¿NO QUERÍAIS PAPELES PARA TODOS?
Artículo de Carlos Herrera en “ABC” del 15 de enero de 2010
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web
Lo frustrante
del asunto de Vic, más allá de una lectura de mera intencionalidad política
local, es que casi todas las posturas representadas en el conflicto tienen
parte de razón. Conviene descartar cuanto antes la lectura de política menor:
tres partidos se entienden en acuerdo de gobierno para no tener que depender de
un cuarto de carácter gaseoso y feo, una especie de Ku-Klux-Klan
catalán que ha conseguido cuatro concejales y que predica la pureza social de
Cataluña calificando al inmigrante de innecesario, perjudicial y malévolo. Esos
tres partidos, CiU, ERC y PSC, están siendo acusados de utilizar los métodos
del cuarto para querer desecharlo, lo cual es, cuando menos, curioso (un tal Anglada, personaje que igual formó parte de Fuerza Nueva
que de la Agrupación de Ruiz Mateos, es el que vela ahora por la esterilización
de la Plana de Vic). A excepción de quien manifiesta peligrosos argumentos
repletos de gasolina social, resulta fácil entender a los demás. A los
inmigrantes sin recursos o sin trabajo que prefieren estar mal en Cataluña que
regular o bien en sus países de origen, que tienen hijos que educar o familia
que alimentar; también al Gobierno que asegura que la ley obliga a empadronar a
aquellas personas a las que luego deberá atender socialmente; pero también a un
Ayuntamiento que dice que ya no da para más. La presencia extranjera en Vic
supone el 14% de la población: algunos llegaron lustros atrás a trabajar en el
campo y forman parte del paisaje, otros lo hicieron con los aluviones de las
recientes vacas gordas y al calor de los mensajes buenistas
de una pandilla de irresponsables. Los segundos, algunos de los cuales ya no
tienen trabajo -y, desde luego, tampoco papeles-, son ahora el problema. El
asunto no puede reducirse a la simpleza de calificar a los munícipes de Vic
como una pandilla de racistas miedosos: ese mismo ayuntamiento ha desarrollado
muchas políticas sociales y de integración y ha invertido buena parte de su
presupuesto en atender y acoplar a la población sobrevenida. Pero dice que no
puede más y se acoge a una contradicción de la ley: cuando se tenga noticia de
un inmigrante irregular, sin documentación en regla, se pondrá en conocimiento
de la policía para que proceda a su expulsión. La misma ley dice, por otra
parte, que hay que empadronar a todos para que puedan acceder a servicios
sociales elementales, con lo que el lío está garantizado. Gobiernos anteriores,
del maldito Aznar, sugirieron que había que abrir la puerta a la inmigración en
función de las necesidades del país y la respuesta que obtuvieron de los mismos
que ahora gobiernan en Vic y de los que gobiernan en España fue del orden
poético absurdo: la cantinela de que el mundo no tenía fronteras, de que el ser
humano era libre como los pájaros, de que había que garantizar papeles para
todos se instaló en el discurso giliprogre de una
serie de irresponsables que ahora están probando sus medicinas. ¿No queríais
papeles para todos? ¿No querían muchos industriales mano de obra barata y
dispuesta a deslomarse? ¿No querían los pueblos parejas de las que nacieran,
por fin, hijos? Pues ahí están. Ahora, como poco, no parece correcto echarles
la culpa de todo.
Si no se
dejan meridianamente claras algunas reglas de convivencia y se estabiliza, en
la medida de lo posible, el flujo inmigratorio en función de los intereses
nacionales, estaremos condenando a los que lleguen y a los que ya están a roces
perniciosos con la realidad y a riesgos innecesarios como los vistos en París y
en Calabria. Todos estamos de acuerdo en lo positivo de la inmigración, pero
también en el desastre que supone una inmigración alocada y sin control. Vic
como síntoma, como espejo, como espita. Es fácil no querer escuchar, pero que
pongan el oído en lo que dicen, braman, muchos lugareños desbordados, incluidos
inmigrantes largamente asentados. Ojo con los estallidos, que pueden estar más
cerca de lo que parecen.