LA IZQUIERDA REACCIONARIA Y EL “PROCESO”

 

 Artículo de Carlos Martínez Gorriaran en su blog de “¡Basta Ya!” del 13.06.07

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

 

Se da tan por sabido que en la derecha política hay un ala inevitablemente reaccionaria, si no es que toda la derecha está impregnada de esa actitud reaccionaria por el mero hecho de serlo, que se ha dedicado menos tiempo a hablar de la izquierda reaccionaria, un concepto mucho menos popular, pero por lo mismo más peligroso. Sin embargo, va siendo urgente reparar en su amenazadora existencia.

 

¿Qué entiendo por izquierda reaccionaria? Varias cosas (iremos viéndolas). En primer lugar, una actitud moral: la de quienes creen que basta con “ser de izquierda” para ser eximidos de cualquier responsabilidad, sustituyendo la crítica racional por las emociones, en el peor sentido del término. Por ejemplo, Zapatero y sus consejeros lo han hecho espantosamente mal con ETA –le han permitido rearmarse en todos los campos, han dividido a la sociedad, roto con la oposición, demonizado la crítica y exigido adhesiones inquebrantables fundadas en la fe-, pero ese hecho empalidece por completo, hasta hacerse transparente –con lo que puede ser ignorado-, ante la emoción que suscita Zapatero como presidente socialista, de izquierdas –el nieto del capitán republicano-, que “ha hecho lo que ha podido”, “había que intentarlo aunque saliera mal” -¿por qué?: nadie en sus cabales se tira de un quinto piso para ver qué pasa- o “tenía excelentes intenciones”. Por lo tanto, continúa arguyendo la izquierda reaccionaria, no se deben pedir responsabilidades políticas a Zapatero; todo lo contrario: es el momento de reforzar, si cabe, la adhesión inquebrantable a su persona, talante y ambiciones históricas.

 

En esta escandalosa actitud, puro culto a la ignorancia y la irresponsabilidad “de los nuestros”, pueden distinguirse dos pretensiones complementarias: una, impedir una revisión crítica de lo que se ha hecho mal para que sea siempre Zapatero, o su sucesor “de izquierdas”, quien siga en el poder, pues el privilegio de gobernar no tendría nada que ver con el acierto o el desacierto, sino sólo con las buenas intenciones que se le presuponen siempre a la izquierda (a diferencia de a la derecha, maligna por naturaleza). Otra: que no sólo Zapatero quede a salvo de toda crítica racional, sino también quienes le han apoyado renunciando a pensar críticamente –periodistas, expertos, conmilitones y simples votantes-, guiándose por los deseos antes que por los hechos, por emociones elementales en vez de por valores y criterios de racionalidad (una prelación, por cierto, característica del nacionalismo, lo que explica porqué le resulta tan fácil y natural a la izquierda reaccionaria convertirse al nacionalismo sin dar la menor explicación. No sólo aquí –catalanes, vascos, etc.-, sino en muchos territorios exsocialistas de todo el mundo, de Cuba a la exYugoslavia).

 

En ambos casos se trata de asumir una concepción de la política donde el pensamiento racional y la libertad de juzgar estén ausentes, y donde el poder se gana no por buenas convicciones y aciertos en el gobierno de las cosas, sino por un derecho natural: la herencia de los descamisados. La izquierda reaccionaria, como el nacionalismo y la derecha reaccionaria, está convencida de que, para ocupar el poder, le basta ser depositaria de los mejores sentimientos. Si luego resulta escandalosamente incompetente, incluso corrupta, no importa: ¡ellos lo hacían con la mejor de las intenciones! Aquí inocencia universal y después gloria: siempre merecen un premio.

 

Renunciar (o denunciar) a la crítica, al pensamiento racional, a la exigencia de responsabilidad: todo eso es característico de la actitud reaccionaria: allí donde esté presente, habrá una política profundamente reaccionaria. Da lo mismo que el portador de esa lacra se reconozca en la izquierda o a la derecha. Puedo admitir que Zapatero sea de izquierdas –felicidades, pero me es indiferente-, si me permiten añadir que todo su conducta con el “proceso” (y con el Estatuto catalán y la “alianza de civilizaciones”) ha sido y es típicamente reaccionaria. El matrimonio homosexual –una futesa- o la Ley de Dependencia –necesaria- no lo son, pero de ningún modo compensan la gravedad de sus políticas principales.