¡OH, UN NUEVO PARTIDO!

 

 Artículo de Carlos Martínez Gorriarán en su blog de “¡Basta Ya!” del 23.05.07

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

Francamente, esperábamos que se tomara nota de la propuesta de crear un nuevo partido, pero no semejante alud de reacciones. Parece que el periodismo, en particular, se aburre mucho con la política convencional y agradece estímulos inesperados, como éste. Pero, ¡ay!, la mayor parte de las preguntas son desalentadoramente convencionales: “¿cómo se va a llamar el nuevo partido?”; “¿quién encabezará la lista por Guadalajara?”; “¿tienen ustedes dinero? (la política es muy cara)”, etcétera.

 

Entre las pocas preguntas interesantes, una de un sevillano: “¿se han sentido ustedes extrañados por la acogida de los medios a su idea de partido, teniendo en cuenta el poco caso que les hacían en los movimientos cívicos?” Bueno, extrañados, no, pero sí confirmados en la sospecha. La ley del espectáculo impone sus leyes, y frente a los aburridos grupos cívicos como Basta Ya, surge un animal de difícil clasificación y por eso mismo de enorme interés para los que escrutan el futuro en el hígado del sacrificio: ¿seremos animales carnívoros o herbívoros; marsupiales o vivíparos; aves o ungulados?

 

Respecto a las reacciones externas, cabe clasificarlas en algunas categorías de urgencia:

 

Interés alucinado: el de quienes quieren creer que un nuevo partido es la piedra filosofal que salvará el planeta, conservará el hielo en los polos y arreglará el precio de la vivienda sin que les cueste nada a ellos, que ya se encargarán de todo Savater y Rosa Díez.  Y si no, se van a enterar.

 

Interés inteligente: por favor, me interesa, quiero echar una mano: mantenedme informado y mucha suerte.

 

Interés popular: y dado que su programa es el mismo que el del PP (?), ¿por qué no piden ustedes el voto para ese partido, en vez de perjudicar sus posibilidades de ganar a Zapatero? (variante popularísima: son ustedes un torpedo contra Rajoy lanzado desde naves supuestamente amigas; progres penosos). Y ha quedado claro que Zaplana no se parece mucho a Sarkozy.

 

Interés siniestro: Llamazares (gracias, hacía falta este comentario) considera que es una “fuerza inventada”. No como IU o el PCE, que son fuerzas naturales, como la sequía.

 

Interés sin el menor interés: “ya lo decía yo”.

 

Sin ninguna muestra de interés: los medios de comunicación donostiarras, que no se han interesado en absoluto por la cosa pese a nacer en este su marco incomparable. 

 

Sobre algunas palabras mal recibidas:

 

Federalismo: un sistema donde las partes comparten los mismos derechos y obligaciones, delegando en un gobierno federal común –y otras instituciones federales- la dirección de los asuntos comunes. Esto es, exactamente lo contrario de lo que pretendía Maragall con su “federalismo asimétrico”, una contradicción en los términos. Por alguna razón relacionada con nuestra escasa cultura política, hay mucha gente en España que sospecha que los nacionalismos son partidarios del federalismo: craso error. El federalismo es antinacionalista por naturaleza porque no admite que haya comunidades o territorios con más derechos o soberanía que otros. Un federalista famoso: Abraham Lincoln; se negó a que el sur pudiera romper la Unión por mantener sus leyes peculiares.

 

¿Qué pasaría en España con una constitución federal clásica?: cosas interesantes. Por ejemplo:

 

1 - Quedaría definitivamente fijada la lista de entidades federadas, desapareciendo la Disposición Adicional Cuarta de la actual constitución que deja abierta la incorporación de Navarra a Euskadi.

 

2 - Habría una relación clara de las competencias federales del Estado, esas que no cabe traspasar a las partes federadas porque o bien romperían la igualdad federal, o bien debilitarían al Estado.

 

3 - Desaparecerían los Derechos Históricos pre-constitucionales, y con ellos el Concierto Económico vasco y navarro (igualdad fiscal).

 

4 – Quedarían garantizada la igualdad de los derechos y obligaciones de todos los ciudadanos con independencia del territorio federado donde residieran. Sería complicado, por ejemplo, discriminar el acceso a la función pública por razones de lengua, o imponer la escolarización infantil en una "lengua propia" a quienes no la tienen por tal.

 

5 – El Estado recuperaría competencias (federales) en materia de educación, sanidad, fiscalidad y obras públicas, pongamos por caso, para garantizar un reparto equitativo de las inversiones, la cohesión territorial, la igualdad de los currícula educativos, la equiparación de servicios sociales, etcétera.

 

En realidad, España es un Estado federal incompleto y vergonzante: lo mejor es cerrar esta brecha conceptual que dejó abierta la transición (el "cierre federal", se propuso llamarlo en la asamblea del sábado). Los únicos interesados en mantenerla abierta y ampliarla a golpe de reforma de Estatuto son los nacionalistas. O quienes se benefician de la desigualdad y del auge del clientelismo y el particularismo, caso de los socios y emuladores de éstos, tanto del PSOE como del PP (y esto ya es una notable diferencia). ¿Que no le llamamos federalismo? Es igual: se trata de eso.