EFECTOS COHERENTES PARA POLÍTICAS INCOHERENTES



 Artículo de José Javaloyes en “La Estrella Digital” del 01.12.05

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

Van cuajando los óptimos y congruentes frutos en las ramas exteriores, es decir, la diplomacia, de la política del presidente Rodríguez. Hace poco, en Bruselas, se pasaba factura dentro de la Comisión Europea a la política lingüística impuesta por el tripartito catalán a la Moncloa (sede teórica de los intereses generales de los españoles), al rebajarnos la cuota de traductores de español al nivel de la correspondiente a estonios y malteses, el radio de cuya universalidad se empareja prácticamente con el de Leganés, o el de Cornellá, donde eclosionó a la política el polígrafo Montilla: ni abogado ni médico, aunque lo intentara, pero sí ministro de Industria y, al propio tiempo, primer secretario del PSC. Váyase una cosa por la otra.

La mella nacionalista a los intereses españoles en la Unión Europea, igual que en el patio doméstico, en la política nacional, significa también otras erosiones, más graves aún que el desdoro sufrido en nuestra imagen, en nuestra realidad y en nuestra cultura. Tras los efectos de las concesiones a los filólogos de botigueta (que dirían mis paisanos del sur del río Alcanar) sindicados en ERC y PNV, llegan ahora los corolarios de la deriva gubernamental en pos del diálogo con ETA: la Eurocámara da pasaporte, reconoce calidad de interlocutor y condición de parte al mundo de Herri Batasuna en el pleito de la paz para Vasconia, donde, ya se sabe, existe un “conflicto” en el que contienden el Estado de Derecho y la mafia corsaria del nacionalismo democrático.

Si Rodríguez no hubiera dinamitado el Pacto Antiterrorista que su partido suscribió en su día con el Partido Popular, y subsiguientemente quebrantado la Ley de Partidos Políticos, ni los neobatasunos Comunistas de las Tierras Vascas estarían en el Parlamento Autonómico de Vitoria, que sostiene el Estatuto de Guernica, ni los sempiternos representantes de la banda en el Parlamento Europeo, liberados de su estatuto internacional de terroristas por la necedad alevosa del presidente incidental.

Más allá de donde pueda llegar la cosa tras del portillo abierto por la Eurocámara (a ninguna parte previsiblemente, si es que la onda de la Moncloa no alcanza a Bruselas) es lo cierto que este impacto político del terrorismo le quita peso a España, para enrasarlo con el de sus actuales gobernantes. Esa mengua de consistencia internacional de España ya se está dejando notar. Si Noruega, esa mínima y bella, rica y prudente potencia boreal, se atreve, infringiendo tratados internacionales sobre la materia, al apresamiento de pesqueros españoles por imputación de sobrecapturas, Irlanda se anima también a hacer lo propio y, ¡quién lo iba a decir!, Marruecos coopera en la seguridad del perímetro melillense instalando sus tropas, en acampada, dentro del espacio español circundante. Habría que calcular el espacio ocupado en régimen de cooperación para ver si la superficie en cuestión no excede la del islote de Perejil.

Puestos Rodríguez y su asistente Moratinos a desmantelar la “retórica” diplomacia de los gobiernos del PP —y de cuantos les precedieron a lo largo del siglo XX—, es de toda lógica también que a Miramamolín le dé por trempar y tomarse la revancha de aquella madrugada tan precisa y marineramente descrita por Federico Trillo. También dijeron los marroquíes, tras la ocupación del islote, que aquello era para cooperar en la seguridad de la zona. Los contrabandistas de entonces en Perejil son los subsaharianos de ahora en Melilla. Mientras tanto, asistente y asistido tocando el pífano. Gobernar no importa, fantasear irresponsablemente sí. Y de los polvos de esta política, interior y exterior, los lodos europeos del terrorismo, el recrecido valor de los enanos y la tramposa obsequiosidad del moro. ¿Quién da más?