OPTIMAE, PESIMAE, VOLUNTAS
Artículo de Carlos Martínez Gorriarán en su blog de “¡Basta Ya!” del 02 de junio de 2008
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
Se le escapó a ZP, ante micrófono indiscreto, esta perla de su
pensamiento económico: “el pesimismo no crea empleos”. ¿Vale la proposición
contraria, esto es, “el optimismo crea empleos”? Y en este caso, ¿empleos de
qué clase? Da la imprensión de que las cuatro tardes
que Jordi Sevilla le aconsejó dedicar a ponerse un poco en los arcanos del
lenguaje económico fueron dedicadas a la inmersión en un lenguaje algo
distinto: el de la magia simpática y los juegos de manos. Vaya: con ustedes, de
nuevo, el Harry Potter de la Moncloa (ovaciones y aplausos estruendosos).
Resulta ahora que la creación de empleos –que se están destruyendo
aceleradamente: España es el país de la UE donde más bruscamente han subido las
cifras del paro, seguramente porque tenemos mucho empleo de muy mala calidad-
es, ante todo, una cuestión emocional, de optimismo o de pesimismo. En
definitiva, un acto de la voluntad, no una consecuencia de la actividad
económica.
Es cierto que, a diferencia de otros líderes políticos, ZP no tiene
problemas con el lenguaje. Todo lo contrario, lo somete a contorsiones y
manipulaciones de las que generalmente sale victorioso (ya le gustaría a Rajoy,
ya). El problema de verdad lo tiene con los hechos, con la realidad. Sin duda,
la encuentra detestable. Pero como parece que buena parte de la sociedad
española disfruta viviendo alejada todo lo posible de la realidad, encantada de
que le canten nanas para eludir sus aspectos más inquietantes y refugiarse en
un reconfortante infantilismo cívico, resulta que la estrategia verborreica del zapaterismo
consigue éxitos indudables. Si fuera contagioso este mismo lunes por la mañana
seguro que algunos consejos de dirección de empresas invierten todo el optimismo
que sean capaces de acumular no ya para evitar despidos de sus plantillas o
rescindir algún contrato, sino para contratar a unos cuantos centenares de
trabajadores adicionales. Con optimismo, ¿quién dijo miedo? ¿y
a quién pueden importarle los datos, los hechos, las evidencias que forman lo
real? Deberían tomar la iniciativa las empresas más cómplices con el fantástico
proyecto del zapaterismo. Prisa y Mediapro,
por ejemplo, podrían contratar cada una a diez mil personas más, y además
duplicar el sueldo a toda la plantilla. El señor Lara, en cuya presencia
Zapatero lanzó esta consigna, podría hacer lo propio en las muchas empresas que
controla. Y el Banco de Santander, por supuesto. Y los magos del ladrillo, en
vez de cerrar tajos sólo porque están pillados por los créditos que no pueden
devolver y porque no consiguen vender una baldosa.
Hasta ahora, el lenguaje voluntarioso y mágico ha conseguido proteger el
optimismo de Zapatero de las presiones pesimistas de la realidad. ¿No dijo que
iba a resolver el problema nacionalista, y consiguió empujar a todos los
nacionalistas al independentismo?; ¿no dijo que un nuevo Estatuto catalán
señalaría la solución de los problemas territoriales pendientes, consiguiendo
cargarse la financiación autonómica?; ¿no aseguró que ETA abandonaba
definitivamente el terrorismo, y consiguió volver a meterla en las
instituciones, ayudándole a reiniciar otro sangriento ciclo de atentados? Con
tales precedentes no resultó extraño que, cuando la crisis asomaba por el
horizonte, negara la mayor y acusara de antipatriotas a los que mentaran
la bicha. Ahora, en plena “desaceleración acelerada”, habla de que todo
consiste en ser más optimistas que nadie. Así que al loro: trabajadores que
vayáis al paro, menos quejas y más optimismo (convertíos vosotros mismos en
“empleos”); empresas que cierren y suspendan pagos, más patriotismo y menos
contabilidad rigurosa; inmigrantes explotados en el trabajo ilegal que de
repente os quedéis en la calle convertidos en mano de obra ilegal y sobrante,
condenada a la “retención” hasta ser expulsados, bailad de alegría; jóvenes que
tardéis dos o tres años más que hasta ahora en encontrar un empleo, menos
resquemor y talante más constructivo: pensad en el mucho tiempo libre que
tendréis para estar con vuestros amigos.
Ya vemos, por tanto, que hay que fijarse menos en los hechos, hacer menos
caso a las previsiones realistas de carácter negativo, y ser mucho más
optimistas. La voluntad de mejorar es lo que importa, y sin duda se acabará
imponiendo. ETA se disolverá si todos ponemos el optimismo suficiente,
comenzando por los amenazados; la financiación autómica
lo mismo, como la crisis económica que no es crisis. ¡La
voluntad lo puede todo¡ ¡Viva el triunfo de la voluntad!¡Abajo los débiles,
derrotistas y antipatriotas! Vaya, vaya… ¿a qué me suena esta muletilla? ¡Oh
sí, a los nazis! Su congreso de Nuremberg fue
inmortalizado por Leni Riefensthal
en una película de siniestra belleza: El triunfo de la voluntad. Pero en
fin, que nadie se ponga demasiado pesimista por esta improbable coincidencia.
Aunque quizás un poco de “memoria histórica”, de la de verdad, le vendría muy
bien al Harry Potter monclovita. O al menos, a quienes
le votan.