LOS FENICIOS DERROTAN A ESPAÑA
Editorial de “La Gaceta” del 29 de mayo de 2010
Por su interés y relevancia he
seleccionado el editorial que sigue para incluirlo en este sitio web.
La votación del decretazo en el Congreso muestra hasta qué punto España
está hipotecada por las minorías nacionalistas.
La votación del decretazo en el Congreso muestra hasta qué punto España está hipotecada por las minorías nacionalistas. Como LA GACETA titula en portada, CiU condena a España a más Zapatero. Duran i Lleida ha esgrimido su interesado doble juego al sentenciar al presidente (“Su etapa está finiquitada”) y hacer un duro alegato contra las medidas, por un lado; y al regalarle, por otro, el balón de oxígeno de su abstención, lo que permitió que el ajuste fuera aprobado por un solo voto. Primero mató a Zapatero y acto seguido lo resucitó. Lo malo es que quien carga con el zombi somos los españoles.
No
puede ser más incoherente la postura de quien acaba de salvar la cara al
presidente más nefasto de la democracia española, denostado hasta por sus
barones aunque sea con circunloquios (“que Zapatero sea malo no hace bueno al
PP” llegó a decir Griñán). Duran i Lleida acierta en
su diagnóstico al tildar el decretazo de injusto e ineficiente; y al subrayar
que el problema no son “los pensionistas y los funcionarios” sino “usted y su
Gobierno”. Un discurso coincidente con el de Rajoy, que basó su argumentación
para rechazar el decretazo en su carácter injusto (“¿qué clase de decreto es
éste que deposita en los más débiles el despilfarro de Zapatero?”) y también en
las mentiras del Ejecutivo (“¿cómo era aquello de que España no se merece un
Gobierno que no nos mienta?). Pero la razón más concluyente de Duran i Leida y Rajoy se refiere al autor del tijeretazo (“El
presidente se ha convertido en el principal problema de la economía española”).
¿Por qué entonces, Duran i Lleida se abstiene en lugar de oponerse como hizo
Rajoy? Partidismo puro y duro.
A CiU
no le convenía que un revés de Zapatero en el hemiciclo implicara un adelanto
electoral que puede perjudicarle en los comicios de otoño en Cataluña.
Cualquier acercamiento al PP implica un coste electoral para CiU en su propio
feudo, donde se juega la reconquista de la Generalitat frente al PSC.
Eso
lleva al Jekyll y Hyde convergente a la incongruencia
de pedir elecciones generales... pero no ahora, sino después de la reforma
laboral. Es decir, no antes de los comicios catalanes. Aclárese... o el cadáver
viviente del presidente hace un adelanto electoral y coge la puerta... o se
queda, pero no cabe la fórmula intermedia. Alegar que sería contraproducente
“quedarnos sin Gobierno en plena crisis” suena a chiste malo, porque resulta
excesivo llamar Gobierno a quienes pilotan entre bandazos y sin brújula el
barco nacional.
Devolver
a los toriles el tijeretazo hubiera sido un escándalo con un eco imaginable en
las instituciones europeas, pero no lo es menos que Duran i Lleida hubiera
tenido un comportamiento muy diferente si no estuvieran de por medio las
elecciones catalanas. Aparte de que este tijeretazo no es sino un pálido
reflejo de la cirugía de hierro que la UE y el FMI exigen al Gobierno de
Zapatero para que frene el batacazo de la economía nacional y no contamine al
resto de Europa.
La
sesión en el Congreso sirvió para escenificar aún más el aprecio que
determinadas formaciones tienen por el interés general. PSOE o CiU se conducen
con unos niveles de autismo tanto más delirantes cuanto más grave es la
situación en la que objetivamente se encuentra la economía nacional. Lo que
constituyó una victoria pírrica para el PSOE, con matices de harakiri político,
resultó ser una ganancia fenicia para CiU... y una derrota para España.