POR QUÉ DIREMOS NO
Artículo de Ramón Jáuregui, portavoz del PSOE en la Comisión Constitucional,
en “ABC” del 1-2-05
Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)
Hoy, en el
debate del Congreso de los Diputados, el PSOE y su Gobierno expresaremos un no
rotundo a la toma en consideración de la propuesta que remite el Parlamento
Vasco, también denominado Plan Ibarretxe. Tengo treinta razones para explicarlo,
pero me bastan tres:
Primera: porque no estamos dispuestos a dar por muerto el Estatuto de Guernica y
destruir así el único gran espacio de entendimiento y de acuerdo que logramos
los vascos con la Constitución y el Estatuto a finales de los 70. No es sólo un
modelo de autogobierno, con unas determinadas competencias, sino que en su seno
radica la fórmula de convivencia de la pluralidad vasca, es decir de los
diferentes sentimientos de pertenencia que atraviesan nuestra sociedad.
Es falso que la propuesta nacionalista surja de la llamada «decepción
estatutaria» que alegan los nacionalistas. Porque Euskadi, como realidad
política, nació con el Estatuto. Como bien dice el historiador Juan Pablo Fusi
«nunca tuvimos tanto» ya que cualquier apelación histórica queda muy lejos del
autogobierno que ha conseguido para los vascos el Estatuto de Guernica. No hay
un solo nacionalista que en el año 78 y 79 pudiera imaginar lo que ha dado de sí
este Estatuto. No hay ningún modelo en el mundo de autogobierno como el que ha
proporcionado. Ni Suiza, ni Alemania, ni Estado Unidos, ni Australia han
alcanzado un nivel de autogobierno semejante.
La decisión del PNV de dar por muerto al Estatuto es de una grave
irresponsabilidad histórica. Conduce al PNV a un fracaso político semejante al
de su frustrado Estatuto de Estella y sobre todo implica la renuncia al
reconocimiento de la pluralidad vasca. Han decidido hacer Nación de
nacionalistas, renunciando a una sociedad enriquecida por su pluralidad
identitaria. Es por eso que su proyecto es un plan hecho por nacionalistas para
nacionalistas, imponiendo a quienes no lo somos un destino inaceptable. El PNV
debería recordar que antes de la Nación, está la Democracia.
Segunda: Diremos no porque este proyecto no tiene detrás a la mayoría de la
sociedad vasca. Ha sido aprobado por una exigua mayoría absoluta, incluyendo
unos apoyos democráticamente inaceptables. Para cambiar las normas de
convivencia básicas de una Comunidad, se necesita una mayoría cualificada de dos
tercios o tres quintos, como establecen otros Estatutos.
Pero en todo caso, hay media sociedad vasca radicalmente en contra de este
Proyecto de Ley. El Lehendakari, con su plan, divide peligrosa y quizás
irreversiblemente a la sociedad vasca. Su Plan está instalando en nuestra
sociedad una línea divisoria entre los nacionalistas y quienes no lo somos, que
cristalizaría con su anunciada consulta entre los del sí y los del no, y que
consagra su etnicista artículo cuatro, que propone la doble nacionalidad en
Euskadi. El Lehendakari olvida que antes de la identidad, está la ciudadanía.
Tercero: Diremos no porque esta es una propuesta absolutamente inconstitucional.
Es más, para que fuera posible discutirla, sería necesario cambiar la
Constitución en sus principios básicos y recoger como principio fundamental la
Soberanía de los Pueblos de España antes que la Soberanía Nacional en la que se
inspira nuestro modelo constitucional actual. Como bien ha dicho el profesor
Rubio Llorente, el plan Ibarretxe «es una declaración de independencia formulada
conjuntamente con una propuesta de confederación». Es decir, una Euskadi
soberana, hoy se asocia voluntariamente con España en un modelo confederal,
absolutamente incompatible con nuestro Título VIII, y mañana decide la
segregación definitiva si lo aprueban así la mayoría «de los votos válidos de
los vascos», en una supuesta consulta.
El rechazo del Congreso de los Diputados devuelve este proyecto al Gobierno
Vasco, para que sea posible allí reiniciar un diálogo que no ha existido y para
que seamos capaces de encontrar un consenso imprescindible en el respeto a los
marcos jurídicos y a las reglas democráticas. En Euskadi debemos recordar que en
Democracia las formas son el fondo.