COMIENZA LA HUELGA GENERAL CONTRA EL PRESIDENTE ZAPATERO Y SU POLÍTICA ECONÓMICA Y LABORAL

Los sindicatos pretenden conquistar Madrid para cantar victoria

 

El presidente del Gobierno busca un empate porque sabe que tanto él como los líderes sindicales de CCOO y UGT se juegan su supervivencia política

 

Informe de  Rafael Halcón | Madrid  en “Republica.es” del 29 de septiembre de 2010

Por su interés y relevancia he seleccionado el informe que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

A las cero horas de este miércoles 29 de febrero comenzó en toda España un gran despliegue sindical para poner en marcha la huelga general que las principales centrales sindicales de España, Comisiones Obreras y UGT, han lanzado contra el presidente del gobierno y pretendido líder de izquierda y progresismo, José Luís Rodríguez Zapatero. Esencialmente por la reforma laboral aprobada en el Congreso de los Diputados, pero también contra del drástico vuelco de la política económica y social del Gobierno que prometió una respuesta social a la crisis económica y financiera y que finalmente ha propiciado todo un recorte social del déficit, siguiendo las exigencias y condiciones de los mercados de capitales que amenazaban la deuda soberana española. Si la huelga se convirtiera en un claro triunfo sindical, lo que está por ver, Zapatero podría estar en el principio del fin de su liderazgo al frente del PSOE.

La huelga que ahora comienza tiene entre sus objetivos prioritarios la conquista de Madrid, capital emblemática, política y mediática de España donde además la actual presidenta madrileña y lideresa del PP en esta Comunidad, Esperanza Aguirre, lanzó su particular desafío a los sindicatos al negarse a pactar servicios mínimos en el transporte público de la región. Los sindicatos piensan que si ganan en Madrid esta victoria se proyectará sobre el resto del país. El gobierno por su parte buscaría un empate como el de admitir la derrota de Madrid que endosarían a Aguirre y al PP, pero asegurando que la huelga fracase en el resto de España, o en gran parte del territorio nacional.

Los sindicatos pretenden si consiguen el triunfo de la huelga forzar la rectificación de la política laboral del Gobierno de Zapatero desde donde ya se ha anunciado que esta política es inamovible, aunque en últimas horas han transmitido el mensaje conciliador de que todavía se pueden negociar ciertos reglamentos de esa reforma laboral. Pero lo que no pueden ni van a conseguir los sindicatos es el ajuste social del déficit público que incluye otro de los capítulos cruciales de la batalla sindical como la congelación –para 2011- y reforma del sistema actual de las pensiones españolas, ni tampoco van a lograr CCOO y UGT la no reducción del gasto social y de otras partidas que los sindicatos consideraban intocables. De ahí que son muchos los observadores que han calificado la huelga como inútil porque, salga bien o mal, nada sustancial cambiará.

Mendez y Totxo pagarán si fracasa la huelga

Sin embargo si la huelga fracasara porque los ciudadanos la consideran inoportuna e innecesaria en estos momentos de crisis económica y social nacional, serían entonces los sindicatos y sus respectivos líderes Méndez y Totxo quienes pagarían un precio muy alto por el fracaso, dañado seriamente al movimiento sindical. Pero si triunfan el gran perdedor de la jornada será el presidente Zapatero que se verá desautorizado desde la izquierda social que el mismo había pretendido liderar en los tiempos de “vacas gordas” y a los que ha tenido que traicionar, pero no por causa de la crisis sino por su proverbial incompetencia política que le llevó a principios de 2008 a negar la crisis, y después a no reaccionar como debió haberlo hecho, para al final tener que liderar el ajuste social del déficit público de manera urgente e improvisada y atacar a funcionarios, pensionistas y al propio sistema laboral en pos de una mayor flexibilidad y abaratamiento del despido como lo denuncia los sindicatos.

No cabe duda que si Zapatero hubiera reaccionado a tiempo y tomado medidas no se hubiera visto obligado a improvisar el “hachazo” del gasto social como lo hizo a partir del pasado mes de mayo y lo acaba de confirmar en los Presupuestos de 2011 que se acaban de aprobar en el Consejo de Ministros y están pendientes de su convalidación por el Parlamento, para lo que Zapatero necesita los votos del PSOE, PNV y CC, que son los grupos parlamentarios dispuestos a secundar la supervivencia parlamentaria del presidente y evitar un adelanto electoral. Zapatero ha traicionado sus principios sociales y de la izquierda política y se ha visto obligado a abdicar ante los mercados y el poder financiero internacional, como se apreció en su reciente desayuno con los poderosos señores de Wall Street, a los que habrá presentado la jornada de huelga general como la prueba fehaciente de su rectificación.

Aguirre provoca la batalla de Madrid

Ante esta huelga general que ahora comienza la actitud de los partidos de la oposición ha sido la de permanecer al margen del enfrentamiento entre sindicatos y gobierno, lo que resulta sorprendente en el principal partido de la oposición el PP que, a pesar de no estar a favor de la huelga, está buscando la derrota de Zapatero y del PSOE en el paro de hoy porque considera que ello les beneficia. A la vez desde el PP, Cospedal y otros dirigentes del partido, han pretendido presentarse como el partido de los trabajadores y del progreso, con el argumento de que se oponen a la congelación y reforma del sistema de las pensiones, pero sin explicar su reforma de las pensiones y del gasto social.

Una actitud oportunista del PP que se ha roto en Madrid donde Esperanza Aguirre se ha presentado por su cuenta como la líder de la derecha contra los sindicatos y ha lanzado un primer ataque frontal denunciando a los liberados sindicales primero, y más tarde no aceptando un pacto de servicios mínimos en el transporte de la Comunidad de Madrid –que si ha aceptado Gallardón para los autobuses de la capital- con lo que Aguirre no solo ha enfadado por enésima vez a Rajoy y a su partido sino que ha convertido Madrid en el primer objetivo de los huelguistas de toda España. Hasta el punto de que si UGT y CC.OO. lograran una clara victoria en Madrid este éxito sería considerado como una prueba flagrante del triunfo de la huelga general.

De ahí los esfuerzos, incluso por la fuerza, que desde las primeras horas de este día ya están haciendo los delegados y piquetes sindicales para bloquear el transporte público de la Comunidad de Madrid y lograr con ello un alto índice de absentismo laboral.

Si esto fuera así Zapatero y Rubalcaba y demás ministros del gobierno no dudarían en decir que la huelga general la han perdido Aguirre y el PP en Madrid, sobre todo si al final de la jornada de paro quedara claro que Madrid ha sido la Comunidad donde la huelga ha triunfado con más claridad, con respecto a otras Comunidades de España.

Zapatero  busca el empate

Para el presidente Zapatero el resultado ideal sería el de un empate. Es decir el de poder afirmar que la huelga solo ha funcionado a medias y que ni los sindicatos ni él, ni su gobierno son perdedores de la jornada de paro, en la que con toda seguridad los que van a perder son los empresarios, el Estado y los ciudadanos por el alto coste que tendrán en la decaída situación económica del país.

Zapatero no quiere ser el liquidador de los sindicatos si fracasa la huelga, pero tampoco quiere ser el derrotado de la jornada porque sabe que eso podría suponer –si además perdiera las primarias de Madrid contra Tomás Gómez, y se confirmara la derrota del PSC-PSOE en las elecciones catalanas de finales de noviembre- que su mandato y su liderazgo presidencial al frente del PSOE y del gobierno habría acabado y además muy mal. Sobre todo cuando en los últimos años se ha presentado dentro y fuera de España como un político implacable de la izquierda europea, del que apenas queda mucho tras su conversión al liberalismo de los mercados y su enfrentamiento con los sindicatos que en el día de hoy se acaba de confirma. Si añadimos su apoyo a la expulsión de gitanos por Sarkozy, su humillación ante Wall Street, o participación creciente en la guerra de Afganistán, veremos que del Zapatero de 2004 que llegó al poder haciendo alarde de las salida de las tropas españolas desplegadas por Aznar en Irak queda muy poco y además, como lo dicen todas las encuestas, con un liderazgo muy deteriorado por su incapacidad política y su temerario comportamiento que son la causa y el origen de todo lo demás