ESPAÑA: UNA ECONOMÍA CON EL “CORAZÓN PODRIDO”

Informe de  José Carlos Rodríguez en “Factual” del 30-3-10

En cierto modo, la economía española lleva década y media de moda. Si bien, antes por lo que parecía ser un modelo exitoso, y ahora exactamente por todo lo contrario. El prestigioso semanario neoconservador Weekly Standard ha publicado un largo artículo de Christopher Caldwell, especialista en Europa de la revista, en el que intenta explicarse, y explicar a sus lectores, esta aparente paradoja. Su título, The pain in Spain.

Comienza recordando el salto que dio la economía española desde los dos últimos años de Felipe González hasta los primeros de Rodríguez Zapatero, pasando por la brillante época de José María Aznar: “La economía española despegó como un cohete, con tasas de crecimiento que eran casi chinas. Aparte de Irlanda, ningún otro lugar en Occidente podía seguirlas”. En la época de Aznar el paro se redujo a la mitad, y la deuda siguió el mismo camino. No todo fue mérito suyo, dice Caldwell, pues González negoció “miles de millones de dólares en fondos estructurales” que se gastaron principalmente en infraestructuras. España aparecía ante el mundo “como un país que no sólo era dinámico, sino que era gestionado de un modo competente, independientemente del partido que estuviese en el poder”.

Un “corazón podrido”

Pero “hay algo podrido en el corazón de la economía española, y ha sido así durante largo tiempo”. A eso dedica su largo artículo Christopher Caldwell. El autor señala que Rodríguez Zapatero (a quien, como el WSJ, considera un presidente “por accidente”), hizo “como Gordon Brown, permitió que el Estado creciera por encima de la economía, de forma imprudente”. Pero, “aparte de eso, mantuvo la economía de libre mercado de Aznar tal como la dejó”.

Pero los excesos presupuestarios, y otros, han hecho de España “el país más peligroso del sistema económico occidental”. Su situación no es igual que la de Grecia, pero “la economía española es cuatro veces” la del país heleno. Y eso con un paro “que se ha doblado, hasta el 19 por ciento, en 18 meses”. Los problemas económicos de España “son muy profundos”: “Una combinación de animosidad partidista y unas expectativas irracionalmente altas sobre (la labor del) Gobierno hacen imposible que el país reconduzca” su situación fiscal. Caldwell pone como contraejemplo el de Irlanda, que “ha reducido el Gobierno en un 8 por ciento. Ha reducido los beneficios y ha cortado el salario de los funcionarios un 14 por ciento”, lo que está reconduciendo su situación. España, simplemente, ni lo ha hecho ni es probable que lo haga.

Una de las razones es el carácter descentralizado del gasto público en nuestro país, combinado con el peso político del nacionalismo periférico, algo que no se le escapa al experto del Weekly Standard. Y no es sólo un problema de las Comunidades Autónomas. Caldwell cita el caso del ayuntamiento riojano de Ocnandurí, que “tiene una deuda de 13.00o dólares por cada hombre, mujer o niño en la localidad”.

Otro de los problemas es el mercado de trabajo, “la nuez que más le costará partir a Zapatero”, habida cuenta de que “se condujo mal en la era de Franco, y ha demostrado ser imposible de arreglar”. Además, aunque reconoce que “el nivel de sindicación nunca ha sido alto en España”, también reconoce que “cualquier victoria de la UGT se convierte de inmediato en política en el mercado de trabajo”, una influencia sindical en la política que es mayor, si cabe, con Rodríguez Zapatero. El resultado de la compleja, rígida y paternalista regulación es “un mercado laboral dualizado”, con trabajadores sobreprotegidos y parados con mucha dificultad de encontrar empleo.

Todo ello tiene, además, un claro efecto sobre la productividad de la economía española, un análisis que aporta Caldwell y que no se suele leer en nuestro país. El analista apunta que “de forma previsible, las empresas no quieren trabajadores permanentes. Lo que quieren es gente que lleve a cabo trabajos de bajos salarios. En la práctica, el mercado laboral dual ha sido una llamada a reclutar inmigrantes, y ha favorecido el tipo de empleo de baja tecnología que hacen los inmigrantes, en lugar de favorecer la inversión en productividad”.

Una economía con baja productividad y mucho paro, todo ello por un mercado laboral sin lógica. Un déficit desbocado y una deuda creciente. Problemas estructurales y falta de voluntad política en los partidos o en la misma sociedad española para atenderlos. Ese es el “corazón podrido” del que habla el analista.

Concluye su apreciación de la realidad española diciendo: “La crisis de deuda española puede ser vista de dos maneras: Puedes observar la burbuja inmobiliaria” (a la que también presta atención en el artículo), “el mercado de trabajo, la división del trabajo gubernamental entre Madrid y las comunidades autónomas, o la falta de voluntad política como la causa principal”. Pero la situación “se está acercando a la insostenibilidad”. Quizá, como apunta Caldwell, “el sistema de garantías estatales y derechos sociales se haya erigido en la mayor burbuja de todas”. En esas condiciones, concluye, lo más probable es que los políticos miren a otro lado, hasta que tengan que hacer lo que deben por pura supervivencia.