RAJOY LEVANTA LA VOZ
Artículo de Fernando FERNÁNDEZ en “ABC” del 28/12/04
Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)
Ante el
silencio del presidente del Gobierno y su presunta simpatía por la
generalización de un concepto evanescente como el de comunidad nacional, Rajoy
trazó ayer la raya en la reforma constitucional: que no cuenten con el Partido
Popular para modificar su preámbulo y liquidar la idea de España como nación. Y
colocó las cosas en su sitio; en el punto de equilibrio alcanzado por consenso
abrumador en la Transición para acomodar todas las sensibilidades y no sólo las
nacionalistas. Con una expresión afortunada, «ni españoles vergonzantes, ni
nacionalistas templados», Rajoy reclamó su derecho a sentirse orgulloso de ser
español y marcó los límites de lo que el Gobierno puede esperar de los populares
en ese camino hacia ninguna parte en que parecen haberse convertido las reformas
constitucional y estatutaria.
La deriva nacionalista preocupa al propio Gobierno, que anda mandando veladas
amenazas de veto si las Comunidades Autónomas se exceden. Pero tan celoso de su
cuidada imagen de hombre cordial y dialogante, el presidente Zapatero está como
ausente, missing que dirían los cinéfilos. Superado por los acontecimientos, ha
optado por confiar en la Bruxa de Sort de unos socios parlamentarios que le han
dado pocas muestras de responsabilidad y más de un ejemplo de ventajismo y
oportunismo. Por eso es tan de agradecer que Rajoy se pronuncie con firmeza
constitucional. No lo tiene fácil el presidente de los populares, pues son
muchos los interesados en ese proceso de rescribir la historia nacional a
voluntad, o a golpe de aritmética electoral, con que se dibuja el nuevo
caciquismo. Muchos incluso en su propio partido. Pero convertirse en alternativa
creíble de gobierno supone mirar al futuro y perder el miedo a defender las idea
propias. Aunque implique cambiarle la agenda al Gobierno y enfrentarle a la
obligación de elegir entre reformas sensatas, duraderas y apoyadas en la inmensa
mayoría del pueblo español que votó a los dos grandes partidos nacionales, o el
aventurerismo de una mayoría electoral coyuntural e inestable, que ofrece una
España de retales con los despojos del Estado que van soltando los nacionalistas
en su estrategia de separación creciente. Rajoy lo dejó claro en Irún. El
Gobierno tiene ahora la palabra.