NI EVASIONES, NI INSULTOS

Editorial de  “La Gaceta” del 25 de mayo de 2010

Por su interés y relevancia he seleccionado el editorial que sigue para incluirlo en este sitio web

 

Han pasado dos meses desde que LA GACETA comenzó a informar sobre el patrimonio de José Bono, y en todo este tiempo, el presidente del Congreso no ha ofrecido ninguna explicación pública. Obviamente, Bono tampoco ha ofrecido ningún desmentido, en tanto que las informaciones de LA GACETA han sido imposibles de desmentir. Aun así, Bono ni siquiera ha optado por dar la callada por respuesta, sino que su respuesta ha sido desde el primer momento una huida hacia adelante, una evasión en la cual el político castellano-manchego ha quedado no pocas veces atrapado por sus propias palabras, como en aquella ocasión en la que afirmó que quería comprar un piso en Alicante para su retiro, cuando ya tenía dicho piso.

En su huida hacia adelante, Bono ha caído en la indignidad de acusar a periodistas que cumplen rectamente con su trabajo de informar y de controlar a los poderosos, de ser unos “mafiosos”, desacreditando como “injurias” y “calumnias” noticias veraces, publicadas por un medio que en ningún caso ha faltado a su honorabilidad ni le ha acusado de delito alguno, sino que tan sólo le pide transparencia. Afirmar que las informaciones de este diario forman parte de una campaña de la “extrema derecha” implica un gravísimo desconocimiento del papel de la prensa independiente por parte de Bono. Un papel que, entre otras cosas, significa el control de quienes ejercen el poder. Por lo demás, afirmar –como ha hecho Bono, y algún programa dedicado a la teleinmundicia– que se trata de una campaña de la “extrema derecha” es echar balones fuera e ignorar intencionadamente la realidad: otros medios, como Público, El Mundo o El País, algunos autodefinidos como progresistas, se han hecho eco del aumento patrimonial de Bono, pese a las privilegiadas relaciones que éste tiene en todos los poderes del Estado, e incluso en la prensa y la oposición. Bono se ha negado a atender las reiteradas demandas que le ha hecho llegar este periódico para poder explicarse. Ni siquiera queremos una exclusiva: basta que convoque una rueda de prensa y se explique ante todos.

Hay una profunda injusticia y una escandalosa doble vara de medir, cuando vemos cómo un presidente autonómico es acusado, un día tras otro, en las portadas de los periódicos, de cohecho impropio por presunta inadvertencia al recibir unos regalos, mientras que alguien que no declaró en el Congreso de los Diputados lo que tenía que declarar, parece gozar de una inmunidad impensable en un Estado de derecho. Así, son otras instituciones, como la Fiscalía, las que se están viendo ensombrecidas por este triste caso. La cuestión es más grave no sólo porque el patrimonio acumulado por Bono desarbola su retórica populista, sino porque, en su condición de presidente del Congreso, debería ser el más ejemplar en transparencia. El propio Bono siempre ha hecho alarde de la necesidad de transparencia. En este sentido, las sesenta y cuatro preguntas sobre el patrimonio de Bono que hoy publica LA GACETA son un buen punto de partida, aunque tardío, para que el presidente del Congreso explique tanto la gestación y el crecimiento de ese patrimonio como su relación con algunos poderosos empresarios con los que ha tenido más vínculos que los contratos administrativos de la Junta de Castilla-La Mancha. Si Bono sigue sin dar una respuesta, los españoles no podrán evitar preguntarse qué es lo que tiene que esconder.