EL JUEZ 'CARACOL' PARECE HACERLE EL JUEGO A LOS ABOGADOS DE MILLET

El magistrado evita que el saqueador del Palau dé cuenta de sus subvenciones a la Fundación de CiU

 

Artículo de Jordi García Soler en “El Plural” del 21 de octubre de 2009

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web

De auténtico escándalo público debe calificarse la reacción que ha producido en la sociedad catalana la decisión del juez instructor del caso Millet, Juli Solaz, de mantener en libertad con cargosa los dos principales imputados, Fèlix Millet, ex presidente del Orfeó Català y también de la Fundación y el Consorcio del Palau de la Música Catalana de Barcelona, y Jordi Montull, el ex director administrativo de dichas entidades, tras tomarles declaración transcurridos ya tres meses desde el registro que agentes de los Mossos d’Esquadra realizaron a finales del pasado mes de julio en el Palau, en funciones de policía judicial.

 

Una hábil estrategia jurídica y un juez “caracol”

 La hábil estrategia jurídica llevada a cabo por los letrados defensores de Millet y Montull, Pau Molins y Jordi Pina, ha dado por ahora los resultados por ellos deseados. El juez instructor –conocido por sus propios compañeros de la Audiencia de Barcelona como “el cargol”, esto es “el caracol”, por su habitual lentitud- se limitó a retirar a Millet y Montull sus pasaportes, negándose a adoptar otras medidas cautelares como solicitaba la Fiscalía, que ya en otras ocasiones había solicitado el ingreso en prisión provisional de ambos imputados. Por no imponerles, el juez Solaz ni tan sólo les impuso la obligación del pago de ninguna fianza, desoyendo una vez más la petición fiscal y en este caso también de las acusaciones particulares.



Indignación popular

La reacción social ha sido no sólo de escándalo sino de gran indignación. Basta leer los editoriales de periódicos de orientaciones tan dispares como El Periódico de Catalunya, La Vanguardia o El País, para comprobarlo. Las llamadas de los oyentes a los programas de radio y televisión con participación de la audiencia han reflejado hoy mismo esta indignación con una contundencia extraordinaria.

 

Fèlix Millet, referente de la burguesía catalana

 Y es que el “caso Millet se ha convertido en el gran escándalo público en Cataluña, no sólo porque afecta a unas entidades como el Orfeó Català y su histórica sede, el céntrico edificio modernista del Palau de la Música Catalana, obra de Lluís Domènech i Montaner, sino porque Fèlix Millet se había convertido en los últimos años en un referente de la burguesía catalana, con una sesentena larga de importantes cargos en todo tipo de instituciones, entidades y empresas.


La magnitud de una estafa multimillonaria

Más allá del carácter emblemático de la figura de Fèlix Millet, miembro de una de “las familias” que históricamente han mandado en Cataluña desde hace como mínimo un siglo y con notorias vinculaciones personales y familiares con el entramado político pujolista, está claro que el “caso Millet ha impactado especialmente en la sociedad catalana por su magnitud económica. Se empezó hablando de un desvío de 3,3 millones de euros y ahora se baraja la posibilidad de que las cantidades distraídas por Millet y Montull superen los 20 millones de euros, procedentes en su mayor parte de donaciones privadas pero también de subvenciones públicas.

 

Una instrucción lenta y con vetos

En algunos ámbitos jurídicos y judiciales apenas ha sorprendido la decisión adoptada por el juez Solaz. Aseguran que era de prever tras la lentitud de su instrucción, sus negativas previas a adoptar medidas cautelares y el retraso con el que citó a declarar a los dos imputados principales. Las cartas de confesión del delito que Millet y Montull le enviaron e hicieron públicas semanas atrás parecen haberle convencido, como sin duda deseaban los abogados defensores. Tal vez por la misma razón, el mismo juez Solaz limitó las declaraciones de los imputados al año 2003, objeto inicial de la querella, aunque en ésta se especifican no sólo la apropiación de fondos por un importe de 2,3 millones y el uso de facturas falsas en aquel año sino también otros supuestos desvíos posteriores por unos 10 millones más.

¿Temas tabú?

Uno de los abogados de las acusaciones particulares inquirió a Fèlix Millet datos sobre los supuestos convenios firmados por la Fundación Palau de la Música con la convergente Fundación Trias Fargas, con un importe global de 630.000 euros, pero el juez Juli Solaz impidió que Millet respondiera. Quedó por aclarar también la donación de entre 12,5 y 25 millones de pesetas que la misma Fundación Palau de la Música realizó en 2000 al entonces ya militante de CDC Àngel Colom, a través de la nonata Fundación Espai Catalunya, al parecer para pagar las deudas contraídas por el fracasado Partit per la Independència (PI), creado por el mismo Colom y Pilar Rahola como escisión de ERC.


Complicidades políticas

Estas cuestiones, al igual que las nuevas aportaciones documentales surgidas tanto de las recientes auditorías llevadas a cabo por orden del nuevo equipo directivo del Orfeó Català y el Palau de la Música Catalana como del informe pericial realizado por funcionarios de Hacienda, deberán ser objeto de nuevas declaraciones de los imputados ante el juez instructor. Las informaciones periodísticas de estas últimas semanas han apuntado hacia la existencia de evidentes complicidades políticas en el “caso Millet”, y tarde o temprano acabarán saliendo a la luz.


Recurso ante la Audiencia

Por ahora, la Fiscalía ha recurrido ante la Audiencia de Barcelona, en solicitud de la adopción de medidas cautelares, en concreto del ingreso en prisión de Fèlix Millet y Jordi Montull. Quedan aún por declarar los restantes imputados. Y está por ver si aumenta o no el número de personas imputadas, con la posible imputación de las esposas de Millet y Montull, ya que a través de empresas puestas a su nombre fueron desviadas importantes cantidades de dinero. Por el momento, el escándalo social es público y notorio, como lo es la gran indignación popular ante una estafa en la que está clara la malversación de caudales públicos.

Jordi García Soler es periodista y analista político