Artículo de José Javier Esparza en “El Manifiesto” del 03 de junio de 2008
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
Eso, “Arriba España”, es lo que el barón canario del PP, José Manuel Soria,
contestó irónicamente a María San Gil, vía SMS, para enjuiciar las posiciones
de la “popular” vasca sobre la unidad nacional. El SMS de Soria es bastante
bobo por lo que dice, pero, sobre todo, es muy preocupante por lo que no dice,
por lo que deja intuir, a saber: que una parte del PP ha sido abducida por la
propaganda de la izquierda sobre la cuestión nacional.
¿Qué quiere decir Soria con su irónico “Arriba España”? Quiere decir esto: “Eres
una franquista, María”. ¿Es María San Gil una franquista? No: no defiende la
monarquía tradicional, ni la democracia orgánica, ni los principios
fundamentales del Movimiento ni nada de eso. Al revés, San Gil defiende el
actual sistema constitucional. Además, defiende una España unida en una sola
nación, es decir, algo que es tan democrático como franquista, tan republicano
como monárquico, tan liberal como carlista. Pero Soria considera que eso es
específicamente franquista. ¿Por qué?
Soria considera que defender la unidad nacional de España es franquista
porque vive en un mundo ideológico ajeno: el mundo construido desde hace
treinta o cuarenta años por la izquierda española. Esa izquierda, que no fue
capaz de derribar al general Franco en vida, terminó identificando –por
resentimiento- a España con el franquismo. El discurso crítico contra España,
la acusación contra España por su mera existencia, es un tópico de nuestra
izquierda que, por otro lado, enlazó con las posiciones de los separatistas. De
ahí resultó, a partir de la transición, una cultura política completamente
suicida donde lo nacional-español se identificaba con la dictadura y por tanto
debía ser atacado, como si no hubiera existido España antes, como si no
mereciera existir después. España, como se sabe, fue sustituida por “este
país”; cualquier defensa de la identidad nacional quedó excluida del debate
público. La derecha aún mantenía, siquiera formalmente, un cierto vínculo con
la idea de unidad nacional. Ahora incluso esto va desapareciendo.
No es irrelevante que quien así piensa sea un “barón autonómico”. Treinta
años de práctica del Estado de las Autonomías han conducido a una situación
donde las taifas regionales engordan a costa de la nación común. Esas taifas
ven ahora como un peligro para su propia supervivencia cualquier reafirmación
de la unidad nacional española. Este elemento no es de los que menos pesan en
la crisis presente del PP.
Aquella gente que gritaba “Arriba España” creía que España era una unidad
de destino en lo universal. Es una opción intelectualmente tan legítima como
pensar que España es una nación de ciudadanos libres e iguales, como cree María
San Gil. Es, por otro lado, más legítima que creer que España es un artificio
histórico llamado a desaparecer para liberar a los oprimidos pueblos que la
sufren, según afirman los aliados del Gobierno socialista en Cataluña y
Galicia. Y es, por supuesto, mucho más legítima que entender España como una
agregación inestable de taifas al servicio de las castas políticas autonómicas,
según hoy va empezando a creerse en una cierta porción del PP. Soria pertenece
a esta última “escuela de pensamiento”, da la impresión.
María, sí, tienes razón: viva España. O, al menos, sobreviva, que ya sería
bastante.
(Nota para curiosos: el lema “Arriba España” se atribuye al
regeneracionista Macías Picavea y José Antonio Primo
de Rivera lo recuperó para Falange Española. El bando nacional lo adoptó
durante la guerra civil y, tras la victoria, se convirtió en lema oficial del
Estado. José María Pemán explicó su sentido con verbo
marcial: “No servimos para cosas bajas, pequeñas o menudas. No servimos más que
para las cosas altas y grandes. Por eso cuando decimos "Arriba
España", en esas dos palabras, a un tiempo, resumimos nuestra Historia y
ciframos nuestra esperanza. Porque lo que queremos es que España vuelva a
"su sitio": al sitio que la Historia le señala. Y el sitio es ese:
"Arriba". Es decir, cerca del espíritu, del ideal, de la fe... Cerca,
sobre todo, de Dios”).