LA MONCLOA PRESIONA PARA APLAZAR LA SENTENCIA DEL ESTATUT

Artículo de José Antonio Gundín  en “El Semanal Digital” del 17 de noviembre de 2009

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web

Con una apostilla a pie de título:

VIOLACION DE LA CONSTITUCIÓN+PARALISIS INSTITUCIONAL+HECHOS CONSUMADOS=GOLPISMO INSTITUCIONAL

Luis Bouza-Brey, 17-11-09 (22:00)

La morosidad del Tribunal Constitucional en cumplir con su obligación de dictar sentencia sobre el Estatuto de Cataluña no es razonable ni aceptable. Es, sobre todo, sospechosa. Ayer se reunió para su enésimo debate y no consta que haya avanzado gran cosa, pese a las presiones del Gobierno. Han pasado ya casi tres años y medio desde que el PP presentara el recurso de inconstitucionalidad, plazo más que sobrado para sustanciar un fallo sin excesivas complicaciones técnicas. Por el camino, se han registrado toda suerte de situaciones excepcionales y nada regulares, desde la muerte de un magistrado y la recusación aceptada de otro, hasta la caducidad del mandato de varios magistrados, entre ellos el de su presidenta, María Emilia Casas, que si sigue al frente de la institución es debido a una ley hecha ex profeso. Al mismo tiempo, el Gobierno catalán ha legislado como si el Estatuto estuviera libre de toda sospecha, de tal manera que ya han entrado en vigor varias leyes fundamentales, como la de Educación. Los nacionalistas, por su parte,
no han desaprovechado oportunidad alguna para  zurrarle la badana a un Tribunal con el prestigio herido de muerte.

¿Qué está ocurriendo para que los magistrados hayan ignorado incluso los plazos avanzados públicamente por la presidenta? ¿Hasta dónde llegan las presiones del Gobierno para que una y otra vez se dilate el fallo? El motivo que oficiosamente se esgrime para explicar la dilación es que Casas se niega a utilizar su voto de calidad para romper
un empate que dividiría en dos al Tribunal, removiendo los viejos fantasmas de la sentencia de
Rumasa.

Lo cierto es que desde el Gobierno se emiten señales de decepción y enfado con Casas, a la que tachan de pusilánime y poco fiable, sobre todo a raíz de la famosa bronca de Fernández de la Vega en un acto público. En La Moncloa
están a punto de tirar la toalla porque no creen que la presidenta sea capaz de muñir una mayoría sólida a favor del Estatut; al contrario, salvo los magistrados irreductibles de obediencia socialista, que son minoría, los moderados se han
ido escorando hacia una sentencia que poda las veleidades bilaterales y  nacionalistas del texto catalán.

 Llegados a este punto, y tras fracasar con sus insistentes presiones, pese a los redoblados esfuerzos del ministro Caamaño, al Gobierno de Zapatero sólo se le queda la baza de aplazar el fallo hasta después de las elecciones autonómicas, de aquí a un año si Montilla no las adelanta. Hasta entonces, los socialistas no quieren ni pensar en una sentencia desfavorable porque el tripartito saltaría por los aires y, con él, su presencia en la Generalitat. ¿Solución? Que el Estatut siga durmiendo el sueño de los justos hasta que la sentencia, sea cual fuere, ya no tenga relevancia política.