PRESUNTO PROGRESISTA

Artículo de Fernando Fernández  en “ABC” del 01 de agosto de 2008

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

Tenía razón Fraga cuando puso de moda Spain is different. No sólo por su clima, playas y bares de copas, ni por la calidad de su personal, que buena gente hay en todas partes, sino por su política. Éramos diferentes en los años sesenta, cuando practicábamos la democracia orgánica, y lo somos en el siglo XXI, cuando anteponemos nacionalismo identitario a bienestar económico. No crean que es un desvarío veraniego. Si han visto la portada de ayer de este periódico sabrán de lo que les hablo.

La economía está estancada, la inflación, desbocada, el desempleo se extiende como una plaga de medusas y la izquierda progresista de este país insulta a los extremeños retratándolos como en Las Hurdes de Buñuel. No ha sido uno que pasaba por la Casa del Pueblo, sino el cabeza de lista en Tarragona de la versión local de Izquierda Unida, presunto sumo sacerdote de los progresistas del mundo unidos, la coalición de ecopacifistas socialistas que cree que otro mundo es posible, quien clama desde su página web contra el agravio que supone que Cataluña traspase el 8,7 por ciento del PIB y de paso se mofa de una de las campañas internacionales de más éxito en la ayuda al Tercer Mundo. Una campaña que ha consistido precisamente en apadrinar a niños jugando probablemente al límite con el factor sentimental de la imagen. Todos sabemos que el marketing de las ONGs es muy agresivo, pero lo aceptamos como una necesidad.

Lo que hace diferente este país no es que haya un descerebrado en política; los hay en todas las naciones y profesiones, sino que siga en su puesto después de semejante despropósito. Si Cataluña es una nación, dimitir no es una costumbre nacional, lo pudimos comprobar en la crisis del Carmel. Pero por mucho menos se ha expulsado fulminantemente a gente de un partido político, con lo que me atrevo a sugerir que IpC considera el incidente un pequeño exceso de un diligente militante. Les propongo una serie de comparaciones absurdas para poner en contexto semejante atropello. Imagínense por un momento que hubiera sido un diputado del Partido Popular, que las víctimas del insulto hubieran sido el colectivo gay o una asociación feminista o que la CEOE hubiera utilizado ese mismo mensaje para oponerse a la progresividad en el impuesto sobre la renta. No habría suficientes cartuchos de tinta en todas las papelerías de la España plural para escribir las indignadas y espontáneas reacciones de los defensores de los oprimidos.

El insulto, que pasará sin consecuencias para su autor, es una manifestación más del sinsentido en el que ha caído cierta izquierda que, obsesionada con sus fantasmas franquistas, se apresta con ilusión renovada y mala conciencia a destruir el edificio constitucional de la España democrática. No debería sorprendernos, pues no es nada nuevo. Es sólo un pequeño paso más de lo que hace a Madrazo apoyar un referéndum en el País Vasco, o del intento de romper la caja única de la Seguridad Social y poner en la mesa de negociación el superávit en Cataluña. Nunca pensé que la salida del franquismo iba a dejar tan noqueada a la izquierda progresista como para perder completamente sus orígenes. ¿No queda nadie que haya leído a Pablo Iglesias, Besteiro o Indalecio Prieto? Spain is different, tan diferente que el líder de un partido que hace una campaña electoral subrayando su alternativa de izquierdas a la derecha tradicional que ha gobernado este país durante veinticinco años le recuerda a su jefe que es catalán antes que socialista. Y no pasa nada. Como tampoco pasa nada cuando la izquierda que dice proteger a los oprimidos les condena a no hablar castellano en un tosco remedo de los curas del XIX que querían evitar a sus feligreses el contagio de esas ideas pecaminosas de igualdad, libertad y fraternidad que venían de la libertina Europa. A los doscientos años de la Constitución de Cádiz.

Spain is also different, aunque parezca casi intranscendente por comparación, cuando el presidente Zapatero reúne a patronal y sindicatos para hablar de la crisis y todos salen en la foto encantados de haberse conocido después de acordar no hablar de la reforma laboral, precisamente de lo único que deberían haber hablado, pues mientras no se demuestre lo contrario no estamos en un Estado Corporatista de productores sino en una democracia liberal en la que los únicos representantes legítimos de la soberanía popular son los diputados y senadores. O cuando el ministro de Industria nos exhorta a pasar calor, apagar la luz y acostarnos pronto antes que atreverse a definir una política nuclear. Tiempo de rebajas ideológicas este fin de ciclo, querido Sancho.