VUELVE EL TURNO VASCO



 Artículo de José Javaloyes en “La Estrella Digital” del 02.01.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el editorial que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

 

Por el entreabierto portón del Estatuto de Cataluña, el Partido Nacionalista Vasco asoma de nuevo la cabeza y reclama la supuesta vigencia plena del Plan Ibarreche. Quien puede o quiere lo más, se habrán dicho los herederos directos de Sabino Arana, quiere o puede lo menos. Todos los nacionalistas – con sus respectivos apetitos y pretensiones – son iguales ante la ley, como españoles, mientras tanto, y en tanto no lleguen a su puerto de máximos las respectivas pretensiones.

Nada menos sorprendente, pues, para empezar el año. Ni sorprendente ni imprevisto desde que Carod Rovira fundara con los etarras el Club de Perpiñán. Los reactivados terroristas vascos y el hombre de ERC, albacea mayor de Terra Lliure, pactaron algo que está entre el programa de acción y la “hoja de ruta”. Del pacto se han derivado después estrategias por desplegar enteramente y concretas acciones enteramente desplegadas y expresadas en su completo sentido: tregua de atentados en Cataluña y alfombra rosa para el regreso del brazo político de los etarras a las instituciones vascas.

Por los poderes que le confiere su llave, Carod impuso en el Tinell el pacto de que la derecha española fuera expulsada del juego político. Ningún pacto con ella (por parte del PSOE), y el que hubiera habría de quedar roto. Así, como no podía ser de otro modo, el de las Libertades y contra el Terrorismo. La Fiscalía General del Estado quedaba encargada de efectuar el previo trabajo de campo: obstruir o bloquear la virtualidad práctica de la norma para que los mandatarios de los etarras, en el curso de las últimas elecciones vascas, regresaran al Parlamento de Vitoria. Aceptada esta condición y después cumplida, se abría la mesa negociadora. Y a esperar.

Entre tanto ha ocurrido lo que menos esperaban Carod y sus interlocutores de boina y metralleta: que desde la madrileña calle Ferraz se plantase el PSOE e hiciera atascar en el bancal el carro de la negociación estatutaria con el cuatripartito. Pero la aceptación de principio por parte de Rodríguez de la premisa nacionalista elaborada en Barcelona , significaba también de principio que se habría de aceptar el soberanismo del Plan Ibarreche que en el Congreso se había rechazado. Es el momento procesal oportuno para que el PNV relanzara su pretensión. Pero sabe este partido que, objetivamente, no hay nada que rascar.

La establecida previsión entre los nacionalistas catalanes, y la de Carod Rovira en primer lugar, es la de que han de tragar lo que en nombre de Rodríguez se les ofrezca, porque si no tragan y, a la boliviana, tumban el Gobierno, quien venga después llegaría con las rebajas de enero, y las de febrero y marzo. El sismógrafo del Centro de Investigaciones Sociológicas ya ha registrado la presión enorme que la tectónica de placas tiene acumulada en la base electoral del PSOE. De modo que aunque las alegrías y las copas de fin de año puedan seguir en el cortijo político de Doñana, por Ferraz son todo caras largas y rictus de preocupación e impaciencia.

Idéntica consideración vale para el PNV. Aunque a Rodríguez le hicieran el quite con la boina la cuestión seguiría donde estaba. El mensaje que se deriva de las encuestas es que no caben las pretensiones soberanistas del nacionalismo, ni de unos ni de otros. En condiciones así, por tanto, habría que considerar la hipótesis de que el recordatorio del PNV sobre el Plan Ibarreche sea un asunto interno de los nacionalistas vascos: no puede esa derecha apostólica dejar que sea sólo la izquierda abertzale quien reclame soberanía, independencia y las cadenas de Navarra. Si en la mesa secreta de la negociación los etarras aprietan y reclaman, los nacionalistas de carné tienen que gesticular para la galería; pero, eso sí, montados sobre la estela de los interlocutores de Carod en el club de Perpiñán.