EL FALLO DEL CONSTITUCIONAL O EL FRACASO DE ESPAÑA
Artículo de Antonio Hualde en “El Imparcial” del 16 de julio de 2010
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
Se ha
hecho esperar, pero finalmente ha habido sentencia sobre el Estatut. Y, salvo
al Gobierno, no parece haber contentado a nadie. Viene de lejos. De hecho, el
Estatut de marras ya generó en sus inicios muchas dudas -cuando no abierto
rechazo- a una buena parte del mundo del derecho, tanto “conservador” como
“progresista”. Durante estos casi cuatro años, ha habido tiempo de sobra para
rumiar un engendro que, de haber sido jurídicamente aceptable, se habría
ventilado a las primeras de cambio. No ha sido así. Era un clamor que la sola
redacción de muchos de sus preceptos implicaba poco menos que una secesión de
facto. Un poder judicial propio, una hacienda propia, una lengua propia; por supuesto,
todo excluyente. Y de aperitivo, el concepto de “nación” a modo de as de guía
tras el que pende una cordada de 223 proyectos de ruptura con España.
Ese y
no otro es el fin último del Estatut. Si por algo destaca en el ámbito formal
es por su tono de bilateralidad. Equipara a España y Cataluña, dos naciones
igual de soberanas, unidas solamente por lazos estrictamente de cortesía. Más
soberana Cataluña, eso sí. Y ello gracias al PSC, sin cuyo concurso este
disparate no habría sido posible. Bien es verdad que no todos los socialistas
comulgan con semejante rueda de molino pero, hasta ahora, muy pocos -por no
decir ninguno- son los que han osado contravenir a su jefe. Porque el auténtico
muñidor del Estatut es José Luis Rodríguez Zapatero.
Ya
tiene otro “logro” en su haber. No sólo ha arruinado al país, sino que además
le ha colocado una bomba de espoleta retardada en su línea de flotación
jurídica. Nada de esto se notará a corto plazo. Pero sí dentro de un tiempo.
Cuando las bases de la ruptura sean ya demasiado sólidas como para desfacer el
entuerto. Dichas bases empezaron a cimentarse el día en que Zapatero rechazó al
PP como socio constituyente y eligió en su lugar a Esquerra Republicana de
Cataluña, con quien suscribió un pacto de colaboración estatal y otro
autonómico que aún dura. De aquellos polvos vienen estos lodos. Dicho lo cual,
no es el único responsable. A su lado ha habido un partido mudo y cómplice de
sus desafueros, hasta ahora en que la tempestad de la recesión económica lleva
a que algunas ratas empiecen a abandonar el barco.
Quienes
ahora se hacen cruces, asintieron sin chistar durante todo este tiempo al que
negaba la crisis y defendía el Estatut. Pues bien, la primera le ha estallado
en la cara, y el segundo lo hará en la de todos los españoles de aquí a no
mucho. Y sí, hablo de Zapatero, omitiendo en cambio a los magistrados que han
dictado la sentencia. No se trata de una omisión personal; ya se encargaron
ellos mismos de borrarse. A seis de ellos no ha parecido importarles que una
ley autonómica agreda a la norma suprema, cual es la Constitución, y se arrogue
competencias que no le corresponden. Tampoco que con su dictamen el
nacionalismo más casposo salga reforzado. Y que la convivencia de un país
llamado España empiece a resquebrajarse poco a poco. Enhorabuena a tanto
iluminado. Como dijo Romanones, “joder, qué tropa”.