencorosas y misteriosas, a las que tenemos que sacrificar todo lo que nos une como seres libres: la igualdad y los derechos democráticos que nos hacen ciudadanos, la razón que nos permite comunicarnos sin tener que arrodillarnos  a recitar mitologías del pasado, la fraternidad de seres humanos que se reconocen como tales sea cual sea su origen.

 

Lo que nos ofrecen como sustitución de la España plural y democrática resultante de la unión de ciudadanos libres es una suma de Naciones monolíticas y despóticas, cuya arcana voluntad nos es comunicada por una casta que monopoliza el mito, el misterio y la palabra.

 

Frente a la Patria plural, frente a la Nación de los ciudadanos, frente al Estado democrático, frente al interés general y el Bien común,

...las Patrias monolíticas, las Naciones míticas de los difuntos, el Poder oligárquico, la desigualdad, el privilegio de unos pocos y la insolidaridad de los poderosos.

 

Ese es el futuro de nuestro país, si el proceso de destrucción que estamos viviendo, derivado de la colusión entre ciegos ineptos y tarugos miopes no es frenado por vuestra voluntad patriótica:

 

¡CIUDADANOS DE CATALUÑA Y ESPAÑA, DESPERTAD DE UNA VEZ!