LOS GRUPOS PARLAMENTARIOS ESTRECHAN LAZOS PARA AISLAR AL GOBIERNO

Zapatero, en minoría

 

   Informe de Alberto L. Marín  en “El Imparcial” del 19 de mayo de 2009

 

Zapatero está solo, y así lo constató en el último Debate sobre el Estado de la Nación. La oposición suma 181 escaños y está compuesta por el Partido Popular, por los partidos nacionalistas -aliados del presidente en su primera legislatura- y por el grueso de los partidos minoritarios, que nunca antes se habían manifestado de una forma tan explícita. El presidente aúna diversas tendencias en contra suya, pero la crisis es sólo una causa más que se suma a numerosas promesas incumplidas y cuentas pendientes.

 

 

Los grupos parlamentarios apuran la negociación de las propuestas de resolución derivadas del Debate sobre el Estado de la Nación, ya que tienen que presentar las enmiendas transaccionales que logren consensuar antes de las 20:00 del lunes para que puedan votarse en el Pleno del martes 19 de mayo.

Ninguna de las 90 iniciativas planteadas está firmada conjuntamente por más de un grupo, por lo que, en principio, todas las fuerzas políticas necesitan pactar entre ellas para recabar los apoyos que les permitan sacarlas adelante.

Así, la supresión de la deducción por la compra de vivienda para las rentas más altas a partir de 2011 se enfrenta a propuestas del PP y CiU que reclaman mantener este beneficio fiscal y, en el caso de los populares, incluso aumentarlo. Si la oposición pacta un texto que satisfaga a grupos que sumen más de los 169 diputados socialistas (como sería el caso de la unión de los 153 del grupo popular, los diez de CiU y los seis del PNV), el Ejecutivo vería cómo el Congreso rechaza la medida "estrella" lanzada por Zapatero en el debate del martes y miércoles pasados.

En sus últimas palabras del miércoles, a modo de conclusión del Debate sobre el Estado de la Nación, ya ojeroso y cansado después de dos intensos días, el presidente del Gobierno pidió al Hemiciclo superar las divergencias con la crisis como argumento. “Señoras y señores diputados, a la tarea”. Pero, en realidad, y tras pulsar los pareceres de los distintos grupos en el Congreso de los Diputados, quien debe ponerse “a la tarea” es el Zapatero más aislado y débil en la Cámara legislativa de los últimos cinco años, al contar con 169 votos seguros —los de su Grupo- frente a la nueva oposición, que suma 181 . Frente a él, la citada oposición, compuesta de forma espontánea, mayoritaria y heterogénea, que comparte la idea de que el presidente ha agotado su legislatura al mismo ritmo que ha perdido la credibilidad. Sus principales aliados hasta hace pocos meses —nacionalistas vascos y catalanes, Izquierda Unida y la mayor parte del Grupo Mixto-, como ha podido corroborar este periódico, fiscalizarán la gestión del presidente al milímetro.

En segundo lugar, la palabra moción ya no sólo se escucha en los pasillos. El presidente podría salvar una moción de censura pero no una cuestión de confianza, no vinculante y cuya proposición no está en manos de los detractores: es el propio presidente el que debe plantear una moción así cuando cree conveniente pulsar el respaldo de su gestión en un momento de suma debilidad. Una de las principales lecturas del debate y repetida al unísono por medios de comunicación de distinto signo es, precisamente, una soledad del Ejecutivo que se hará palpable en cada derrota que sufra el Grupo Socialista en la Cámara Baja, precisamente en un contexto, según el presidente, “grave”. En este sentido, Rosa Díez, representante de Unión, Progreso y Democracia, fue la más explícita y resumió el sentir del resto de formaciones: o logra el consenso —lo propuso en forma de Pacto de Estado- “o déjenos a los españoles decidir quién nos gobierna”.

 

Los nacionalistas miran por el retrovisor

 
La aritmética, como se puede observar en el gráfico que ilustra esta información, resulta inédita con Rodríguez Zapatero en el poder, así como las “perlas” que los distintos diputados de la nutrida oposición le dedican delante y detrás de las cámaras. Los principales partidos nacionalistas con representación en Madrid, CiU y PNV, se aferran a reivindicaciones particulares que algún día, como cheque a cambio de algún apoyo puntual, el Gobierno les prometió. Aunque, en líneas generales, la demanda principal de los catalanes, ya no sólo de CiU sino también de ERC o ICV, es una resolución satisfactoria y pronta de la financiación. Sin embargo, Zapatero ha aplazado una vez más —y van diez-, una resolución al respecto. La formación de Duran i Lleida no olvida tampoco cómo tramitó el Ejecutivo el Estatuto catalán y, según fuentes del partido, mirar al retrovisor se hace inevitable.

Aunque pueda parecer lo contrario, el día a día del Congreso es cordial, como confirman fuentes del PNV, quienes niegan que el aislamiento de Zapatero vaya más allá de las votaciones. Pero sí es un hecho, confirman estas mismas fuentes, que promesas que no han visto la luz pero se han gestado en los despachos han quedado en papel mojado. A las cuentas pendientes se suma el pacto constitucionalista en el País Vasco. El PNV, comentan en sus filas, ofreció a Patxi López un acuerdo de Gobierno que eliminaba todos aquellos aspectos que podrían dividir al PSE y a la formación de Ibarreche durante los próximos cuatro años. Es decir, los nacionalistas vascos ofrecieron a López un pacto sólido en el que ningún socialista tendría que avergonzarse de sus compañeros de alianza por cuestiones como propuestas de autodeterminación. El nuevo Ejecutivo vasco es también, por tanto, un portazo a la cordialidad plenaria, que se dará con cuentagotas y sólo ante aquellas iniciativas que los peneuvistas consideren “imprescindibles y positivas para los españoles y para el País Vasco”.

Incluso ERC, compañero de viaje en Cataluña, ha perdido la confianza en Zapatero: “Usted ha conseguido al cabo de los años que todo el mundo esté incómodo: es un redomado prestidigitador que se pasa el día tirando las bolitas al aire y evita que se le caigan al suelo”, dijo Joan Ridao este martes. La historia se repite con ICV. Joan Herrera, portavoz de la formación en el Congreso, confirma el rechazo a la política gubernamental si no se cumplen determinadas condiciones: "Para hablar con nosotros, algunas cosas tienen que cambiar. No podrá hablar con nosotros si lo que priman son más políticas de cheques".

En la izquierda ocurre algo parecido, aunque la cuestión básica de la desconfianza de partidos como Izquierda Unida hacia Zapatero se centra, en este caso, en la incomprensión de sus políticas. Para Gaspar Llamazares, este presidente socialista no representa a la izquierda en España: "Zapatero carece de estrategia, de mayoría parlamentaria y de liderazgo social". El caso de IU es delicado porque, a su vez, el haber perdido un puñado de escaños en las últimas elecciones —perdió su Grupo Parlamentario propio- causó un alejamiento del PSOE, para quien los votos de la formación de Llamazares dejaron de tener trascendencia. Hoy, son necesarios, pero el Gobierno ya ha dado demasiados pasos sin contar con IU, que ya se declara públicamente no aliado de este Gobierno.

A día de hoy, el único respaldo del Grupo Socialista es el Grupo Socialista. El mayor de los problemas es que a ninguno de sus compañeros de Parlamento le sirven ya las palabras. Incuso algunos, como ICV, no muestran predisposición a escucharlas. Y esta tónica se mantiene con BNG y Coalición Canaria, más duros que nunca en sus exigencias, y con UPyD, siempre combativo a pesar de contar con un solo escaño.

La oposición en el último Debate sobre el Estado de la Nación sumó 181 escaños, abrumadora mayoría que se ha constituido sin planificación pero con dos motivos que comparte su grueso: cuentas pendientes y una mala gestión de la crisis económica cuyas consecuencias más devastadoras se están produciendo en España.