ZAPATERO, ENCADENADO
Artículo de César Alonso de los Ríos en "ABC" del 20 de
diciembre de 2000
Con un muy breve comentario al final
Luis Bouza-Brey
¿Va a poder seguir defendiendo el Pacto
Rodríguez Zapatero a pesar de la contestación que está teniendo en su propio
partido y en los partidos nacionalistas? Éstos han hecho un bloque de
solidaridad con el PNV y EA aunque reconozcan en privado y en público que el
pacto de Estella fue un gran error. Es un error...
pero nacionalista. Disculpable, por tanto. Pujol y Durán Lleida reconocen los
vínculos del PNV con ETA pero no están dispuestos a criticar a su referente
catalán. Saben que el independentismo escribe recto con líneas torcidas.
Los nacionalistas se admiten fisuras.
El espíritu de las conversaciones de Barcelona está bien vivo. Son conscientes
de que se necesitan porque están ante un reto tan difícil como es la conversión
del Estado autonómico en una Confederación de Estados. Así que Pujol se traga
el sapo de Estella, Durán se traga el sapo de Estella y Beiras tiene a sus
correligionarios muy contentos por el idilio Arzalluz/Otegi.
Ya puede decir Arzalluz que el PNV se identifica con
los objetivos políticos de ETA, o que no pedirá la disolución de ésta mientras
quede un solo etarra en las cárceles: el muy honorable Pujol y el bien probado
democristiano que es Durán Lleida no pondrán su firma en un escrito que condena
al nacionalismo «democrático» vasco. Porque lo importante para ellos es hacer
saltar de una vez el corsé de la Constitución y los Estatutos. Nos lo acaba de
recordar el Congreso de Unión Democrática de Cataluña: el objetivo del partido
de Durán es crear un Estado Catalán. Por si lo habíamos olvidado.
Pero la oposición de los nacionalistas
no es lo peor que podía sucederle al Pacto y, sobre todo, a Rodríguez Zapatero.
Lo que afecta a la autoridad de éste es que una parte del PSOE considere que el
Pacto es una trampa del PP. Es escandaloso que
compañeros de Zapatero en la Ejecutiva, como son Blanco y López Aguilar, no se
sientan solidarios con el texto del Pacto y propongan una nueva redacción. ¿A
qué juega la dirección socialista? ¿Hay acaso un reparto de papeles? Pero si es
así, ¿cómo quedaría la imagen de Zapatero? Se podía pensar que ciertas
personalidades socialistas rechazaran el Acuerdo: González, por ejemplo, que ya
había dejado clara su posición en artículo reciente de «El País», pero es
difícil suponer un maquiavelismo que afecta a la propia autoridad del
secretario general del partido. Es verdad que las críticas se dirigen al PP
como si los socialistas que redactaron el escrito no tuvieran ninguna
responsabilidad.
Estamos asistiendo a una rebelión de
personalidades del partido socialista porque, según ellos, el Pacto aísla al
PNV (socio imprescindible) y echa una mano al PP (enemigo necesario). De este
modo se viene abajo toda la cultura de alianzas que viene manteniendo el PSOE
desde el final del franquismo. Para González la solución política ha pasado
siempre por el entendimiento de socialistas y nacionalistas de tal manera que
España pagara territorial y culturalmente lo que ganaba el PSOE al impedir que
la derecha pudiera acceder al poder.
Esto es lo que ha echado por tierra
Zapatero al firmar el preámbulo del Acuerdo por las libertades. ¿Es consciente
de ello? ¿Sabe hasta qué punto ha quebrado con la firma del Pacto toda una
estrategia interiorizada por los socialistas?
Curiosamente, Pascual Maragall está
desbordando a Pujol en su ofensiva contra el Pacto. Éste está maniatado por los
votos del PP en el Parlamento catalán. Pero él, Maragall, está aprovechando el
debate para definir el ámbito catalán de decisión. Busca una alternativa
catalana que respete la vía nacionalista del PNV y de EA. Maragall es la punta
de lanza de los nacionalismos. El líder que ha querido ser Llamazares.
Yo creo que la libertad de movimientos
de la que hace gala Zapatero es sólo aparente. Desgraciadamente para todos le
veo encadenado.
Muy breve comentario final
Luis Bouza-Brey
Realmente, aún no tenemos ninguno plena
consciencia en nuestro país de las implicaciones de la nueva política hacia
Euskadi que significa el pacto PP-PSOE. Por eso, en el PSOE es lógico que
surjan, más que discrepancias, interpretaciones distintas de las consecuencias.
Eso es un índice de vitalidad. Seguro que Maragall, con su peculiar estilo y
finura, irá ajustando su posición. Existe mucha más lealtad entre el PSOE y el
PSC de la que parecen observar los periodistas de "ABC" y "El
Mundo". También existen muchas menos maniobras en el PSOE de las que la
obsesión por el "felipismo" descubre todos
los días.
Aunque pueda haber alguna individualidad en
el PSOE que acuse a Rodríguez Zapatero de poca agresividad, las encuestas de
opinión indican un ascenso del partido y de su líder. Además, lo que es
importante son las necesidades del país, que en este momento exige un esfuerzo
de concertación para acabar con el terrorismo. Estamos iniciando un nuevo
período histórico en España, y nadie debe poner palos en las ruedas contra este
objetivo. El que no sea consciente de ello, perderá. Los que lo son, subirán.
La postura de los nacionalismos parece
lógica, aunque probablemente se estén jugando un descalabro. En Cataluña, las
diferencias de simpatía a favor de Duran sobre Mas son resultado no sólo de un
mayor desconocimiento del segundo, sino de que el electorado mayoritario de CIU
no simpatiza con las tendencias soberanistas de la mayoría de CDC. Y tampoco
parece que se les haya dado una gran alegría a los electores de UDC con las
expansiones independentistas del congreso reciente. Van a ir para abajo, y es
previsible una recomposición del espacio nacionalista catalán en un plazo de
dos o tres años. Recomposición electoral pero también de los partidos y sus
alianzas. Habrá mucho más soberanismo pero muchos
menos votos a repartir. Seguro que Pujol es consciente de todo esto, pero CDC
está desbocada. Será Durán quien, en el medio plazo, si resiste, saque las
castañas del fuego al nacionalismo sensato.
Por ello, ante todo este barullo, que
significa que hace tiempo que el nacionalismo vasco está haciendo mella en la
sensatez catalana, los nacionalistas de CIU no pueden ---ni quieren--- echar el
freno y apoyar el pacto PP-PSOE. Además de significar dicho pacto un giro
estratégico de hondo calado en lo referente a la política hacia los
nacionalismos, el barullo nacionalista en CIU va de momento en otra dirección.