CARTA ABIERTA A ROSA DÍEZ

 

 

Por Juan Carlos Rodríguez Ibarra en “ABC” del 27.10.06

 

QUERIDA Rosa:

La madre de Joseba Pagazaurtundúa tiene derecho a decir lo que dice, y mucho más. Una madre a la que asesinaron a su hijo tiene todas las venias para expresar lo que siente, sea esto racional o menos, nos duela mucho o nos duela poco. Nadie puede compensar la pena de una madre a la que le arrebatan a su hijo. Nada puede consolarla, ni siquiera su diatriba contra Javier Arzallus, cuando, a raíz del asesinato de su hijo y armada con sus gafas de miope y su bolso colgando de su brazo, arrinconó, como nadie lo había hecho antes, al presidente del EBB del PNV. Los demás podemos comprender su pena, su tristeza, su dolor, su ira, pero no podemos sentirla en igual medida, ni siquiera los que estuvisteis tan cerca de Joseba cuando ejercía su profesión en el País Vasco o cuando anunciaba su asesinato sin que se hiciera lo suficiente para evitarlo.

Su hermana Maite, con el mismo derecho que su madre, cuenta en su libro Los Pagaza. Historia de una familia Vasca, en homenaje a su hermano, cómo Joseba no tuvo la oportunidad de defender sus enmiendas, en el seno del PSE-PSOE, para que fueran incorporadas a las enmiendas socialistas vascas para el 35º Congreso Federal de los socialistas españoles (julio de 2000), porque la dirección del socialismo vasco de entonces, con Nico Redondo a la cabeza, se lo impidió, marginándole y evitando que fuera de delegado socialista vasco a ese Congreso al que Pagazaurtundúa quería ir. Puesto que sus enmiendas, en las que se atacaba al nacionalismo vasco ferozmente, no fueron merecedoras de ser incluidas en las que presentaría la delegación vasca, Joseba decidió enviárselas, para que las hiciera suyas, a algún socialista de fuera de Euskadi. Fui el elegido por Joseba. Tengo la carta que me envió y las enmiendas que, efectivamente, hice mías y las presenté en el 35º Congreso federal. En la carta, Pagazaurtundúa se quejaba amargamente de la negativa a enfrentarse al PNV por parte de tanto «sociolisto»(sic) como, decía él, había en el PSE-PSOE. Tú, Rosa, recuerdas también esa anécdota en tu libro «Porque tengo hijos», que presentamos hace unos meses en Badajoz. Jamás se me ocurrió pedir cuentas a Nico Redondo por la marginación de Joseba en el PSE. Jamás puse en duda la política del PSE-PSOE, y menos sospeché que fuérais cómplices de la política tibia del PNV con respecto a ETA, la cual, más tarde, asesinó a Joseba tras la crónica de una muerte anunciada.

Después de ese abominable asesinato, siempre respeté a Maite y a su madre. En un acto en Cáceres, con motivo del Día Internacional de la Mujer, hice un homenaje a doña Pilar, delante de José Luis Rodríguez Zapatero. Al salir del acto, José Luis me dijo: «Vengaremos algún día el dolor de esa mujer y las lágrimas que he visto en la cara de las mujeres extremeñas mientras hablabas de la dignidad de doña Pilar. ¡Conseguiremos acabar con esos canallas!».

Y en eso estamos, querida Rosa. No te puedo pedir serenidad en tus análisis y manifestaciones porque la serenidad sabes guardarla para las ocasiones donde hace falta mantenerla. Nunca olvidaré tu cara cuando, de pie, al lado del féretro que contenía los restos mortales de nuestro querido Fernando Buesa, me acerqué a saludarte. Tu figura, tu cara y lo que me dijiste en dos palabras eran la serenidad y la dignidad personificadas. Verte me llenó de orgullo por ser tu amigo y tu compañero. No te puedo pedir serenidad, pero sí me atrevo a pedirte coherencia y confianza.

Sabes, querida Rosa, que estoy en la Comisión Ejecutiva Federal del PSOE, y sabes que mantengo algunas diferencias con otros miembros de esa dirección, como no podía ser de otra forma en un partido de izquierdas, donde no nos unen intereses bastardos, sino ideales para que los ciudadanos podamos ser más iguales y más felices. Llegar a la igualdad y aspirar a la felicidad es un camino con muchas bifurcaciones. Por eso discutimos y discrepamos. Así fue siempre, con Pablo Iglesias, con Largo, con Prieto, con Llopis, con Felipe y, ahora, con José Luis.

Sabes, porque me conoces, que si yo tuviera la más mínima duda de que Zapatero pretendiera traicionar la memoria de las víctimas del terrorismo o entregar a ETA alguna conquista política dejaría de pertenecer a la dirección federal de nuestro partido. Pero no me cabe la menor duda y, por eso, ni pregunto ni interpelo a José Luis sobre sus intenciones. Sé de la limpieza de su objetivo y, por eso, no creo, ni remotamente, las insinuaciones y acusaciones que el PP está lanzando, con una frescura denunciable, contra nosotros.

Te equivocas cuando pones atención a lo que dice Otegui o cualquiera de sus miserables amigos. Te equivocas cuando haces caso a Acebes, Zaplana o, últimamente, a García Escudero. Como ha dicho ese magnífico hombre que es Eduardo Madina, al que tú conoces tan bien, «cuando ETA mató a Joseba, los socialistas vascos no estaban hablando con ETA, estaban llorando».

Es cierto que nadie puede ponerse en la piel de otro. Yo no tengo tus vivencias en el País Vasco y, por ello, no puedo sentir como tú, pero puedo comprender casi todo lo que sientes, lo que piensas y lo que dices. Pero, querida Rosa, no puedo entender tus dudas respecto a las intenciones del Gobierno de España y del partido que lo sustenta. Sin quererlo, nos ofendes a todos, y las ofensas de uno de los nuestros duelen infinitamente más que las ofensas que el PP se ha propuesto infligirnos semanalmente.

Sé que no vas a dejar de ser socialista, ni militante socialista, ni quiero que dejes de serlo. Tu voz es importante y tus reflexiones, también. Tirar desde el lado opuesto de la cuerda es un ejercicio difícil, pero noble, porque, si no, todo el peso se desplaza del lado contrario. No abandones, pues, nunca. Pero, querida Rosa, si lo que diga Otegui o el PP te provoca dudas sinceras respecto a las intenciones del Gobierno y del PSOE, si el debate en el Parlamento Europeo te parece una traición, sin que dijeras nada cuando Aznar internacionalizó el conflicto con ETA acudiendo al Consejo de Seguridad de la ONU después del 11.M, debes renunciar a tu acta de eurodiputada que esa dirección socialista puso en tus manos. Yo no estaría ni un minuto en un cargo donde me hubiera situado una dirección a la que pido explicaciones sobre su conducta mientras mataban a Joseba Pagazaurtundúa.

Un fuerte brazo.