FANTASMAS EN FERRAZ

El candidato no puede sacudirse la responsabilidad que comparte con ZP.

 

Editorial de  “La Gaceta” del 29 de mayo de 2011

Por su interés y relevancia he seleccionado el editorial que sigue para incluirlo en este sitio web

 

Si el presidente de EpC diera el nivel de cultura imprescindible, sabría que, más que Ferraz 70, la sede del PSOE parecía ayer la casa Usher de Edgar Allan Poe o la mansión Bly de Otra vuelta de tuerca de Henry James: ruinas en estado de descomposición habitadas por espectros y almas en pena que hacen patéticos esfuerzos por aparentar normalidad.

Porque lo más parecido a un fantasma es el cónclave de un partido en el que nadie dimite después del mayor batacazo electoral en décadas, en el que nadie es culpable de nada después del colapso al que han conducido a España, ni hay el menor asomo de autocrítica (“no más que la necesaria” tuvo Zapatero la desfachatez de decir), y en el que tienen la inmensa caradura de reivindicar –¡a estas alturas!– las señas de identidad de “una socialdemocracia” que sólo existe en su imaginación, porque durante estos años no han gobernado con otra brújula ideológica que el autismo y la ambición por atornillarse en la poltrona.

Ni “reflexiones profundas” como pedía Chacón ni “debate de ideas” como propugnaba Patxi López. En lugar de una catarsis, y una convocatoria de elecciones anticipadas, el partido huye hacia adelante, imponiendo un candidato a dedo, con un mensaje ridículamente triunfalista: “Rubalcaba es un sprinter capaz de ganar en 10 meses las elecciones”.

El Comité Federal ha sido la constatación del cierre en falso de la mayor crisis del PSOE, después de una semana de infarto y traiciones, con dos cadáveres (Zapatero y Chacón) y un recambio (Rubalcaba) que logra la rara proeza de sumar lo peor del felipismo y lo peor del zapaterismo. En su presentación de credenciales como candidato ante la plana mayor del partido, Rubalcaba apelaba a su lealtad al partido y a su país. No está claro, sin embargo, que el paso dado sea bueno ni para el PSOE ni para España.

Para el partido, porque el Comité Federal deja numerosos flancos abiertos: desde el hecho de que sustituya el congreso extraordinario por una mera conferencia en septiembre; hasta las reticencias de los rivales que se ha granjeado Rubalcaba... esos “amigos” de los que supuestamente hay que defenderle, según Zapatero (¿se referirá a Barreda y a su amigo el consorte Barroso?), y sobre todo el problema de bicefalia que genera la candidatura de Rubalcaba. Cierto que el superministro acumula ahora mucho poder, pero no todo: no podrá configurar las listas para las elecciones generales de 2012. Y Zapatero seguirá en la Secretaría General, pero con respiración asistida.

Las bicefalias están bien como elemento decorativo en las águilas de los escudos heráldicos, pero suelen dar mal resultado en los partidos. Ocurrió con el enfrentamiento Borrell –candidato– y Almunia –líder del partido– en otro momento bajo del PSOE, el posfelipismo. Muchos no creen, incluso, que un superviviente tan correoso y maniobrero como el ministro del Interior se vaya a conformar con la candidatura y sostienen que no dudará en llevar hasta sus últimas consecuencias el golpe de mano brillantemente incoado con la eliminación de Chacón y la humillación de Zapatero, al imponerle unas primarias de mentirijillas. Como publica hoy LA GACETA, va a lanzar sus barones –como Patxi López o Fernández Vara– para copar todo el poder.

Porque, aunque no sea líder del partido, Rubalcaba ha llevado las riendas del Gobierno como eminencia gris, desde el minuto uno. Al fin y al cabo, fue él quien aupó a Zapatero al poder, entre los días 11 y 14 de marzo de 2004, a golpe de insidias y sms; fue él quien pilotó el proyecto estrella del zapaterismo: la negociación-trampa con ETA, engañando al respetable con su doble disfraz de pirómano-bombero al frente de Interior; fue él quien enterró el zapaterismo con la crisis de Gobierno de octubre pasado, empujando a la cuneta a De la Vega y perfilándose como sucesor; y es él quien ahora vuelve a demostrar quién manda, tomándose a título de inventario la democracia interna del partido.

Pero lo que no es bueno para el PSOE tampoco es, en este caso, bueno para España. En su afán por soltar el lastre de todo lo que huela a zapaterismo, defendió en el Comité Federal “un nuevo proyecto”. Difícilmente van a lanzar un nuevo proyecto los mismos perros... con los mismos collares. Del mismo modo que no tienen autoridad para ocuparse del futuro, como dijo Zapatero, cuando el cónclave de Ferraz es puro pasado. Ni pueden postularse ahora como los que van a pilotar la salida de la crisis; una salida que esperan, como a Godot, mientras la prima de riesgo se dispara hasta los 250 puntos básicos.

¿Proyecto nuevo? ¿El portavoz de Felipe González en la edad oscura de aquel Gobierno socialista? ¿El superministro que tiene localizados a killers como Josu Ternera o fugados a carniceros como Troitiño? ¿El ministro del Interior que acata decisiones judiciales cuando le conviene –Bildu, bendecido por el Constitucional–, pero elude el cumplimiento de la Ley cuando no le viene bien –no desalojó Sol, a pesar del acuerdo de la Junta Electoral Central–?

Zapatero ha sido una verdadera pesadilla para España: nos ha llevado a la ruina económica, pero también a una crisis territorial, una crisis institucional y una crisis de valores. Ha sido desleal con los españoles, con el PP y, a la larga, con el propio Partido Socialista al que ha arrastrado al descrédito, la desmoralización y la atomización. Pero no es un ente aislado que haya actuado por libre. Tan responsables del múltiple destrozo han sido sus compañeros de viaje.

Ni Chacón, con su melodramática elegía por el proyecto perdido (“yo quería...”), ni Rubalcaba ahora, brindando el toro como si fuera nuevo en esta plaza, pueden sacudirse la lepra que comparten con Zapatero.
Por lo tanto, que no traten de engañarnos con la melodía del “nuevo socialismo”. Tarareada en un cónclave de opereta como el Comité Federal suena más falsa que Judas.