LO QUE HAY QUE DEFENDER
Artículo
de José
Javier Esparza en “El Manifiesto”
del 11.04.08
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
Lo más significativo de la legislatura pasada fue el
surgimiento de una contestación social, en la calle, a las políticas abusivas
de ZP: una buena porción de la sociedad salió a defender la dignidad de las
víctimas del terrorismo, la unidad nacional, la libertad de enseñanza, la
familia, etc. Lo que vaya a pasar ahora con ese movimiento es una incógnita,
pero las grandes cuestiones de fondo han cambiado poco, y el debate
parlamentario de estos días lo está confirmando: sigue siendo necesario que
hierva la calle. Entre otras cosas, es nuestro derecho.
Hoy algunos se preguntan de qué ha servido toda esa
movilización, visto que Zapatero ha vuelto a ganar; cierto que por un estrecho
margen de votos (menos de 900.000), pero suficiente para mantenerle en el
poder. Pues bien: esa movilización ha servido de mucho. Primero, desde un punto
de vista táctico. A nadie le quepa duda de que Zapatero habría ido mucho más
lejos si no se hubiera encontrado con una oposición tan viva en la sociedad.
Porque, además, esa oposición civil no la ha movido el PP. Eso lo saben en el
PSOE y, sobre todo, lo saben en el propio PP, que en todo este tiempo ha ido,
en general, a remolque de los acontecimientos. Y por encima de ese valor
táctico, la movilización civil ha servido también para marcar una serie de
principios, de ideas-fuerza, de materias que no son negociables y que, en
consecuencia, constituyen excelentes plataformas para definir un espacio
afirmativo: ya no sólo por qué hay que protestar, sino, sobre todo, qué es lo
que hay que defender.
Nación, libertad,
comunidad, identidad
¿Cuáles son esos principios? Los veremos
detalladamente en los próximos días. De momento, enunciémoslos. Primero: la
nación española, la convicción de que España debe sobrevivir como nación
histórica, lo cual es más importante que la forma político-administrativa que
el Estado adopte. Segundo: la defensa de la libertad real de las personas, lo
cual pasa por respetar la autonomía de la gente en materias concretas,
carnales, como la educación, la cultura, la memoria histórica, etc. Tercero: la
defensa de las instituciones naturales, ajenas a la presión del Estado, y en
particular de la familia, que es un ámbito de libertad constructiva, una
instancia intermedia, comunitaria, entre un Estado absorbente y un individuo
náufrago. Cuarto, la identidad española, una identidad que no es sólo nacional,
pero donde lo nacional también cuenta, y cuya primera línea de combate debe ser
la preservación de los rasgos culturales propios de nuestro legado, de lo que
nosotros somos.
Hay que subrayar dos cosas importantes. La primera es
que todos estos principios, que conforman un espacio doctrinal de oposición al zapaterismo, no se identifican necesariamente con el PP.
Bastantes de estos asuntos los hemos visto en los programas y en la
declaraciones de la UPD de Rosa Diez o de Ciudadanos. Si el PP quiere encarnar
este espacio de ideas, tendrá que demostrar que es capaz de hacerlo. La segunda
cuestión importante, y aún más significativa, es esta otra: en un momento en el
que por todas partes se habla de la banalización de la política y de la
ausencia de grandes apuestas ideológicas en la vida pública, estos principios
que aquí enunciamos como lo que hay que defender constituyen una apuesta de
enorme calado: se trata de materias en las que literalmente nos jugamos la
continuidad de la nación tal y como la hemos conocido en los planos político,
cultural, social… Es un proyecto extraordinariamente sugestivo.
Nación, libertad, comunidad, identidad… Se trata de
principios capaces de movilizar a todos, lo mismo a los intelectuales que al
pueblo. Sería muy bueno que también movilizara a los políticos.