NO A LAS RETICENCIAS

Editorial de "La Vanguardia", 16 de diciembre de 2000

El formateado es mío (L. B.-B., 19-12-00)

Con un breve comentario al final.

Luis Bouza-Brey

 

Aunque el último atentado de ETA, que costó la vida a Francisco Cano, concejal del PP en Viladecavalls, pueda muy bien ser una respuesta de la banda al recién firmado pacto antiterrorista, suscrito inicialmente por el PP y el PSOE, la verdad es que los asesinos nunca han necesitado pretextos para llevar a cabo su siniestra misión. Con pacto o sin pacto, ETA habría atentado de nuevo, porque el crimen forma parte de su misma naturaleza, porque los etarras no necesitan justificaciones para continuar sacrificando vidas en aras de su disparatado delirio y porque la banda ha matado en todo tiempo, gobierne quien gobierne y fuera cual fuera la circunstancia política.

Consecuencia primera de su terrorismo irredento son las 791 víctimas mortales que pesan ya sobre su negra historia, pero tras ellas se contabilizan las víctimas políticas, personalizadas en aquellos que se acercaron demasiado a la bestia creyendo que así podrían amansarla. Y entre ellas qué duda cabe que el PNV y EA ocupan un lugar privilegiado después de su descabellado y fallido intento con el pacto de Estella. Hoy hombres como el lehendakari Ibarretxe, de cuya buena voluntad pocos dudan, están atrapados en una espiral que los dirigentes más duros de su partido, con Arzalluz y Egibar en cabeza, se niegan a deshacer rechazando una y otra vez admitir el error de Estella que les aleja de los demás partidos democráticos, mientras sus protestas atribuyendo al pacto intenciones espurias no resultan convincentes. No hay una sola letra en ese documento que hable de marginación de los nacionalismos, lo que sí hay es una condena rotunda del terrorismo y de cualquier equívoco -y Estella lo es- que pueda darle amparo. Sólo desde este infundado temor a adherirse a una iniciativa, que interesadamente ha sido presentada por los nacionalistas vascos como un ataque a su ideología, puede comprenderse la reticencia de CiU a suscribir el acuerdo. Pero estas dudas deben disiparse, pues no existe un proyecto de partidos estatalistas (PP y PSOE) contra los autonomistas (PNV, EA y, en este caso, CiU), sino una llamada a cerrar filas frente a la desesperada y sangrienta ofensiva etarra. Mientras CiU vacila, los etarras siguen matando y después de cada nuevo atentado será más difícil para el nacionalismo catalán explicar sus reticencias a adherirse a una acción unitaria que multiplique fuerzas contra el terrorismo.

Con un breve comentario al final.

Luis Bouza-Brey

Gráfico de Gallego y Rey en "El Mundo"

Los dos párrafos que siguen a éste constituyen los puntos del preámbulo del pacto PP-PSOE por las libertades y contra el terrorismo que parecen motivar la calificación del mismo como excluyente por parte de los nacionalistas e IU. Posteriormente comentaré a qué razones creo que es debida la reticencia de estos grupos políticos frente al mismo:

"Con ello, ha quedado también de manifiesto el fracaso de la estrategia promovida por el PNV y por EA, que abandonaron el Pacto de Ajuria Enea para, de acuerdo con ETA y EH, poner un precio político al abandono de la violencia. Ese precio consistía en la imposición de la autodeterminación para llegar a la independencia del País Vasco. "

 

"...El abandono definitivo, mediante ruptura formal, del Pacto de Estella y de los organismos creados por éste, por parte de ambos partidos, PNV y EA, constituye una condición evidente y necesaria para la reincorporación de estas fuerzas políticas al marco de unidad de los partidos democráticos para combatir el terrorismo. La recuperación plena de esa unidad para luchar contra el terrorismo debe llevarse a cabo en torno a la Constitución y el Estatuto de Guernica, espacio de encuentro de la gran mayoría de los ciudadanos vascos. Asimismo, la ruptura del Pacto de Estella y el abandono de sus organismos constituye, para el PP y el Partido Socialista, un requisito imprescindible para alcanzar cualquier acuerdo político o pacto institucional con el Partido Nacionalista Vasco y Eusko Alkartasuna. "

El Pacto PP-PSOE significa un cambio en la pauta de resolución del problema de la integración del Estado seguida hasta ahora: desde comienzos de la transición se creyó que descentralizando el Estado y concediendo autogobierno se integraría a los nacionalismos y se pacificaría el país. Pero esta creencia ha resultado equivocada, pues la radicalización del PNV, el pacto de Lizarra y la formación de un bloque nacionalista hegemonizado por ETA-HB, que tiene como objetivo la independencia, han demostrado que la integración del nacionalismo vasco es imposible de momento.

Por ello, el pacto PP-PSOE constituye un cambio estratégico de los partidos mayoritarios, en el sentido de que se caracteriza por una defensa firme de la Constitución y del Estatuto y el freno definitivo a la continua cesión ante las exigencias nacionalistas realizada durante los últimos años. Al nacionalismo vasco se le dice que mientras haya terrorismo no tiene nada que hacer, y que los partidos mayoritarios formarán un bloque firme cuyo objetivo será erradicar la violencia política. Y por ello, al nacionalismo democrático se le obliga a optar, se le exige que acabe con la ambigüedad o el frentismo nacionalista y frene temporalmente sus objetivos nacionalistas radicales, manteniendo una postura firme de combate activo frente al terrorismo hasta su erradicación. Si no lo hace, quedará aislado del bloque de los partidos democráticos, perdiendo la posición central y la función que había mantenido hasta ahora como mediador en el conflicto vasco.

Este es un cambio tan radical, pero tan necesario, en la estrategia de desarrollo político seguida desde la instauración de la democracia, que afecta a los posicionamientos de todos los partidos políticos, y afectará de raiz a la cultura política del pueblo vasco. La apuesta está hecha: se acabaron las nueces. O ETA o democracia. ETA perderá.

Y la consecuencia de esta apuesta va a ser que todos aquellos grupos que piensan que el Estado autonómico está inacabado, deberán congelar sus aspiraciones reformistas hasta que la lucha contra el terrorismo se reequilibre hacia su erradicación. Un gobierno vasco firme frente al terrorismo es el requisito imprescindible para continuar el desarrollo político de la democracia española.