RUBALCABA ESPERA UN COMUNICADO PARA ATAR EL FINAL DE ETA ANTES DE DEJAR EL GOBIERNO

El Gobierno confía en un pronunciamiento “importante” de la banda para el mes de julio. El candidato del PSOE quiere pilotar el proceso. La remodelación del Ejecutivo queda pendiente del anuncio etarra.

 

Informe de  Ignacio González Galán en “La Gaceta” del 04 de junio de 2011

Por su interés y relevancia he seleccionado el informe que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

Lleva desde el año 2005, antes incluso de que se declarase la anterior tregua y cuando sólo era portavoz del PSOE en el Congreso, pilotando los intentos del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero para acabar con ETA y no quiere tirar la toalla cuando él mismo habla ya del “principio del fin” de la banda. Alfredo Pérez Rubalcaba se resiste a dejar sus cargos en el Gobierno –es vicepresidente primero además de ministro del Interior y ejerce también como portavoz– antes de que logre atar el final de la organización terrorista, que, según apuntan fuentes de Interior, está “más cerca que nunca”.

Esa es la razón que le ha llevado al candidato socialista a la Presidencia del Gobierno –ejerce de facto aunque no será proclamado de forma oficial hasta el próximo Comité Federal del PSOE del día 18– a negarse a dejar el Consejo de Ministros, en contra de los planes diseñados por el propio presidente del Gobierno para el nuevo cabeza de cartel socialista, y contra el consejo que le han dado algunos asesores que insisten en que no debe sobreexponerse e identificarse tanto con un proyecto de Gobierno ya agotado que seguirá aplicando recortes de aquí al final de la legislatura, según han explicado fuentes del propio entorno de Rubalcaba.

Pendientes de julio

Sin embargo, el gran objetivo del todopoderoso vicepresidente no anda lejos, de confirmarse las expectativas del Gobierno que han situado en el mes de julio la publicación de un nuevo comunicado de ETA que consideran “muy importante”. ¿Supondrá ese anuncio la entrega de las armas? Las fuentes consultadas no van tan lejos e incluso ya apuntan a que la banda etarra entraría en “un largo proceso de inactividad hasta su desaparición final”. La tesis, de hecho, la avaló ayer el propio presidente del Gobierno cuando, en declaraciones a Radio Nacional de España, aseguró que “entre un pronunciamiento de final definitivo o un proceso de ir dejándolo, lo más lógico es lo segundo”.

Ese comunicado, que, según fuentes del Gobierno, no se espera antes del mes de julio, llegaría justo después de la constitución de los nuevos ayuntamientos en el País Vasco y Navarra, así como de las Diputaciones donde Bildu –la marca sucesora de Batasuna y con la que los etarras han logrado colarse en las urnas– tiene aspiraciones de hacerse con importantes puestos institucionales. En ese sentido, y en función también de cómo cuajen los pactos y apoyos puntuales que ahora mismo los proetarras negocian no sólo con el PNV sino también con el PSE, la banda terrorista podría apostar en su comunicado por “la vía política para la consecución de sus objetivos, renunciando al uso de la violencia aunque sin sellar aún su desaparición como organización armada”, en opinión de los expertos antiterroristas del Ejecutivo.

Esos objetivos, según apuntan fuentes gubernamentales, serían suficientes para entablar –ahora ya sí de un modo oficial– un nuevo proceso de diálogo y negociación con la banda terrorista que requeriría de años y de la acción de más de un Gobierno, razón por la cual se quiere implicar, aunque sea discretamente, el Partido Popular, al que todos los sondeos le sitúan dentro de un año al frente de las responsabilidades de Gobierno.

Fechas para la crisis

De cumplirse los plazos, y de acceder Zapatero a las pretensiones de mantener a Rubalcaba en el Consejo de Ministros hasta aclararse el fin de ETA, la remodelación del Gobierno –fuentes socialistas la dan por hecha antes o después– podría moverse entre finales de julio o primeros de septiembre, coincidiendo con la Conferencia Política que el PSOE programa para la vuelta del verano y que supondrá el lanzamiento del vicepresidente primero como candidato socialista a las elecciones generales. El propio Rubalcaba, en su primera comparecencia ya casi como candidato el pasado lunes en la sede socialista de Ferraz, dejó entrever su ganas de seguir –“en España hay candidatos que van a las urnas desde sus cargos”, dijo–, pero admitió a la vez que, igual, no tendría más remedio que renunciar. “Lo haría si viese que mis responsabilidades como vicepresidente se ven mermadas”, aseguró el nuevo cartel electoral de los socialistas.

Los planes iniciales de Zapatero, tal y como adelantó LA GACETA el pasado mes de abril, pasaban por acometer la última reestructuración de su Gabinete, justo antes de las vacaciones y coincidiendo con la de la celebración en el Congreso del Debate sobre el Estado de la Nación, aún por fijar en el calendario parlamentario, que podría desarrollarse hacia mediados del mes de julio. El contenido del comunicado etarra que el Gobierno espera justo para esos días podría determinar cuándo y cómo hacer los cambios.

Rubalcaba, que, aunque se resiste, es consciente de la opinión de sus estrategas de centrarse sólo en la candidatura, hace planes para dejar el departamento de Interior a gente de su total y absoluta confianza.
En los contactos previos del Gobierno con la banda en 2005 que desembocaron en la fallida tregua de 2006, el ahora vicepresidente pilotó ya el proceso desde su puesto como portavoz parlamentario de los socialistas y con José Antonio Alonso en Interior. Ahora, sin embargo, y según apuntan fuentes de su entorno, puestos a dejar el cargo quiere a alguien en su lugar con quien tenga hilo directo y permanente. En este sentido, hasta se atreven a dar nombres: el de Ramón Jáuregui, ministro de la Presidencia que aterrizó en Moncloa el pasado mes de octubre de la mano de Rubalcaba; o el de Rodolfo Ares, actual consejero de Interior del Gobierno Vasco y con quien el vicepresidente comparte todos y cada uno de los secretos de la lucha contra el terrorismo. No sería, en cualquier caso, el único relevo que acometería Zapatero en la que será su última posibilidad de llevar a alguien al Gabinete antes de marcharse.

Hasta en sus últimos días al frente del Gobierno, Zapatero sigue como siempre ha estado en los más de siete años que lleva instalado en La Moncloa: pendiente de lo que diga ETA y haciendo, al final, lo que mande Rubalcaba. Por eso, el ahora candidato del dedazo fue siempre el presidente en la sombra.