DESASTRE EDUCATIVO

 

 Artículo de Luis GONZÁLEZ SEARA  en  “La Razón” del 13/12/2004

 

Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)


Perdidos en la demagogia de la cantidad y extraviados por el error pedagógico que identifica la felicidad del alumno con la ignorancia escolar, hemos dado en el fracaso sin paliativos de nuestra enseñanza primaria y secundaria. El informe PISA 2003, que compara los resultados de los países de la OCDE, pone de relieve que los estudiantes españoles marchan a la cola en matemáticas, cultura científica, lectura y comprensión de textos escritos. El desastre no es ninguna novedad. Ya salíamos malparados en el PISA del año 2000 y, desde entonces, hemos ido empeorando. Y no vale echar la culpa únicamente al presupuesto educativo. Andrea Schleicher, responsable del Informe, indica en una entrevista que los recursos son necesarios, pero lo más importante es una visión estratégica de la educación, basada en un profesorado competente, que acepte su responsabilidad en unos centros dotados de autonomía y flexibilidad para adaptar al entorno el aprendizaje de los alumnos. Lo cual no se consigue con leyes ni ordenanzas emanada de la demagogia partidista. «Si examinamos el sistema educativo con mayor éxito en el mundo de hoy, que es Finlandia, podemos ver que todo su programa oficial de estudio cabe en un folleto», dice Schleicher. Y añade: «Lo que hacen en Finlandia es invertir en la formación de profesores y pasar la responsabilidad de la enseñanza a la autonomía de los colegios». Tal doctrina choca frontalmente con el dirigismo de las autoridades ministeriales y autonómicas, que se mueven entre los cantos retóricos a la libertad de enseñanza y las loas a la igualdad de resultados, que acaba traduciéndose en todos igual de ignorantes. Este igualitarismo de la mediocridad, unido a la permisividad sin disciplina académica y la utopía pedagógica de pretender un aprendizaje sin esfuerzo, constituyen los elementos más determinantes de nuestro fracaso escolar. En medio de tanta demagogia alienante, va a ser difícil que nos bajemos del burro. Cuando Schleicher pondera la decisión de transferir la responsabilidad a la autonomía de los colegios, la entrevistadora comenta: «Si un colegio hace un gran proyecto educativo, utilizando su autonomía, y otro no, podríamos estar fomentando la desigualdad». Magnífico. Schleicher contestó que la autonomía finlandesa de los centros ha producido menos diferencias entre ellos que la existente en otros países. En España, el ordenancismo burocrático y partisano está igualando a todos por abajo. En el Informe PISA, el nivel de excelencia de los alumnos es de los más bajos de Europa: hasta cuatro veces menos que la media de la OCDE. Pueden dormir tranquilos los obsesionados por el elitismo. La mala enseñanza desplaza a la buena y los malos profesores hacen perder autoridad a los buenos. Mientras tanto, proliferan teorías varias sobre la calidad de la enseñanza. «Toda teoría es gris –decía Goethe–, y verde es el árbol de la vida». Precisamente, preparar para la vida era el fin primordial de la educación predicada por Alfred Whitehead. Pero la vida es, por definición, desigualitaria. Lo que nos iguala a todos es la muerte.