LA "SANTA COMPAÑA" DEL PSOE

 

Artículo de Antonio Pérez Henares en su blog del 22-11-2011

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

 

Regresado de un pasado muy autoensalzado (“100 años de honradez”) y de la nada antifranquista, (“ Y 40 de vacaciones”-Tamames dixit), el PSOE se hizo al inicio de la democracia y de la noche a la mañana con la hegemonía de la izquierda española. Apoyados con entusiasmo por la socialdemocracia internacional y como mal menor y con menos riesgo por la derecha española temerosa del entonces pujante y combativo PCE, los entonces ignotos y jóvenes dirigentes socialistas se convirtieron en icono generacional y tuvieron la virtud de entrar en osmosis con una nueva sociedad en cambio y transformación que los sintió y prohijó como criaturas propias y sin la carga tenebrosa, a pesar de su lucha por la libertades y su conversión entonces sincera a la democracia, de los comunistas. Un aluvión de gentes se apunto a sus filas, donde no faltaron los oportunistas del poder y los de “toda la vida” recién nacidos para la sigla, pero también toda una gran pulsión colectiva de izquierda mas asumible, joven y moderada.

En las primeras elecciones (1977) se auparon a los 118 diputados, por 20 del PCE, y en las del 1979 a los 121, por 23 de los comunistas. Pero ese mismo año y merced al pacto de izquierdas del que fueron beneficiarios consiguieron un espectacular poder autonómico y municipal-algunos feudos como Extremadura y Castilla-La Mancha mantenidos hasta este mismo año-que preludiaron tras el golpe de estado y la descomposición de UCD, su triunfo absoluto (202) en 1982. Felipe González lo revalidaría tres veces más: 1985(184), 1989 (175) y 1993 (159) para acabar cediendo ante Aznar en 1996 (156-141) que alcanzaría su mayoría absoluta en el 2000 (183) contra Almunia.

La sorprendente entrada en liza en el nuevo milenio de Rodríguez Zapatero y sus amigos (Blanco, Caldera, Lopez Aguilar, Chacon, Trini, etc.) se saldó con la todavía más sorpresiva llegada al poder tras el brutal atentando y el impacto emocional del 11-M. El “afortunado” Zapatero dio aún un nuevo triunfo en 2008 ante el “perdedor” Rajoy cuando la crisis asomaba las orejas de lobo pero se nos contaba que era cordero.

ZP-al que no tardó en unirse el incombustible, hasta ayer, Rubalcaba- acumuló un poder interno ante quien nadie rechistaba. Sus modos, fondos y maneras hicieron girar al partido hacia posiciones más propias de radicalismos progres que de socialdemocracia y, más grave aún, hacia arrimones con el nacionalismo y desatinos sobre la propia vertebración del Estado como el Estatut catalán que los deshilvanaron como partido y referente nacional de izquierdas. El optimismo patológico derivado en ilusoria insensatez ante la crisis condujo al país a la ruina económica y la angustia social Y al PSOE al precipicio.

La primera caída fue en Galicia, la segunda en Cataluña, el desplome en las autonómicas y el despeñadero final en estas generales. Al adorado triunfador, al “carismático” ZP su sucesor lo escondía como a un leproso mientras que el presunto “perdedor” el normal Rajoy llevaba a su partido a su mayor triunfo y a la mayor cuota de poder de su historia.

La ocultación del Gobierno, la desaparición vergonzante de Zapatero y la presentación de quien había sido sombra y corresponsable en todo su mandato, como nuevo líder de hecho aunque no de derecho y al mismo tiempo avezado pero hasta “virginal” candidato, Rubalcaba, marcaron una desastrosa campaña donde todo el mensaje se resumía en que aunque lo suyo había sido de pena, si llegaba la derecha sería aún más penoso. El resultado ha sido la catástrofe más absoluta. La peor y más desastrosa derrota de su historia, por debajo ya no de Almunia sino de aquel 1977 del inicio cuando los 118 diputados supieron a gloria. Estos 110 son el reflejo del peor naufragio, están en aquel fatídico “techo de Fraga” que amargo durante años a la derecha. El terrible fiasco unido a la demolición completa de su poder local y autonómico (les quedan mientras les quede País Vasco y Andalucía) y a esa dramática fuga de votos (más de 4 millones) los deja a la intemperie y en cueros.

Pero no solo en esos tremendos términos cuantitativos. Es quizás peor lo cualitativo. La generación de Zapatero ha sido arrasada y es considerada en el interior del PSOE como responsable de esta terrible situación actual. Pero el intento de vuelta al pasado y de sacar a relucir a González se ha saldado con el auténtico socarramiento de un Rubalcaba cuyo efecto ha sido perverso y su alardeada carrera, la del cangrejo. Son no una sino dos generaciones los que se entierran al mismo tiempo.

Porque ya han perdido todos. No querer asumir la terrible herida de mayo supone ahora una peor y brutal hemorragia. El grupo parlamentario, constituido por los dirigentes derrotados y expulsados de los territorios que han encontrado ahí acomodo a empujones y por ex ministros desacreditados, semeja a esa “Santa Compaña” que pena por los bosques en doliente procesión entre nieblas y velones. ¿Qué oposición puede esperarse de ellos?. Todos son perdedores. Bueno, menos Alfonso Guerra, que mantuvo el honor en Sevilla y es el único diputado y siempre victorioso que queda de las primeras cortes. Pero toda Andalucia se ha perdido. Y Carmen Chacón no puede rechistar tampoco apenas ante su rival por la secretaria general. Cierto que ha ganado, aunque bajando y mucho, en Barcelona, pero el PSC se ha derrumbado en Cataluña siendo derrotado por primera vez en su historia.

A día de hoy y de mañana el PSOE está abierto en canal y no tiene otro remedio que afrontar una autentica refundación y ahora sin resquicio para la trampa. Recuperar principios y enderezar rumbos. Pero no puede volver a encenderse nuevo fuego con la leña ya quemada y convertida en cenizas requemadas como han pretendido y su grupo parlamentario representa tan a las claras.

El PSOE mantiene la hegemonía del voto en la izquierda. Pero ¡ojo!. Cierto que tiene 10 diputado por cada 1 de IU y 20 cada uno de UpyD. Son cosas de la que cada vez más escandalosamente injusta ley Electoral. Porque ambos más los ecologistas se acercan a la cifra de tres millones de sufragios por apenas siete suyos. Y esa diáspora de ahora puede en el futuro reagruparse o entrar en una dispersión aún más profunda.
Quizás sea Madrid el mayor ejemplo y el peor peligro de lo que puede pasarles. Casi doblados por el PP ven como sus diez escaños se comparten con siete (4 UpyD y 3 IU) que les disputan su mismo espacio y que su exiguo 26% de los votos empieza a ser cuestionado por casi un 20% que se reparten los rivales de caladero. El PSOE pues no solo ha sufrido la peor de las derrotas ante el PP y el centro derecha, es que ve que su propio electorado es quien se dispersa y le abandona buscando otros refugios. Ya no le valen aquellas renovaciones donde Rubalcaba, ¡que cosas de ahora y antes! siempre andaba autorenovándose para seguir en el poder. Solo la más profunda regeneración le puede volver a colocar en la senda.