JAQUE A ESPAÑA

 

 Artículo de Carlos ITURGAIZ  en  “La Razón” del 23/01/2005

 

Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)


Estaba cantado. Que durante los últimos años el PNV fuera abogado defensor de ETA-Batasuna en el Parlamento vasco, eso tenía un precio; que Atucha y su partido no cumplieran ni acatasen las sentencias y decisiones judiciales tenía un precio; que el PNV abandonase la defensa de la autonomía y el autogobierno vasco refrendado y aprobado en el Estatuto de Guernica, colocándose en la secesión y el separatismo... todo esto tenía un precio.
   Y el suculento precio es, ni más ni menos, el apoyo de la ilegalizada Batasuna, es decir, el apoyo de ETA al Plan separatista del lendakari.
   Lo que ha ocurrido en el Parlamento vasco es, sencillamente, la confirmación de una certeza moral que teníamos algunos desde hace mucho tiempo: que el Plan Ibarretxe es el plan de ETA, ya que, lejos de ser un plan de convivencia, como nos lo intenta vender el lendakari, sólo pretende dividir y quebrar la convivencia de los vascos, se dispone a romper con España y, para aprobar dicho Plan, sabíamos desde el principio que necesitaba el apoyo del comando parlamentario de ETA, como así ha sido.
   Durante estos últimos días, semanas y meses la cocina del PNV ha funcionado, sus contactos con los verdugos han funcionado (sólo hay que fijarse en la cara de satisfacción de Egibar) y el proyecto común y compartido de todos los nacionalistas ha funcionado.
   Viene bien recordar a estas alturas que hace años, cuando Jaime Mayor Oreja propuso un proyecto común y compartido para todos los vascos basado en la libertad y el respeto al marco político y a las leyes vigentes, Arzallus se dirigió a mí en una reunión de la mesa de Ajuria Enea para mandarle un recado a Mayor: «Dile a ése que nosotros los vascos nacionalistas haremos un proyecto común entre nacionalistas y para nacionalistas, incluidos los patriotas descarriados de ETA, y vosotros los españoles haced los proyectos que os dé la gana en vuestro país».
   A renglón seguido esa profecía se hizo realidad, llegó el bochornoso Pacto de Estella, donde la firma y el sello del PNV se juntaba con la firma del hacha y la serpiente de ETA, para entre otras cosas echar del País Vasco a los no nacionalistas, y además sirvió de preparación y preámbulo a lo que tenemos hoy. A este Plan Ibarreche, donde a toda la comunión nacionalista (término muy acertado acuñado por Nicolás Redondo Terreros), entre otras cosas, se les llena la boca con la palabra libertad; hablan de una forma cínica e hipócrita de libertad mientras votan a favor del Plan Ibarreche aquellos que pueden pasear y votar sin escoltas a su lado. Mientras los protegidos, los escoltados, los privados de libertad votan en contra de dicho Plan. ¡Qué bonito es hablar de libertad y dar clases de libertad, como hacen los nacionalistas, cuando compran sus salvoconductos a ETA bailando al son que marcan los criminales!
   Desde el comienzo de su mandato, Ibarreche sólo quiso ser el lendakari de los vascos nacionalistas; se ha negado a ser el lendakari de todos los vascos y no ha tenido empacho en mentir canallescamente como cuando dijo que este Plan sólo se votaría en el Parlamento vasco en ausencia de violencia por parte de ETA. Ibarreche no sólo se ha burlado de muchos vasos y españoles, sino más grave aún, lo ha hecho de las víctimas del terrorismo, quienes han tenido que aguantar y soportar, una vez más, que un asesino en búsqueda y captura como Josu Ternera siente cátedra y avale con su guadaña de muerte el Plan Ibarreche en sede parlamentaria.
   Llegado a este punto, todo lo demás da igual, podemos perdernos en disquisiciones jurídicas, políticas, adjetivar el Plan, etcétera. Pero la realidad objetiva es inequívoca, Josu Ternera ha colocado el pulgar hacia arriba e Ibarreche ha respirado hondo. Ibarreche-Ternera, Ternera-Ibarreche, PNV-ETA, ETA-PNV, tanto montan, montan tanto a la hora de conseguir la independencia de Euskadi.
   Algunos han calificado todo esto como un reto al Estado y, desde mi juicio, se quedan cortos, es un intento de golpe de Estado en toda regla, a la nación, a la Constitución al Estatuto de Guernica. Y ante este desafío es imprescindible la firmeza desde las convicciones democráticas, sobran talantes, sonrisas, abrazos, reuniones y posiciones melifluas. Ante planes separatistas en marcha no caben otros ridículos planes compensadores ni poses políticas.
   El PNV hace mucho tiempo que tiene las cosas claras, ya no hay ambigüedad en su discurso y sí mucha ofensiva nacionalista en sus posiciones, y por si fuera poco la fuerza centrífuga del ventilador que puso en marcha con este Plan no le permitirá retroceder ni lo querrá hacer. Seamos conscientes de que la aprobación del mismo es una estación intermedia, y que la próxima estación por parte de los nacionalistas será la convocatoria de un referéndum, digan lo que digan las Cortes.
   En definitiva, seguir dando jaque a España, pero lo que no cabe duda es que sólo está en las manos de todos los españoles y nuestras instituciones, que no se dé jaque mate, y para ello lo práctico y lo necesario será aunar esfuerzos en la defensa de nuestra historia y nuestro país.
   
   
   Carlos Iturgaiz es diputado del Partido Popular en el Parlamento Europeo