LA FALACIA DE LA RESPONSABILIDAD
No es que no
haya hoja de ruta, guión o partitura; a eso ya nos habíamos acostumbrado. Lo
que no hay es pianista
Artículo de Fernando Fernández en “ABC”
del 23 de julio de 2010
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
SI algo
ha quedado claro tras la votación de las resoluciones del debate sobre el
Estado de la Nación es la soledad del Gobierno y su falta de independencia. Un
Ejecutivo sometido a un doble protectorado, el franco-alemán en lo económico y
el nacionalista vasco y catalán para su supervivencia política. ¿Es éste el
Gobierno que España necesita? ¿Es éste el Gobierno que nos puede sacar de la
mayor crisis económica de la democracia? ¿Es éste el Gobierno fuerte que puede
reformar el mercado de trabajo y el sistema financiero y cerrar el modelo
autonómico? No son preguntas menores, porque, a menos que alguien se las tome en
serio, en el propio Partido Socialista y en los partidos que de forma
oportunista sostienen al Ejecutivo con su voto puntual, nos perseguirán los
próximos dos años y lastrarán cualquier rebrote de confianza nacional e
internacional.
El
argumento más serio en contra de la convocatoria adelantada de elecciones es la
sensación de inseguridad y vacío de poder temporal que generan. De hecho, es el
único argumento, porque la lógica y la ética democrática obligarían a
convocarlas cuando un gobierno se desdice radicalmente de su programa
electoral, aunque sea por causas sobrevenidas. Pero la fuerza de este argumento
de vacío de poder desaparece cuando vemos al Gobierno tambalearse y jugarse su
futuro en cada votación. Vamos a estar dos años en pleno vacío de poder. No es
que no haya hoja de ruta, guión o partitura; a eso ya nos habíamos acostumbrado
en estos seis años de improvisación y tactismo. Lo que no hay es pianista, y no
lo puede haber porque tiene que andar mendigando un piano cada vez que hay
actuación.
El
discurso oficial es últimamente siempre el mismo: la situación exige
responsabilidad y sacrificio y no es momento de hacer valer intereses
electorales. Pero es un discurso que se compadece mal con los hechos, y peor
con los cálculos aritméticos permanentes en los que se entretienen los
vicepresidentes. Los hechos son que el Gobierno solo se sostiene porque CiU y
PNV lo encuentran rentable electoralmente. Y que lo dejarán caer en cuanto no
tengan nada más que rascar. CiU, porque su escenario ideal para las elecciones
catalanas es un presidente del Gobierno de España rendido y un PSC maniatado en
Madrid. No hay ninguna grandeza ni altura de miras en esa actitud. Tampoco nada
condenable. Solo la suerte de un calendario propicio y la experiencia de saber
utilizarlo. El PNV no puede esperar recuperar el poder en el País Vasco a corto
plazo, pero sí mantener el que tiene, que es mucho, en las diputaciones.
Cualquier otro escenario en el Gobierno central, una gran coalición o la
alternancia, sería peor para sus intereses de partido, porque fortalecería la
posición negociadora del PP en el País Vasco.
Esto es
lo que vimos en el Congreso. Y lo que veremos todos los días que queden de
legislatura. Por mucho que el presidente Zapatero se empeñe, y por muy eficaces
que sean sus propagandistas, no es pensable que la población se crea en cada
oportunidad —ajuste fiscal, límite de gasto, ley de cajas, reforma laboral,
etc.— que de no apoyar al gobierno, España y Europa entera se irán al desastre.
Puede funcionar una vez, pero si uno grita fuego todos los días al entrar en un
cine sin numerar para elegir las mejores butacas, lo normal es que a la cuarta
película el personal siga comiendo palomitas. Y que el aprendiz de pirómano sea
expulsado de la sala.